viernes, 15 de junio de 2012

Años no, futuro

Oh, mirar al futuro es más hermoso que soñar con nostalgia en el pasado. También se sueña al adentrarse mentalmente en el futuro. ¿No hay algo maravilloso en todo esto? ¿No sería acaso más inteligente por parte de la gente sensible dedicar su entusiasmo y sus intuiciones a los días que vendrán más que a los ya pasados? Los tiempos venideros son para nosotros como niños, que necesitan de nuestra atención más que las tumbas de los fallecidos, que quizá adornamos con un cariño algo exagerado: ¡los tiempos pasados! El pintor hará bien en diseñar ahora vestidos para hombres lejanos que sabrán llevarlos con decoro y libertad; el poeta sueña con virtudes para gente fuerte, no corroída por nostalgias de ningún tipo; el arquitecto inventa, como mejor puede, formas que den impulsos cada vez más fascinantes a la piedra y a la construcción: se encamina al bosque y observa con qué altura y nobleza se alzan los pinos desde el suelo para tomarlos como modelo en futuras construcciones, y el hombre en general, presintiendo el futuro, echa por la borda muchas cosas vulgares, innobles e inservibles, y cuando su esposa le tiende la boca para recibir un beso, él le susurra al oído lo que piensa, tal y como sabe hacerlo, y la mujer sonríe.

Felicidades en cada cumpleaños, porque los sueños del futuro están más cerca.

Créditos:
Extracto de la obra de Robert Walser, Los hermanos Tanner, según traducción de Juan José del Solar (Siruela, 2000), tomado de la primera edición de marzo de 2012 en DeBols!llo (pp. 255-256).

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