viernes, 22 de abril de 2011

Junto a/con la cruz

“[Diversos autores] atribuyen á Nicodemus haber fabricado algunas imágenes de Jesus crucificado, y halla esto muy conforme con el amor que este doctor judio manifestó tan heróicamente á Jesus en el descendimiento, uncion y sepultura de su sacratisimo cuerpo. Créese que cuando la ruina de Jerusalen por Tito y Vespasiano, los discípulos fieles del Salvador abandonando aquella ciudad, se llevaron los objetos de su devocion y se retiraron á poblaciones de Palestina. Créese que así llegó á Berito, ciudad marítima de la antigua Fenicia llamada «Colonia Felix Juliá», ahora Beiruth, no lejos de Sidon, una imagen de Jesus, atribuida á Nicodemus, que la poseia un cristiano por los años de 765 á 766; permitió la Providencia que al trasladarse éste de domicilio la dejase olvidada. Entró á habitar la casa un judio, y antes que él, observóla uno de la misma secta. Juzgó en aquello ver una apostasia y dio cuenta á la Sinagoga: tratólo esta como á los excomulgados entre ellos, y dispuso que en la imágen se repitieran los escarnios y tormentos que sus mayores habian hecho padecer al original. Lanceada en el costado, salió abundancia de sangre y de agua, portento tan singular los llenó de asombro, y la curacion de un paralítico y la de varios enfermos, rociados con aquella sangre, les hizo conocer su error y confesar que Jesus Nazareno es el verdadero Mesías y pedir con instancia el bautismo. El Obispo tomó la vasija que contenia aquella sangre, y cerciorado del caso, mediante informacion jurídica, la distribuyó entre varias iglesias de Oriente y Occidente, pidiendo que el dia 9 de Noviembre celebrasen la memoria de este prodigio con toda solemnidad. La imagen quedó colocada en un templo bajo la invocación del Salvador del mundo. El martirologio romano refiere este hecho del cual como de cosa fuera de toda duda, hizo estensa relacion en el segundo Concilio de Nicea á presencia de 367 obispos, Atanasio, obispo de Siria.
Desde entonces se veneró la santa imagen en Berito, hasta que en uno de los lances desastrosos para las armas católicas, aquella ciudad vino á caer en poder de los moros. Profanaron templos, destrozaron imágenes, y la tan preciosa de que hemos hablado, fue arrojada al mar.


Hasta aquí, una tradición. Ahora, una parte de historia, más cercana.

Durante la riada del Turia, en 1250, una imagen del Crucificado con luces en sus brazos apareció flotando sobre las aguas, río arriba, embarrancó y se detuvo en su margen derecha, junto a la puerta de la Trinidad. Salvada de las aguas, la imagen fue depositada en la casa del Cid y luego en una capilla de la Catedral. A la mañana siguiente, aparecía en la ermita de San Jorge, cercana al lugar donde se había detenido la víspera. Devuelta a la Iglesia Mayor, de nuevo vuelve a la ermita. Allí se queda definitivamente, pasando la ermita a ser parroquia con el título del Salvador.

En este texto del reverso de la postal disponible en la Iglesia del Salvador, lo que se refiere como “apareció flotando sobre las aguas, río arriba”, lo dice más expresivamente el Marqués de Cruilles, del siguiente modo: “Observóse que subía contra las corrientes una imagen de Jesus crucificado (…) Esta avenida contra las corrientes del Túria es un hecho constante, probado.

Finalmente, la tradición valenciana enlazó unos hechos con otros, de modo que la imagen de Jesús Crucificado que se encuentra en la iglesia del Salvador de Valencia se entendió que era la misma que la de los relatos de Berito, o de Beirut.

Yo no sé si se trata de la misma imagen o distinta, pero lo que sí sé es que se trata del mismo Jesús Crucificado. Y esto, hoy Viernes Santo, no es una tradición, es Historia, es Verdad.

Créditos:
Imagen de detalle del rostro del Cristo de la iglesia de El Salvador, de Valencia.
Fotografía del conjunto del retablo, con el Cristo, de la iglesia de El Salvador, de Valencia, de marzo de 2011, del autor.
Transcripción parcial, respetando la ortografía de la época, de la entrada dedicada a la Iglesia de El Salvador, por el Marqués de Cruilles en su obra Guía Urbana de Valencia Antigua y Moderna, publicada en 1876, según edición facsimilar de París-Valencia (pp.149-151).

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