Como ya he dicho, he aparecido este fin de semana dos veces por la Feria del Libro. La primera, fue el sábado y la segunda, el domingo, ambas por la tarde.
En ambos casos me acerqué a los Jardines de Viveros, o del Real, en bici (en esta ocasión, no hay fotografía incriminatoria del acontecimiento), ya que había comprobado en el plano correspondiente que justo en el Llano del Real, junto a una de las puertas del Paque hay una estación donde poder dejar el vehículo.
Poder dejarlo, si hay hueco, claro. Quiero decir, por tanto, que no había. Menos mal que en en el antiguo Paseo al Mar hay otra estación, cerca, por lo que seguí andando, con la bici de la mano, más que nada para descansar las piernas. Lo que se me olvidó mirar bien era dónde estaba la estación de marras, por lo que anduve sin mucha decisión en el paso. Al final, la encontré junto al edificio del Rectorado de la Universidad de Valencia (antes Universidad Literaria, antes Estudio General), edificio de la antes Facultad de Farmacia, antes Facultad de Ciencias.
Al final, conseguí llegar a la puerta de Viveros que enfrenta con el Paseo al Mar, ahora, Avenida de Blasco Ibáñez, y me encontré con la Feria del Libro. No, no era la de antes, sino la de ahora.
Había gente, como puede apreciarse en las fotografías. También puede apreciarse que la disposición de las casetas, en el paseo del Parque, obliga a un inevitable atasco del personal, entre los que, inocentemente, están mirando lo expuesto en las casetas, y los que transitan, o no, a su lado.
Iba con el tiempo algo justo (sí, haber salido… antes, pero no pude), y además no sabía dónde era la mesa redonda, aunque lo suponía. En efecto, era en el Museo de Ciencias Naturales, Restaurante de Viveros… antes. Como ya he dicho, llegué, pero la mesa redonda había empezado… antes.
Sí me di cuenta mientras llegaba, de que había organizados dos espectáculos: uno con la Nova Muixeranga de Algemesí, y el otro, con una caseta de Amnistía Internacional. No me quedé en ninguno, porque tenía que hacer otra cosa… antes.
Entrando me encontré con una amiga, editora de estos artefactos que llaman libros. No, esta vez no es que ella hubiera llegado antes: es que ya estaba de antes (en una caseta), y a punto de irse. En medio de las particulares premuras de tiempo hablamos de cómo iba la Feria (“¡Psé!”), y claro, del tiempo (“Ahora mejor, pero esta mañana ha sido insoportable el calor” – o sea, menos mal que ese sábado yo no había ido… antes).
Una vez dentro, pregunté dónde era. Afortunadamente, no me había fijado en el plano que figura en la página de internet, porque la mesa redonda estaba prevista en la Sala 1, es decir, donde figura la letra B. Pero eso era antes: o la B se cambió con la C, o la Sala 1 para entonces ya era la C.
Pues eso, llegué con la mesa redonda ya empezada, como dije… antes.
Una vez finalizada, es decir, después, me fui, de regreso a casa, no sin que eso fuera antes de que terminaran de cerrar todas las casetas. Y menos mal que lo hice… antes de que cerraran el Parque.
Este desplazamiento decidí hacerlo en autobús. Fui paseando tranquilamente hasta la parada, y mientras esperaba el autobús (que ya se anunciaba próximo), me entretuve viendo un reflejo que me había llamado la atención… justo antes de que pasara el autobús. Éste era grande y rojo, pero lo perdí. Y menos mal, por los pasajeros, digo, porque si el conductor, a unos dos carriles de distancia de la parada y a una velocidad que tal vez hubiera dejado bloqueados los radares de existir, llega a hacer caso de la señal que, más despierto yo, le hubiera hecho… antes; los pasajeros, digo, hubieran llegado a su destino… antes de lo previsto.
El domingo no hubo tantos problemas, tal vez porque, aunque también por la tarde, fui… antes. La bici la pude dejar esta vez… antes, en la parada prevista, la primera, y respecto del autobús, estaba atento, y el conductor era consciente de que, aunque rojo, no pilotaba un deportivo.
Sólo que pude ver algo… antes… de lo que ya hablaré… después.
Pero lo que sucedió el sábado, por la mañana, un buen rato antes de que yo estuviera,… Sí, grande fue lo de antes.
Créditos:
Fotografías de los accesos y del ambiente de la Feria del Libro 2011 de Valencia, en los Jardines de Viveros, del día 9 de abril, del autor.
Imagen del gráfico de la temperatura registrada, tomada de la página del Ayuntamiento de Valencia.
Plano de la Feria, tomada de la página de la Feria del Libro.
