Hace una semana que,
finalizadas las Fallas, la ciudad de Valencia ha recuperado su normalidad.
En esta normalidad se
incluye la dificultad para aparcar en ciertas zonas. Dificultad que no existe
en Fallas pues queda anulada por la propia dificultad para circular.
El aparcamiento, como
sabemos, está más o menos regulado por el Código de la Circulación (o como se
llame la ley que hace sus funciones), pero, con estas cosas de las nuevas
tecnologías, más parece que esté a su vez codificado, y nadie entienda cómo
aparcar (me refiero al sitio, no a la forma). No obstante, se siguen
reconociendo fácilmente algunos lugares destinados a ello. Por ejemplo, las
bicicletas (en la acera, claro).
Si el peatón no consigue
encontrar su sitio en la acera, tampoco es recomendable que lo busque en la
calzada, pues, aunque parezca increíble, son muchos los coches que consiguen
aparcar en ella, sin necesidad de hacerlo también en la acera.
Incluso tienen sus zonas
marcadas, las más de las veces, en colores: naranja, azul y… ¡blanco!
Repetimos: naranja, azul y… ¡blanco! Muy bien, una vez más: naranja, azul y…
¡blanco!
¡Y amarillo!
¡Sí, amarillo! Y es que
hay zonas de aparcamiento en cordón (o línea), que también tienen pintada línea
amarilla a trazos la cual prohíbe… ¡aparcar!
Créditos:
Fotografías en varias
calles de Valencia, en marzo de 2014, del autor.
Actualización del 5 de
abril:
El autor quiere hacer
constar la total y absoluta coincidencia entre la publicación de esta tan
demorada anotación y lo sucedido hace dos días en la Gran Vía de Madrid.
Sobre lo cual tal vez
escriba algo… si consigo parar en algún sitio.
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