En 1983 fui beneficiario de una beca de prácticas de verano concedida por la entonces Hidroeléctrica Española S.A. a desarrollar en la Central Nuclear de Cofrentes, todavía en construcción.
Como bien se recuerda en la noticia de J.Sierra en Levante, la Central Nuclear había sufrido el otoño anterior una importante inundación del río Júcar, que quedó cercana del Parque de 400 kV (manteniéndose la propia Central mucho más arriba del nivel de la inundación), y que, trágicamente, arrastró uno de los autobuses de transporte del personal que trabajaba en la construcción, falleciendo nueve de los trabajadores.
No sé dónde exactamente estará la documentación que entonces nos dieron, pero parte de ella la he recordado estos días oyendo y leyendo las ‘noticias’ sobre la situación de la Central de Fukushima. Así, he recordado lo de los reactores de agua en ebullición (frente a los de agua a presión), o el sistema de contención del núcleo (Mark I en el caso del Japón, Mark III en el de Cofrentes, más reciente).
También recuerdo que existen sistemas de control de la potencia del reactor, destacando, entre los de seguridad, uno prácticamente irreversible, ya que ‘envenena’ el núcleo, bloqueando el proceso de fusión nuclear. Sobre este tipo de sistemas no he leído nada en el caso de Fukushima, por lo que no sé si es que tras el tsunami se vio afectado, o si la Central no disponía de este tipo de sistemas.
Lo irónico de la situación, con todos los esfuerzos por enfriar los reactores con agua de mar, es que podría pensarse que el problema ocasionado por un tsunami potente, lo podría resolver otro tsunami potente.
Lo que no es ninguna ironía es el trabajo de todos los que están luchando contra la situación. Hay una breve descripción de estas personas en Libertad Digital; lo que de momento sólo he oído en COPE es que muchos de ellos son trabajadores de la empresa ya jubilados, que se han presentado voluntarios para este trabajo, que en parte era el suyo cuando estaban en activo, con el argumento, además de la voluntariedad y la colaboración, de que como ya peinan canas, la radiación que puedan recibir tendrá menos tiempo para causarles perjuicios, no así en el caso de los más jóvenes.
Hace setenta años empezó a conocerse en Occidente los ataques desesperados del Ejército Nipón, ataques o cargas banzai, por el grito de ataque. Estamos viendo un ataque similar, desesperado, casi suicida para los atacantes, y que Dios quiera que tengan éxito.
La tradicional reverencia japonesa en los saludos se queda corta ante la que merecen estas personas
Créditos:
Fotografía tomada de Libertad Digital.
Como bien se recuerda en la noticia de J.Sierra en Levante, la Central Nuclear había sufrido el otoño anterior una importante inundación del río Júcar, que quedó cercana del Parque de 400 kV (manteniéndose la propia Central mucho más arriba del nivel de la inundación), y que, trágicamente, arrastró uno de los autobuses de transporte del personal que trabajaba en la construcción, falleciendo nueve de los trabajadores.
No sé dónde exactamente estará la documentación que entonces nos dieron, pero parte de ella la he recordado estos días oyendo y leyendo las ‘noticias’ sobre la situación de la Central de Fukushima. Así, he recordado lo de los reactores de agua en ebullición (frente a los de agua a presión), o el sistema de contención del núcleo (Mark I en el caso del Japón, Mark III en el de Cofrentes, más reciente).
También recuerdo que existen sistemas de control de la potencia del reactor, destacando, entre los de seguridad, uno prácticamente irreversible, ya que ‘envenena’ el núcleo, bloqueando el proceso de fusión nuclear. Sobre este tipo de sistemas no he leído nada en el caso de Fukushima, por lo que no sé si es que tras el tsunami se vio afectado, o si la Central no disponía de este tipo de sistemas.
Lo irónico de la situación, con todos los esfuerzos por enfriar los reactores con agua de mar, es que podría pensarse que el problema ocasionado por un tsunami potente, lo podría resolver otro tsunami potente.
Lo que no es ninguna ironía es el trabajo de todos los que están luchando contra la situación. Hay una breve descripción de estas personas en Libertad Digital; lo que de momento sólo he oído en COPE es que muchos de ellos son trabajadores de la empresa ya jubilados, que se han presentado voluntarios para este trabajo, que en parte era el suyo cuando estaban en activo, con el argumento, además de la voluntariedad y la colaboración, de que como ya peinan canas, la radiación que puedan recibir tendrá menos tiempo para causarles perjuicios, no así en el caso de los más jóvenes.
