sábado, 9 de junio de 2012

Mercancía ¿averiada?

Hace dos días, como quien dice, se anunció, en la Universidad de Harvard, lo que vendría a ser conocido como Plan Marshall, por el nombre de su promotor, el General George Marshall, que fue quien hizo la propuesta, a la sazón, Secretario de Estado en el Gobierno de Harry S. Truman.

Terminada la II guerra mundial, regresé a Europa, en 1948, con Averell Harriman, para poner en marcha el Plan Marshall (del que España, como cabía esperar, quedó excluida, a pesar de que todos los países comunistas de la Europa oriental fueron invitados a participar, aunque no participaron porque Moscú les impuso su veto), y leí un análisis de la situación en que se encontraban todos los países de la Europa occidental. De España se decía que estaba afectada, desde hacía seis años, por una tremenda sequía, y que si no recibía una ayuda exterior masiva, el régimen imperante en España se derrumbaría inexorablemente, antes de un año. Pensé que el analista conocía muy poco a los españoles. También se decía, en compensación, que España, incluso en el caso de no recibir ayuda de los Estados Unidos, ofrecería resistencia, si era atacada por los soviéticos. Sólo de otra nación europea se decía lo mismo: Inglaterra.
La exclusión de España del Plan Marshall revelaba a las claras la hostilidad de que este país era objeto. El régimen del general Franco era el pretexto para este trato desigual. Penosamente y despacio, sin ayuda exterior, España se levantó de su postración, y comenzó a transformarse en un país europeo moderno.
Cuando, en 1951, llegué a Europa, con el general Eisenhower, para establecer el Mando Conjunto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, se percibía claramente esa hostilidad contra España en muchos europeos, principalmente los socialistas. Querían boicotear a España, a pesar de que les constaba que no sería el general Franco quien pasaría hambre. (…)
En mi opinión personal, la hostilidad con que muchos gobiernos trataron a España contribuyó en gran medida a fortalecer el régimen de Franco, en méritos del profundo y arraigado sentimiento nacional de los españoles, y ayudó a mantener al Caudillo en el poder hasta su muerte.
El presidente Truman, como buen baptista, era hostil a España. Los presidentes Eisenhower y Nixon nunca lo fueron. (…)
Muchos de aquellos que combatieron a España durante aquellos años procuraban disfrazar su hostilidad como si solo estuviera dirigida contra el régimen de Franco, cuando, en realidad, tenía raíces mucho más profundas.

En realidad, no fue hace dos días cuando se anunció el Plan Marshall, sino que hace dos días, César Vidal Manzanares se marcó una perorata en los micrófonos de En casa de Herrero (ante al ausencia de éste), con la excusa de que dos días antes había sido el aniversario del discurso del General Marshall (día en el que también lanzó su proclama, en el mismo programa, en presencia de su titular, aunque con una intervención grabada como suele hacer en estos casos de recordar algún suceso histórico).

Naturalmente, quedó claro que el único motivo de que no se incluyera a España en las acciones del Plan Marshall, tanto en la breve proclama (min. 17:26 y ss.) como en la más extensa perorata, fue la oposición de los obispos católicos a la única condición que pedía el bueno de Truman: una tímida apertura para la libertad religiosa.

Y eso que según este mozo, el Plan era para frenar el comunismo. Pues menos mal que el maquis fue derrotado, porque si no, el baptista se hubiera lucido.

(Del historiador y su mercancía, no digo nada, que luego todo se sabe.)

(De momento.)

Créditos:
Extracto del capítulo España, de la segunda parte de Misiones discretas, libro de memorias del General Vernon A. Walters, según la traducción de Andrés Bosch, en edición de Planeta de septiembre de 1981 (pp. 320-321).
Fotografía de la placa que, en francés, recuerda el medio siglo de la puesta en marcha del Plan Marshall, en la fachada del Hotel Tayllerand, en París, de septiembre de 2008, del autor.

1 comentario:

  1. Respecto a la cuestión religiosa, esta mañana escuché en la radio (no recuerdo ahora si a FJL o a Carlos Herrera -a alguno de sus contertulios, quiero decir) que la principal oposición estos días de atrás a conceder el "rescate financiero" a España procedía de países como Finlandia, donde el luteranismo estaba empujando hacia un antieuropeísmo radical, o una separación completa entre la Europa protestante y la católica (vaga, aprovechá, despilfarradora...).

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