Esta semana pasada ha sido muy ‘productiva’ en recuerdos sobre lo sucedido (o no) hace treinta años.
Sin ánimo de ser exhaustivo, mis recuerdos, básicamente, son:
- Poco después de comer, fui a una papelería técnica para comprar material de dibujo para unos trabajos en la Escuela (entonces estaba estudiando en la Universidad Politécnica de Valencia).
- Regresé sin dilación para oír por la radio la votación de la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo como Presidente del Gobierno.
- Al llamar al voto a don Manuel Núñez Encabo (es por lo único que, probablemente, será recordado este diputado), se oyeron voces y en seguida, unos disparos.
- “Santiago, eso han sido tiros”, acertó a decir mi madre.
- Casi inmediatamente, cesó la retransmisión (teníamos sintonizada Radio Nacional de España)
- Ante la incertidumbre, toda la familia junta en casa: me fui, más o menos corriendo, al colegio donde mi hermana pequeña tenía entrenamiento de baloncesto. Coincidencia o no, el profesor de gimnasia no estaba, aunque para compensar el colegio estaba lleno de padres y familiares recogiendo a todo chiquillo habido y por haber.
- De vuelta a casa, presencié el mayor atasco en la Avenida del Puerto de Valencia que recuerdo en toda mi vida, porque era, entonces, en los dos sentidos.
- La ‘noche de los transistores’ la organizamos en casa sintonizando en cada aparato de radio una emisora distinta, y subiendo o bajando el volumen según radiaran.
- De vez en cuando, reunión en el descansillo de la escalera con los vecinos, actualizando entre todos los resultados de las llamadas telefónicas hechas (con éxito las que lo tuvieron) a los correspondientes familiares, principalmente, claro, en Madrid.
- En una de las reuniones, coinciden otros vecinos subiendo por las escaleras, y haciendo el gesto de contarnos, nos dicen, entre sonrisas, que les devolvemos, que esa reunión no está permitida.
- Aprovechando el silencio que, ya noche cerrada, se oía en la calle, en uno de los momentos, escuchamos el motor sobrerrevolucionado de un coche a toda velocidad por la Avenida del Puerto (creo, pues era la única calle cercana en la que podía ir tanto tiempo a esa, supuesta, velocidad).
- Ya más noche avanzada, el ruido que se oyó fue el de los carros de combate por la Avenida del Puerto (lógicamente, no sé a dónde irían ni cuántos serían).
- Más noche aún, vimos por televisión el famoso mensaje del Rey, y, supongo, nos fuimos a la cama.
- Al día siguiente, a primera hora, el único periódico que tenían en el kiosco era Diario de Valencia.
- A las ocho, puntualmente, estaba en la Universidad. No era el único, aunque desde luego, hubo numerosas ausencias.
- Lógicamente, no hubo clase (la primera era de matemáticas), sino una puesta en común de las experiencias o conocimientos de cada uno.
- A media mañana, nos fuimos al bar a ver en la tele la salida del Congreso, y me fui a comer a casa.
Eso sí, unos días después (creo que llovía esa tarde) había mucha gente en la manifestación.
José Antonio del Pozo ha recordado en su blog el bizarro comportamiento en el Congreso de Adolfo Suárez y de Manuel Gutiérrez Mellado. Y lo ha enlazado con el también bizarro del conjunto del pueblo español año y medio después.
En su día, posiblemente Pedro Rodríguez (q.e.p.d.), dejó escrito en ABC cómo ya entonces se ‘gestionaba’ la Historia. Visto que el video con Suárez y Mellado no podía manipularse sin que se notara demasiado, ya había quien trabajaba la siguiente escena, intentando mostrar cómo el primer diputado que se erguía valiente era… Felipe González.
Todo esto, claro, está ciertamente distorsionado por el efecto que la distancia en el tiempo tiene sobre la memoria. Menos mal que el nunca suficiente ni adecuadamente ponderado señor Bono ha venido en ayuda nuestra para recordarnos lo realmente sucedido. Fieles a la memoria de este buen hombre, La Gaceta publicó en su portada del pasado día 24, las ‘verdaderas’ fotos de lo acontecido.
Y es que, en efecto, en la foto mostrada más arriba, cuya autoría corresponde a Manuel Hernández de León, fotógrafo entonces para la Agencia EFE, en la que la atención siempre ha recaído en la figura del entonces Teniente Coronel Antonio Tejero, puede observarse, abajo a la izquierda… al señor Bono.
Ya ese día, podemos ver, no tenía pelos en la lengua,… y ahora también podemos observar que el gato no se le ha comido la lengua… lengua… lengua-raz.
Créditos:
Fotografía de Manuel Hernández de León, tomada de la edición del pasado martes 22 de febrero de El Mundo, y detalle de la misma.
Imagen de la portada de La Gaceta, del jueves 24 de febrero.
Sin ánimo de ser exhaustivo, mis recuerdos, básicamente, son:
- Poco después de comer, fui a una papelería técnica para comprar material de dibujo para unos trabajos en la Escuela (entonces estaba estudiando en la Universidad Politécnica de Valencia).
- Regresé sin dilación para oír por la radio la votación de la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo como Presidente del Gobierno.
- Al llamar al voto a don Manuel Núñez Encabo (es por lo único que, probablemente, será recordado este diputado), se oyeron voces y en seguida, unos disparos.
- “Santiago, eso han sido tiros”, acertó a decir mi madre.