Hace setenta años empezó a conocerse en Occidente los ataques desesperados del Ejército Nipón, ataques o cargas banzai, por el grito de ataque. Estamos viendo un ataque similar, desesperado, casi suicida para los atacantes, y que Dios quiera que tengan éxito.
La tradicional reverencia japonesa en los saludos se queda corta ante la que merecen estas personas
Créditos:
Fotografía tomada de Libertad Digital.
En el verano de 1983 yo acababa de terminar la EGB y mi única preocupación era disfrutar de unas buenas vacaciones... ¡Qué tiempos! Quién los pillara otra vez.
ResponderEliminarUnos años antes de eso, se había estado construyendo la central nuclear de Valdecaballeros, cerca de donde mi padre estaba destinado. Hubo protestas (incluso recuerdo a mi madre preguntándole a mi padre si aquello sería peligroso), pero no muchas. De hecho, dio tanto trabajo que, cuando la cerraron (en realidad, ¿la abrieron alguna vez?), la gente sí que protestó por la pérdida de puestos de trabajo.
Los trabajadores de la central de Fukushima son unos héroes, sí, aunque el planeta entero se entretenga más en calibrar si las centrales nucleares de España o Alemania serían capaces de soportar un maremoto (hay que jorobarse) y toda la demagogia política no les dedique un sólo pensamiento a esos héroes y sí muchos a la forma en que pueden ganar medio voto más. ¡Qué asco!
¿Nucleares? Sí, gracias.
Todo pomposo él, Z, anunció hace unos días que se iba a revisar la seguridad de nuestras centrales nucleares.
ResponderEliminar¡Ay qué risa!
Hace unas semanas un grupo de ecolojetas invadieron la central nuclear de Cofrentes e hirieron a un guardia de seguridad. Y supongo que se irán de rositas.
.
¿Qué dice que va a revisar?
S.Cid: pues hasta donde recuerdo, Valdecaballeros no llegó a abrirse nunca. Por cierto, al coincidir la parte final de la construcción de Cofrentes con el inicio de Valdecaballeros, había gente que iba a pasar hacia allá. Aunque no sé si la política de Felipe González les dio tiempo para ello.
ResponderEliminarPor supuesto, la demagogia que no falte.
Sobre otros acontecimientos personales, no deduciré nada.
Caragüevo: supongo que se referirá a que visto que un vigilante ha resultado herido, por su seguridad... ¡hay que quitar los vigilantes!
Un saludo a ambos.
Sí, eso me sonaba: que nunca funcionó la central. Al menos jamás oí decir que lo hiciera, pero construida, la construyeron (aunque supongo que incompleta, claro). ¿No se podría poner eso en marcha? Ya que está ahí...
ResponderEliminarAhora que dices lo de Cofrentes, empiezo a hilar ciertas ideas, porque por aquella época llegaron un montón de familias valencianas (sus hijos vinieron al colegio y fueron compañeros míos) al pueblo donde yo vivía, cercano a Valdecaballeros, para trabajar en la central.
Sobre los "otros acontecimientos personales" y las "deducciones" holmelianas, ten en cuenta que soy muuuuyyyyy inteligente y que bien podría haber ocurrido que fuera unos cuantos cursos adelantada con respecto a mi edad...
PD: Por cierto, una "beca de prácticas" en una central nuclear... también obliga a ciertas deducciones ;-)
Saludos.
No sé cómo dejarían las obras, pero en general, se estropea todo más por no utilizarse (y por tanto, no mantenerse) que por estar en uso.
ResponderEliminarResultaría curioso que al final tuviéramos conocidos comunes de hace tanto tiempo. Sí serían amistades 'atómicas', ¿no?
Respecto de las deducciones, la primera que comentas, debo reconocer que tenía que haberme dado cuenta de ello; y sobre la segunda, sólo que estaba en la Universidad, cosa que, por otro lado, ya se podía sospechar. Nada más. (¿Ha colado? ¿He estado convincente?)
Un saludo.
Sí, sí..., lo has estado. No como otros...
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