
Para esta actividad he encontrado un útil colaborador en Leroy&Merlin (añado esta referencia como intento de publicidad, a ver si se ‘estiran’ un poquillo para esta mi biblioteca). En concreto, se trata del local del Centro Comercial Bonaire, en Aldaya, cerca de Valencia.

El primer día que me acerqué, llegué sin problemas, aunque para salir, como hice caso de las indicaciones de ‘Salida’, di una vuelta similar a la de Contador estos días por Italia, aunque yo en coche (menos mal que, en previsión de que me sucediera algo parecido, cargué gasolina nada más llegar al Centro Comercial).

El tercer día, muy ufano ante el éxito anterior, me pasé de la salida de la autovía para llegar, y tuve que dar media vuelta. Por vergüenza torera, me fijé mucho más a la hora de regresar, para no volver a hacer el ridículo.
El cuarto día fue ayer. No sólo fui a por más baldas, sino a que me recortaran ¡las cinco de la vez anterior! Las había medido muy ajustadas, y el cristal de las estanterías-vitrinas chocaba con ellas a la hora de cerrar (supongo que al abrir también lo haría, pero como no conseguí cerrar, no pude comprobarlo).
Ayer, además, al salir arrastrando el carrito con mis baldas, pensé: “Estoy reformando unas estanterías, no haciendo el Arca. ¿Por qué se pone a llover?”. Pero conseguí llegar al coche sin exceso pluviométrico (hay que decir, eso sí, que todos los días he conseguido dejar el coche junto a la puerta del local), y al llegar a casa, pasé un paño para secar las cuatro o veinte gotas que tuvieran las baldas, y así evitar posibles problemas.

Ante lo crítico de la situación (tenía tres estanterías medio vacías, lo que quiere decir que la sala y pasillo estaban llenos), he salido a la desesperada buscando una ferretería de guardia. Menos mal que me he encontrado con un vecino quien me ha podido indicar la posición exacta de la más cercana y de suficiente envergadura, lo que me ha evitado encontrarla por mis propios medios cinco minutos después de que cerraran.
Allí, visto que no tenían apoyaestantes de 6 mm en vez de los 5 mm que parece ser el calibre normalizado, me han recomendado una masilla de ésas con la, supuesta, suficiente resistencia para mis propósitos. He aprovechado y he comprado un prolongador de cinco metros, ya que no encuentro el que tenía, y hay estanterías demasiado lejos del enchufe más cercano (sí, lo sé, hay taladradoras con batería, pero no es la que yo tengo).

El caso es que las baldas ya están en su sitio, muchos de los libros también, y todo esto ya va tomando forma.
Ilustran esta anotación fotografías que lo demuestran, correspondientes, respectivamente, al recibidor, al pasillo de casa, al salón comedor, a la sala de estar, y al despacho.
Por cierto, los pasillitos han desaparecido. Lo siento, don Enrique.
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Créditos:
Bueno, vale, me habéis pillado.
Se trata de detalles de fotografías, respectivamente, de la Biblioteca Nacional de Austria, en Viena; de la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial; de la Biblioteca del Palacio Nacional, en Mafra; del Gabinete de Libros del Duque de Aumale, en Chantilly; y de la Biblioteca Riccardiana, en Florencia; tomadas por Guillaume de Laubier, para la obra The most beatiful libraries in the world, con textos de Jacques Bosser, y editada, en 2003 en su versión en inglés, por Harry N. Abrams, Inc., Publishers.