Hace tiempo, cuando los años más rojos del terrorismo nacional-socialista con raíces en Vascongadas, continuos atentados asesinando muchas personas, hiriendo físicamente a muchas más, y emocional y psíquicamente a innumerables familiares y personas de bien; hace tiempo, digo, aunque estos miserables pusieran como motivo de sus crímenes, entre otras excusas, la independencia de Vasconia, anexionándose, además, Navarra; hace tiempo, vuelvo a decir, nadie con dos dedos de frente, defendía, propugnaba, ni alentaba, como forma para evitar los asesinatos, que se les concediera la independencia.
Cuando el entonces Presidente del Gobierno Vasco, Juan José Ibarreche, llevó al Congreso de Diputados una propuesta política que avanzaba en esa línea, se le contestó por (casi) todos los lados que no.
En plena coherencia con lo sucedido en aquel entonces y en relación con esa parte de España, la respuesta que está habiendo ante los planteamientos de los nacional-socialistas con raíces en Cataluña, en este caso, con un enfoque principalmente económico, sería propugnar la aplicación de la ley, bien para el que pide, bien para el que da, y mejor aún, para ambos.
Sin embargo, la reacción que se está extendiendo es justo la contraria. Hace años, se entendió por la inmensa mayoría de los españoles que no era la independencia la forma de evitar asesinatos, sino la aplicación de la ley; ahora, se está extendiendo la falacia de que la forma de evitar abusos fiscales y económicos, no es la aplicación de la ley, sino la independencia de Cataluña (momento 12:42 y ss.). Aunque algunos lo expresan con mucha vehemencia y ardor (momento 33:58 y ss.).
Y es que, claro, la vida, no, pero la pela es la pela. Sobre todo, si aquélla es de otros, y ésta es de uno mismo. Aunque se publique en Planeta, es decir, en esa Barcelona que tanto desean que se convierta en extranjera, para que no les compremos, tampoco esos libros.
Por todo esto, me alegra leer anotaciones como la del pasado miércoles, de elentir, donde recuerda que la solución frente a los que violan la ley y el sentido común, no es, precisamente, violar la ley y el sentido común. Concluye, de momento, en su último comentario, diciendo:
“El día que abandonemos a esos y a otros padres en manos de una Cataluña independiente gobernada por auténticos nazis, a esas familias les aguarda lo peor. No voy a quedarme de brazos cruzados ante eso ni mucho menos apoyarlo.”
Convendría recordar aquel relato de Goethe (que sólo conozco musical y cinematográficamente; aunque la versión de cine sea de Walt Disney, y se quede uno con la duda de si forzó el final para que fuera feliz).
Porque lo que sí tengo claro, es que el resultado de todos estos aprendices de brujo que están empeñados en que la escoba comienza a andar ella sola, no será feliz.
Ni siquiera viéndolo entre algodón y melocotoneros.
Cuando el entonces Presidente del Gobierno Vasco, Juan José Ibarreche, llevó al Congreso de Diputados una propuesta política que avanzaba en esa línea, se le contestó por (casi) todos los lados que no.
En plena coherencia con lo sucedido en aquel entonces y en relación con esa parte de España, la respuesta que está habiendo ante los planteamientos de los nacional-socialistas con raíces en Cataluña, en este caso, con un enfoque principalmente económico, sería propugnar la aplicación de la ley, bien para el que pide, bien para el que da, y mejor aún, para ambos.
Sin embargo, la reacción que se está extendiendo es justo la contraria. Hace años, se entendió por la inmensa mayoría de los españoles que no era la independencia la forma de evitar asesinatos, sino la aplicación de la ley; ahora, se está extendiendo la falacia de que la forma de evitar abusos fiscales y económicos, no es la aplicación de la ley, sino la independencia de Cataluña (momento 12:42 y ss.). Aunque algunos lo expresan con mucha vehemencia y ardor (momento 33:58 y ss.).
Y es que, claro, la vida, no, pero la pela es la pela. Sobre todo, si aquélla es de otros, y ésta es de uno mismo. Aunque se publique en Planeta, es decir, en esa Barcelona que tanto desean que se convierta en extranjera, para que no les compremos, tampoco esos libros.
Por todo esto, me alegra leer anotaciones como la del pasado miércoles, de elentir, donde recuerda que la solución frente a los que violan la ley y el sentido común, no es, precisamente, violar la ley y el sentido común. Concluye, de momento, en su último comentario, diciendo:
“El día que abandonemos a esos y a otros padres en manos de una Cataluña independiente gobernada por auténticos nazis, a esas familias les aguarda lo peor. No voy a quedarme de brazos cruzados ante eso ni mucho menos apoyarlo.”
Convendría recordar aquel relato de Goethe (que sólo conozco musical y cinematográficamente; aunque la versión de cine sea de Walt Disney, y se quede uno con la duda de si forzó el final para que fuera feliz).
Porque lo que sí tengo claro, es que el resultado de todos estos aprendices de brujo que están empeñados en que la escoba comienza a andar ella sola, no será feliz.
Ni siquiera viéndolo entre algodón y melocotoneros.
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