Justo a tiempo me he podido enterar esta noche de que en Intereconomía se emitía un programa especial sobre el Valle de los Caídos.
Con independencia de
comentar con tranquilidad lo en él dicho y expuesto, sí hay una cosa que me ha
llamado la atención, visto que en la actualidad, y como no sólo dice uno “la
economía lo es todo”.
Según se ha dicho, la
financiación del monumento de reconciliación tuvo tres líneas principales:
La primera, el sobrante
habido en el fondo general de apoyo a la causa nacional recolectado durante la
guerra, evidentemente, en la zona bajo control nacional (entre otras cosas,
las alhajas donadas por tantas y tantas familias)
La tercera, donativos
expresos realizados por particulares ya durante la construcción del monumento.
Y la segunda fue una
prolongación del método utilizado para reconstruir la Ciudad Universitaria de
Madrid: sorteos especiales de la Lotería Nacional a beneficio de las obras.
Y es que había una
directriz clara y rotunda en aquel entonces: el monumento no debía costar un céntimo
a los Presupuestos del Estado, que ya tenían muchas cosas que hacer y rehacer.
Como ahora.
Créditos:
Fotografía de la Cruz y Monasterio del Valle de los Caídos, tomada desde Cercedilla en julio de 2008, por el autor.
Sí..., igualito...
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