Fotografía de un reflejo de reflejo en una parada de autobús de la EMT de Valencia, de abril de 2011, del autor.
En ambos casos me acerqué a los Jardines de Viveros, o del Real, en bici (en esta ocasión, no hay fotografía incriminatoria del acontecimiento), ya que había comprobado en el plano correspondiente que justo en el Llano del Real, junto a una de las puertas del Paque hay una estación donde poder dejar el vehículo.
Poder dejarlo, si hay hueco, claro. Quiero decir, por tanto, que no había. Menos mal que en en el antiguo Paseo al Mar hay otra estación, cerca, por lo que seguí andando, con la bici de la mano, más que nada para descansar las piernas. Lo que se me olvidó mirar bien era dónde estaba la estación de marras, por lo que anduve sin mucha decisión en el paso. Al final, la encontré junto al edificio del Rectorado de la Universidad de Valencia (antes Universidad Literaria, antes Estudio General), edificio de la antes Facultad de Farmacia, antes Facultad de Ciencias.
Al final, conseguí llegar a la puerta de Viveros que enfrenta con el Paseo al Mar, ahora, Avenida de Blasco Ibáñez, y me encontré con la Feria del Libro. No, no era la de antes, sino la de ahora.
Había gente, como puede apreciarse en las fotografías. También puede apreciarse que la disposición de las casetas, en el paseo del Parque, obliga a un inevitable atasco del personal, entre los que, inocentemente, están mirando lo expuesto en las casetas, y los que transitan, o no, a su lado.
Iba con el tiempo algo justo (sí, haber salido… antes, pero no pude), y además no sabía dónde era la mesa redonda, aunque lo suponía. En efecto, era en el Museo de Ciencias Naturales, Restaurante de Viveros… antes. Como ya he dicho, llegué, pero la mesa redonda había empezado… antes.
Sí me di cuenta mientras llegaba, de que había organizados dos espectáculos: uno con la Nova Muixeranga de Algemesí, y el otro, con una caseta de Amnistía Internacional. No me quedé en ninguno, porque tenía que hacer otra cosa… antes.
Entrando me encontré con una amiga, editora de estos artefactos que llaman libros. No, esta vez no es que ella hubiera llegado antes: es que ya estaba de antes (en una caseta), y a punto de irse. En medio de las particulares premuras de tiempo hablamos de cómo iba la Feria (“¡Psé!”), y claro, del tiempo (“Ahora mejor, pero esta mañana ha sido insoportable el calor” – o sea, menos mal que ese sábado yo no había ido… antes).
Una vez dentro, pregunté dónde era. Afortunadamente, no me había fijado en el plano que figura en la página de internet, porque la mesa redonda estaba prevista en la Sala 1, es decir, donde figura la letra B. Pero eso era antes: o la B se cambió con la C, o la Sala 1 para entonces ya era la C.
Pues eso, llegué con la mesa redonda ya empezada, como dije… antes.
Una vez finalizada, es decir, después, me fui, de regreso a casa, no sin que eso fuera antes de que terminaran de cerrar todas las casetas. Y menos mal que lo hice… antes de que cerraran el Parque.
Este desplazamiento decidí hacerlo en autobús. Fui paseando tranquilamente hasta la parada, y mientras esperaba el autobús (que ya se anunciaba próximo), me entretuve viendo un reflejo que me había llamado la atención… justo antes de que pasara el autobús. Éste era grande y rojo, pero lo perdí. Y menos mal, por los pasajeros, digo, porque si el conductor, a unos dos carriles de distancia de la parada y a una velocidad que tal vez hubiera dejado bloqueados los radares de existir, llega a hacer caso de la señal que, más despierto yo, le hubiera hecho… antes; los pasajeros, digo, hubieran llegado a su destino… antes de lo previsto.
El domingo no hubo tantos problemas, tal vez porque, aunque también por la tarde, fui… antes. La bici la pude dejar esta vez… antes, en la parada prevista, la primera, y respecto del autobús, estaba atento, y el conductor era consciente de que, aunque rojo, no pilotaba un deportivo.
Sólo que pude ver algo… antes… de lo que ya hablaré… después.
Pero lo que sucedió el sábado, por la mañana, un buen rato antes de que yo estuviera,… Sí, grande fue lo de antes.
Créditos:
Fotografías de los accesos y del ambiente de la Feria del Libro 2011 de Valencia, en los Jardines de Viveros, del día 9 de abril, del autor.
Imagen del gráfico de la temperatura registrada, tomada de la página del Ayuntamiento de Valencia.
Plano de la Feria, tomada de la página de la Feria del Libro.
Fotografía de un reflejo de reflejo en una parada de autobús de la EMT de Valencia, de abril de 2011, del autor.
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