“Hilaire Belloc, amigo de Chesterton,
insistió con pugnaz certeza en que «fuera [de la Iglesia] está la Noche y las
cosas extrañas de la Noche». Si no deseamos ser criaturas de la Luz, seremos
criaturas de la Noche y seguidores de las cosas extrañas de la Noche. «La
cuestión ya está muy clara», dijo Chesterton en su lecho de muerte. «Se debate
entre la luz y la oscuridad y cada uno debe escoger de qué lado está».
Poco después de la muerte de Chesterton
en 1936, el Papa Pío XI envió un telegrama que se leyó a la vasta multitud
reunida para la misa de réquiem en su honor en la catedral de Westminster. En
dicho telegrama, el Papa describió a Chesterton como «un dotado Defensor de la
Fe Católica». (…) Resultó particularmente acertado que Chesterton fuera el
primer inglés que tuviera el honor de recibir del Papa el título de Defensor de
la Fe desde que Enrique VIII lo ostentara cuatrocientos años atrás. Pienso que,
situándose al margen de la Iglesia católica, el rey había condenado a su nación
y a sus descendientes a una existencia nocturna durante la cual muchas cosas
extrañas emergieron de la oscuridad; una de las más notables, lo que irónicamente
se llamó el «Siglo de las Luces». En medio de este soberano disparate,
Chesterton, un simple trabajador, se convirtió en el apóstol del sentido común.
Como luz en la oscuridad de la Inglaterra moderna, Chesterton merecía el título
que el Papa le había conferido. Fue y sigue siendo, un indomable Defensor de la
Fe.”
“Por supuesto, la paradoja le da mucho juego, pero tengamos cuidado con el tópico de clasificarlo como paradojista
profesional. Su amigo Hilaire Belloc advertía del riesgo de entender por paradoja
una «tontería por medio de contradicción» y no una «iluminación mediante una
yuxtaposición inesperada». «Pensar –había definido Chesterton– es conectar
ideas»; y a él, a menudo, al hacer la conexión le saltaba un chispazo
sorprendente…, y luego se encendía la luz. Más que paradojas puras, a lo Zenón,
lo que le caracteriza es la perspectiva del que contempla el paisaje boca
abajo, haciendo el pino o dando una voltereta, en un ejercicio que repite
insistentemente en sus libros, o el que lo mira por el envés, a la vuelta de un
viaje, por ejemplo, y que, gracias a ese punto de vista dislocado, da con la
increíble verdad. (…) Daré solo una muestra de este mirar las cosas por el otro
lado. Tras tantas y tantas vueltas a la fe y a la razón como contrapuestas o
complementarias, apunta Chersterton: «Es ocioso estar discutiendo la eterna
alternancia de la razón y la fe. La razón es, por sí misma, artículo de fe». Y
sentimos que tiene –además de gracia– razón.”
Extractos de los artículos:
G. K. Chesterton: Fidei Defensor, de
Joseph Pearce, en traducción de Jaime Bonet (12-13)
Chesterton, autor –sobrevenido– de aforismos,
de Enrique García-Máiquez (pp.22-23)
publicados ambos en el número 136 de
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte.
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