- Casi inmediatamente, cesó la retransmisión (teníamos sintonizada Radio Nacional de España)
- Ante la incertidumbre, toda la familia junta en casa: me fui, más o menos corriendo, al colegio donde mi hermana pequeña tenía entrenamiento de baloncesto. Coincidencia o no, el profesor de gimnasia no estaba, aunque para compensar el colegio estaba lleno de padres y familiares recogiendo a todo chiquillo habido y por haber.
- De vuelta a casa, presencié el mayor atasco en la Avenida del Puerto de Valencia que recuerdo en toda mi vida, porque era, entonces, en los dos sentidos.
- La ‘noche de los transistores’ la organizamos en casa sintonizando en cada aparato de radio una emisora distinta, y subiendo o bajando el volumen según radiaran.
- De vez en cuando, reunión en el descansillo de la escalera con los vecinos, actualizando entre todos los resultados de las llamadas telefónicas hechas (con éxito las que lo tuvieron) a los correspondientes familiares, principalmente, claro, en Madrid.
- En una de las reuniones, coinciden otros vecinos subiendo por las escaleras, y haciendo el gesto de contarnos, nos dicen, entre sonrisas, que les devolvemos, que esa reunión no está permitida.
- Aprovechando el silencio que, ya noche cerrada, se oía en la calle, en uno de los momentos, escuchamos el motor sobrerrevolucionado de un coche a toda velocidad por la Avenida del Puerto (creo, pues era la única calle cercana en la que podía ir tanto tiempo a esa, supuesta, velocidad).
- Ya más noche avanzada, el ruido que se oyó fue el de los carros de combate por la Avenida del Puerto (lógicamente, no sé a dónde irían ni cuántos serían).
- Más noche aún, vimos por televisión el famoso mensaje del Rey, y, supongo, nos fuimos a la cama.
- Al día siguiente, a primera hora, el único periódico que tenían en el kiosco era Diario de Valencia.
- A las ocho, puntualmente, estaba en la Universidad. No era el único, aunque desde luego, hubo numerosas ausencias.
- Lógicamente, no hubo clase (la primera era de matemáticas), sino una puesta en común de las experiencias o conocimientos de cada uno.
- A media mañana, nos fuimos al bar a ver en la tele la salida del Congreso, y me fui a comer a casa.
Eso sí, unos días después (creo que llovía esa tarde) había mucha gente en la manifestación.
José Antonio del Pozo ha recordado en su blog el bizarro comportamiento en el Congreso de Adolfo Suárez y de Manuel Gutiérrez Mellado. Y lo ha enlazado con el también bizarro del conjunto del pueblo español año y medio después.
En su día, posiblemente Pedro Rodríguez (q.e.p.d.), dejó escrito en ABC cómo ya entonces se ‘gestionaba’ la Historia. Visto que el video con Suárez y Mellado no podía manipularse sin que se notara demasiado, ya había quien trabajaba la siguiente escena, intentando mostrar cómo el primer diputado que se erguía valiente era… Felipe González.
Todo esto, claro, está ciertamente distorsionado por el efecto que la distancia en el tiempo tiene sobre la memoria. Menos mal que el nunca suficiente ni adecuadamente ponderado señor Bono ha venido en ayuda nuestra para recordarnos lo realmente sucedido. Fieles a la memoria de este buen hombre, La Gaceta publicó en su portada del pasado día 24, las ‘verdaderas’ fotos de lo acontecido.
Y es que, en efecto, en la foto mostrada más arriba, cuya autoría corresponde a Manuel Hernández de León, fotógrafo entonces para la Agencia EFE, en la que la atención siempre ha recaído en la figura del entonces Teniente Coronel Antonio Tejero, puede observarse, abajo a la izquierda… al señor Bono.
Ya ese día, podemos ver, no tenía pelos en la lengua,… y ahora también podemos observar que el gato no se le ha comido la lengua… lengua… lengua-raz.
Créditos:
Fotografía de Manuel Hernández de León, tomada de la edición del pasado martes 22 de febrero de El Mundo, y detalle de la misma.
Imagen de la portada de La Gaceta, del jueves 24 de febrero.
Anda..., esta anotación me había pasado inadvertida...
ResponderEliminarPues por si le interesa a alguien, mis recuerdos de aquel día son los siguientes: mi padre estaba de guardia y, por tanto, en casa. Yo estaba con él cuando llegó el hijo del farmacéutico con un recado de su padre para que se fuera pitando a la farmacia porque "un tipo había entrado en el Congreso pegando tiros". Me dejó en casa para que le llamara si llegaba algún aviso y, nada más salir él, llegó mi madre (que había ido a merendar con las amigas). Poco después volvió mi padre y llamaron por teléfono a Madrid (donde estaban todos mis hermanos). Todos habían llegado a casa y mi tía y mi abuela (a cuyo cuidado estaban) habían bajado al ultramarinos y hecho acopio de agua, latas, pan, leche y no sé qué más.
Por la noche, me mandaron a la cama más pronto que de costumbre y se quedaron intentando escuchar Radio París.
A la mañana siguiente ¡yo sí tuve cole!, pero hubo una novedad: ¡¡¡había dibujos animados en la tele!!! En concreto Moby-Dick. Desayuné viéndolos y pensé que bien podía ser así todos los días (lo de los dibujos, claro).
Sí..., aquellos fueron mis pensamientos aquel día..., ya ves.