sábado, 11 de febrero de 2012

La gran gesta en el gran río

Amaneció el 12 de febrero de 1542. Navegaban río abajo desde muy temprano. Con gran sorpresa de todos, empiezan a divisar desde lejos que el río por el que van (el Napo), desemboca en otro mayor.
Llegan a la imponente majestuosidad de la llanura líquida del gran río, al que ellos mismos acabarían llamando AMAZONAS.
Navegan por la línea central del río. Tanto una orilla como otra se ven lejos.
Nueve días continuaron navegando por el inmenso río, haciendo algunas noches, no todas, desembarcos para descansar. En todo ese tiempo no vieron ningún poblado.

Entre los diversos libros que me fueron regalados con motivo de mi Primera Comunión figura Exploraciones del Amazonas, en la maravillosa colección El Globo de Colores, que editaba Aguilar, libro con el que me enteré de la gesta realizada al mando del capitán Francisco de Orellana por un pequeño grupo de españoles, como fue el completo recorrido a lo largo de los ríos de la Amazonia.

Para narrar dicha gesta hay que tomar como base fundamental la Relación del descubrimiento del famoso río grande que desde su nacimiento hasta el mar descubrió el Capitán Orellana en unión 56 hombres, escrita por Fray Gaspar de Carvajal en primerísima persona, pues, siendo uno de los integrantes de la expedición, actuó de cronista de la misma, como solía hacerse entonces en toda acción emprendida por los españoles.

Sin embargo, en relación a lo que hemos transcrito, hay una pequeña diferencia. Dice Fray Gaspar: “Salimos deste pueblo y caminamos por nuestro río a vista de buenos pueblos; y yendo así, un domingo de mañana, a una división que el río hacía, que se partía en dos partes”.

Y siendo claro que un fraile no confundiría nunca un domingo con otro día de la semana, resulta ser que el día en que propiamente vieron los españoles el curso alto del río Amazonas fue el domingo, 11 de febrero de 1542.


En ese momento, aun cuando al río le faltara todavía tiempo en recibir dicho nombre, los españoles ya sabían de estas mujeres, en concreto, en un poblado en el que habían confraternizado con los nativos (gracias, como dice Fray Gaspar, después de a Dios, a que el Capitán Orellana conociera su lengua):
Aquí nos dieron noticias de las amazonas y de la riqueza que abajo hay, y el que la dio fue un indio llamado Aparia, viejo que decía haber estado en aquella tierra”.

Tras abandonar el poblado (“partimos, día de Nuestra Sra. La Candelaria”), llegaron, como hemos dicho, tal día como hoy al río actualmente conocido como Amazonas, aunque no fue hasta cuatro meses después que las vieron, en concreto, el día de San Juan Bautista de 1542, como no podía ser menos, en plena batalla:
Aquí fue una muy gran y peligrosa batalla, porque los indios andaban mezclados con nuestros españoles, que se defendían tan animosamente que era cosa maravillosa de ver. Anduvóse en esta pelea más de una hora, que lo indios no perdían ánimo, antes parecía que se les desdoblaba, aunque vían muchos de los suyos muertos y pasaban por encima de ellos, y no hacían sino retraerse y tornar a revolver. Quiero que sepan cual fue la cabsa por qué estos indios se defendían de tal manera. Han de saber que ellos son subjetos y tributarios a las amazonas, y, sabida nuestra venida, vanles a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas, y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía, delante de nosotros le mataban a palos; y esta es la cabsa por donde los indios se defendían tanto. Estas mujeres son muy blancas y altas, y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza, y son muy membrudas y andaban desnudas en cuero, tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios; y en verdad que hubo kmujer de éstas que metió un palmo de flecha por uno de los bergantines, y otras que menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín. Tornando a nuestro propósito y pelea, fue Ntro Señor servido de dar fuerza y ánimo a nuestros compañeros, que mataron siete u ocho, que éstas vimos de las amazonas, a cabsa de lo cual los indios desmayaron y fueron vencidos y desbaratados con harto daño de sus personas; y porque venía de los otros pueblos mucha gente de socorro y se habían de revolver, porque ya se tronaban (a) apellidar, mandó el Capitán que a muy gran priesa se embarcase la gente, porque no quería poner a risco la vida de todos; y así se embarcaron, porque ya los indios empezaban a pelear, y más que por el agua venía mucha flota de canoas; y así nos hicimos a lo largo del río y dejamos la tierra.

A finales de agosto consiguieron llegar al Océano Atlántico, y a principios de septiembre de 1542 pudo darse como finalizada la expedición de descubrimiento del curso del río Amazonas, con la arribada de los dos bergatines a la isla de Cubagua, junto a la costa de Venezuela, donde había asentados colonos españoles.

Francisco de Orellana perdió la vida en un intento posterior de colonizar aquellas tierras, pasando, prácticamente, al olvido.

Tal vez, por un lado, fuera demasiada gesta para los especialistas en denigrar la Historia de España a base de Leyendas Negras.

Y por otro lado, tal vez, fuera, ni más ni menos, lo que tocaba hacer, y así se hizo, a mayor gloria de Dios y de España.

(Es decir, totalmente merecedores del mayor de los olvidos)

Créditos:
Portada e ilustración (ambas de Rafael Munoa) y extracto del capítulo A lo largo del Amazonas, de la obra de Luis Escobar Bareño Exploraciones del Amazonas, editada en su colección El Globo de Colores, serie verde, por Aguilar, en 1960 (pág. 41).
Extractos de la transcripción de la Relación del descubrimiento del famoso río grande que desde su nacimiento hasta el mar descubrió el Capitán Orellana en unión 56 hombres, escrita por Fr. Gaspar de Carbaxal del órden de Santo Domingo de Guzmán, publicada junto a su edición facsímil, incluídas en su Descubrimiento del río de las amazonas por José Toribio Medina, publicada en Sevilla en 1894, y tomados de la edición facsímil de ésta publicada por Estudios, Ediciones y Medios - EDYM y la Biblioteca Nacional, en Valencia, en 1992 (pp. 222, 226, 258).
Imagen de la dicha transcripción, tomada de la referida edición, destacando sobre ella la palabra ‘amazonas’ y la parte donde se las describe.

2 comentarios:

  1. Ese era mi aitá, Rafael Munoa, recientemente fallecido, el 10-5-2012, siempre me asombra y enternece y enorgullece ver que se escogen obras suyas para ilustrar blogs, muchas gracias, Claudio Munoa

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  2. De nada; gracias a él y a su trabajo.
    Siento que este contacto sea con tan triste noticia.
    Le acompaño en el sentimiento.
    Un abrazo.

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