El pasado viernes, día 21, se cumplieron
246 años del nacimiento de Jean Baptiste Joseph de Fourier, en tanto que hoy,
según algunas versiones, se cumplen los 265 años del de Pierre Simon deLaplace.
Estos dos científicos, aquel más físico, éste
más astrónomo, y ambos con importantes aportes en la matemática, han dado su
nombre en este campo a una herramienta que facilita el estudio de la, digamos,
realidad. Esta herramienta es la Transformada.
En el campo de la matemática, la
Transformada vendría a ser como si, en la realidad, nos fijáramos en ésta no sólo
desde otro punto de vista, sino más bien, fijándonos en otras cosas menos
evidentes… en el primer vistazo.
Así, se podría definir unos resultados
(una curva en el tiempo), como la suma de una serie de causas de importancia
decreciente, parándonos en el momento que los efectos ya sean inapreciables, o
despreciables (siempre, claro, según lo que nos interese).
No se trata de que veamos la sociedad en
la que vivimos con los cristales de un cientifismo miope, pero sí convendría
saber analizar la vorágine de la sociedad como resultado de diversas causas, y
ponderar bien éstas, sin prejuicios sobre éstas y sin confundir causas con
efectos, ni olvidar que siempre hay situaciones intermedias en las que los
efectos acaban actuando como causas de posteriores efectos.
Y que, en todo caso, lo que en ningún
momento resulta despreciable, aunque la mayoría opine lo contrario, son las
personas que viven en esta vorágine.
En definitiva, se trata de aplicar la
Transformada debida, es decir, la de vida.
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