“Probablemente no hay ninguna ciudad en Europa que a las ocho de la
mañana ofrezca tanta animación como Berlín. Gran parte de esa animación, sin
embargo, aunque se manifiesta de mañana, es animación nocturna. En Berlín se
trasnocha hasta mediodía. Yo sé de locales de noche que abren a las seis de la
madrugada, es decir, a la hora en que cierran todos los restaurants nocturnos de París. En París, con todo y
ser París, no se trasnocha más que de noche; al amanecer, hay algunas parejas
que se lanzan al Pre Catelán, en pleno Bosque de Bolonia; pero aquello ya no tiene
nada de nocturno ni de artificial. Los hombres tiran sobre la hierba el cuello,
la chistera y la corbata; las mujeres, poseídas de un súbito sentimiento
bucólico, remangan sus ropas de soirée
y, con las manos cargadas de brillantes, ordeñan a la vaca del establecimiento
y hacen circular la leche, todavía tibia, en vasos de a un franco.
Aquí puede decirse que no se empieza a trasnochar
hasta que amanece. Se aguarda la apertura del Quo Vadis? y del Piccadilly, a la
seis de la mañana, como en París se aguarda a que den las doce de la noche para
irse al Pigalle o a la Abbaye. Muchas personas se levantan para irse de juerga
a la misma hora a la que se levantan otras para ir a la oficina. El madrugar ha
venido ya a ser aquí una forma del trasnochar. Hay quien se pone su frac a las seis
de la mañana y se lanza a la calle convencido de que es un trasnochador
terrible.”
Hace unas semanas volvió
a ponerse de moda el tema de los horarios con que se desarrolla la vida de los
españoles, en concreto, lo tardías que resultan la cena y la franja estelar de
la programación televisiva.
En esta ocasión, fue The New York Times quien sacó el tema,
haciéndose eco, por ejemplo, el mismo ABC
de aquella crónica de Julio Camba.
Bueno, el mismo,
exactamente, no; porque aquel periódico, aun con sólo diez años de vida, no hubiera
cometido el error de este titular.
Y, como ya son las 22:00
PM, me voy a ver si puedo cenar… ayer.
Créditos:
Inicio del artículo La moderna Babilonia, de Julio Camba,
publicado originalmente en ABC el 5
de diciembre de 1913, tomado de Crónicas
de viajes. Impresiones de un corresponsal español, antología de artículos
de Julio Camba realizada por Francisco Fuster, y editada por Fórcola como
número 9 de su colección Periplos
(pp. 296-297), de la biblioteca del autor.
Detalle de la portada de
internet de ABC, ‘capturada’a primera hora de la mañana
del 19 de febrero de 2014 por el autor.
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