“- Va a haber tormenta –dijo
Manuel Vicent afinando en la voz el timbre que suelen utilizar los hombres del
tiempo cuando dan a conocer un pronóstico negativo–. ¡Y será de aúpa!
- ¿Cómo lo sabes? –preguntó
Irene.
- ¡Por el mar! ¡Me
apuesto lo que quieras a que es por el mar! –exclamó Jaime.
- ¿Por el mar? –objetó Vicent–.
¡Nooo! ¡Ya me gustaría a mí saber leer sus designios, pero son inescrutables!
¡Como los de todos los dioses!
- ¿Entonces por qué lo
sabes? –indagó Irene.
- Por la televisión –respondió
el escritor disculpándose con un gesto de los hombros por dar una contestación
tan poco literaria–. Lo he oído en las noticias mientras me recortaba la
perilla.”
El establecimiento de
Sherlock Holmes como prototipo de persona muy observadora gracias a lo cual
consigue deducir gran cantidad de información dio pie a que estas cualidades
fueran objeto de caricatura y humor.
No sé si Luis Herrero será
aún el último en haberlo hecho, pero desde luego, no ha sido el primero.
El primero fue…
¡elemental, mis queridos lectores!: el propio Arthur Conan Doyle.
Y qué mejor momento de
hacerlo que en el regreso literario del personaje.
Recordemos que en
diciembre de 1893 nos enteramos, como se nos narró en El problema final, de que Holmes y Moriarty caen
ambos por la catarata de Reichenbach. A todos los efectos literarios, Sherlock Holmes
había fallecido. A los efectos vitales, no: continuó, a través de sus seguidores,
presente en la vida de Conan Doyle, quien, finalmente, cedió, y en agosto de
1901 inició la publicación por entregas de una nueva novela, El perro de los Baskerville… aunque cedió poco, ya que esta aventura se sitúa en el tiempo
antes del famoso viaje a Suiza.
Y así fue el regreso
literario:
“El señor Sherlock Holmes,
que por lo general se levantaba muy tarde, excepto en las frecuentes ocasiones
en que pasaba en vela toda la noche, estaba sentado a la mesa del desayuno. Yo
me hallaba de pie junto a la chimenea y recogí el bastón que nuestro visitante
había olvidado la noche anterior. Era sólido, de madera de buena calidad, con
la cabeza en forma de bulbo, del tipo conocido como «bastón de Penang». Justo
debajo del puño había una ancha placa de plata, de casi una pulgada, con la
inscripción «A James Mortimer, M.R.C.S., de sus amigos del C.C.H.», y una fecha
«1884». Era el clásico bastón que solían llevar los médicos de cabecera chapados
a la antigua: digno, sólido y tranquilizador.
- Bien, Watson, ¿qué me
dice usted de él?
Holmes estaba sentado de
espaldas a mí, y yo no había dado indicios de lo que me ocupaba.
- ¿Cómo sabe lo que estoy
haciendo? A veces parece que tenga usted ojos en la nuca.
- Lo que tengo es una
cafetera plateada y bien bruñida delante de mí – dijo.”
Créditos:
Inicio del capítulo XVII
El preludio de la tormenta, de la obra de Luis Herrero Los días entre el mar y
la muerte, editada por La esfera de los libros.
Inicio del capítulo I El
señor Sherlock Holmes, de la obra El perro de los Baskerville, de Arthur Conan
Doyle, según traducción de Esther Tusquets, editado por Nórdica Libros en su
colección Nórdica Ilustrados.
Menos mal que ya sabemos que Conan Doyle hubo de resucitar a Sherlock por petición popular porque, de otra forma, nos hubieras fastidiado el asuntín ;-)
ResponderEliminar¿Estás leyendo la novela de Luis Herrero? Ya contarás. Yo desconfío bastante: leí hace poco la de Mamen Gurruchaga y me resultó un pestiño infumable.
También leí una de Isabel San Sebastián y ésa estuvo bastante mejor, aunque de la 2ª he oído críticas muy negativas.
PD: ¿no has sopedado la idea de quitar lo de la verificación de palabra? Cada vez es más difícil entender las letrujas que te proponen para desmotrar tu condición humana.
S.Cid:
ResponderEliminarQue resucitó no hace falta probarlo: no hay más que ver la reciente serie de televisión [¿Y qué mayor petición popular que la tele? ;-)]
Sobre la novela, ni sí ni no: quiero decir, que para cuando preguntaste, no la estaba leyendo... porque ya la había terminado. (Y sí, algo contaré)
Sobre las otras referencias que mencionas, una autora no sé quién es, y la otra, sólo he leído algún artículo en prensa, y oído un discurso en una concentración de Peones Negros en Valencia hace mucho.
Sobre la postdata, no he sopedado nada, y aunque es cierto lo que dices (¡por supuesto!) no sé cómo se quita.
Un saludo.
Se te pasó el "desmotrar".
ResponderEliminarPues es bien fácil quitar lo de la palabra de verificación (que cada día que pasa la que ponen es más intrincada) :-p
A mí también me gustaría saber cómo se quita los de la palabreja maldita.
ResponderEliminarEl libro de Luis Herrero se deja leer.
Respecto a la serie Sherlock, el otro día ya salió Irene Adler. No está mal la serie, y no vale decir que se desarrolla hoy como punto negativo. Basil Rathbone y Nigel Bruce en su serie de películas sobre el famoso personaje protagonizaron alguna que se desarrollaba en la 2ª Guerra Mundial.
Y a ver quién es el guapo o guapa que se mete con Basil Rathbone estando yo delante.
Actor que dio medio título a la película de dibujos que se hizo sobre el personaje: Basil el ratón superdetective".
¡Ahí es nada!
Un saludo
S.Cid: ¡Ah! ¿No era una de las palabrejas de 'verificación'? Gracias, en cualquier caso, por la información para poder quitarla.
ResponderEliminarcaraguevo: De la serie sólo he visto una parte en la que Moriarty se deja atrapar, pero no sé ni cómo empezó ni cómo acabó el episodio. Por cierto, al comprobar el nombre del malo en Basil (que es Profesor Ratigan, y no Ratimer, como en algún momento he dudado) he visto que la voz original de éste es de Vincent Price, y que en algún momento de la película parece usarse la voz del mismísimo Basil Rathbone (pero no me preguntes cuándo).
Un saludo (tardío) a ambos.