Es famosa, amén de
importante, la Feria del Libro que se celebra en Fráncfort del Meno.
Como tiene lugar en otoño
(vamos, en octubre), no pude visitarla en enero aun estando en Fráncfort (lo
que, creo, no hace falta explicarlo mediante el espacio-tiempo de Einstein).
El caso es que no por ello dejé los libros de lado, pudiendo visitar, además de las librerías propias
de museos y centros culturales, librerías ‘de verdad’, de las que están en la
calle. En concreto, tres.
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El problema que me
encontré, cuando ya tenía todo cargado, fue que no aceptaban tarjetas de crédito.
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En este caso, no me
encontré con ningún problema, más allá del filosófico que representa entrar en
una librería y no comprar libros (aunque sí unos curiosos cuadernos cuyo
concepto y uso no había visto en ningún otro lugar del Welt).
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Esta visita la dediqué a
intentar aprender, aunque me costó hacerme entender (o que me entendieran, no sé
bien).
Y hasta aquí puedo
escribir (y leer, ya ni te digo).
Lo que aprovecho para
comentar ahora, que se cumplen 80 días de mi regreso de aquellas tierras am Main.
Créditos:
Fotografías de las librerías
en cuestión, en enero de 2014, del autor.
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