lunes, 21 de marzo de 2011

La imaginación ganó por 43 años

A las cinco de la mañana del 21 de marzo, me encontraba ya en cubierta. El capitán Nemo, que se había anticipado, me dijo que el tiempo tendía a despejar y que luego de almorzar nos trasladaríamos a tierra.
En efecto. En la canoa embarcamos el capitán Nemo, dos marineros y yo. Llevábamos con nosotros los instrumentos necesarios, o sea un cronómetro, un anteojo y un barómetro.
Hacia las nueve atracamos en tierra. El cielo había aclarado, las nubes huían en dirección sur y las brumas se levantaban de la helada superficie de las aguas. El capitán se dirigió al picacho, en el cual seguramente quería establecer su observatorio. La ascensión fue penosa, pues hubimos de hacerla sobre lavas cristalizadas y piedra pómez, y entre una atmósfera saturada a menudo por las emanaciones sulfurosas de las fumarolas.
Dos horas invertimos en alcanzar la cima de aquel pico, mezcla de pórfido y basalto.
El capitán Nemo, al llegar a la cúspide del picacho, calculó con toda minuciosidad su altura, valiéndose del barómetro. Poco después, provisto de un anteojo de retículas, que con el auxilio de un espejo corregía la refracción, observó el astro diurno, que trasponía poco a poco el horizonte siguiendo una diagonal muy pronunciada. Yo tenía el cronómetro. El corazón me latía aceleradamente. Si la desaparición del disco solar coincidía con las doce del cronómetro, nos encontrábamos en el mismo polo.
- ¡Las doce! –exclamé.
- El polo sur –respondió el capitán con solemne acento, dándome el anteojo, a través del cual pude ver el sol cortado en dos mitades exactamente idénticas por el horizonte.
El capitán Nemo apoyó su mano en mi hombro y me dijo:
- Nadie hasta ahora ha llegado al grado noventa y nueve, o sea al polo sur. Pues bien, hoy, 21 de marzo de 1868, tomo posesión de esta parte del globo, equivalente a la sexta parte de los continentes conocidos.
- ¿En nombre de quién, capitán?
- En el mío, profesor.
Y al decirlo, desplegó una bandera negra con una “N” bordada en oro en su centro. Después, volviéndose hacia el astro del día, cuyos últimos resplandores lamían el horizonte del mar, exclamó:
- ¡Adiós, sol! ¡Desaparece, refulgente astro! ¡Dejo envuelto en la sombra de una noche de seis meses mi nuevo dominio…!


Así pues, justo hoy hace 143 años que el Polo Sur fue visitado… más o menos.

Dentro de nueve meses (menos una semana) se cumplirán los 100 años de otra forma de llegar al Polo Sur, más heroica y no menos novelable,… que conmemoraremos en su momento.

Nota: lo que entiendo que se trata de una errata, es la latitud que menciona el capitán Nemo. No tengo una edición en francés de esta novela, por lo que ahora no puedo confirmarlo. Pero todo se andará.

Créditos:
Final del capítulo 37 El Polo Sur, de Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, según traducción de Heliodoro Lillo Lutteroth, en edición de Círculo de Lectores de julio de 1969 (pp. 187-188).
Ilustración de Ballestar, en dicha edición (pág. 189).

3 comentarios:

  1. Hace años leí un libro que encontré en las estanterías de uno de mis hermanos. Narraba la, como bien dices, "heróica" y "novelable" aventura de Admunsen y Scott.

    Me bebí el libro. El capítulo correspondiente al sacrificio de Oates me pilló en un vagón del metro. Se me saltaron las lágrimas. No pude evitarlo.

    ¡Cómo me gustó aquel libro!

    Esperaré tu anotación al respecto. Es un asunto que siempre me toca la fibra sensible...

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  2. ¿Y podría conocerse el título del libro en cuestión?
    Curiosidad insana, ya sabes...

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  3. Pues podría conocerse, sí..., pero yo no lo recuerdo (aunque sí me acuerdo de que era un libro no muy moderno y con pastas rugosas de color gris.)

    Preguntaré (aunque la casa de mi hermano es tan pequeña, que la mayor parte de los libros los tiene metidos en cajas repartidos -como otros..., ejem, ejem...- en diversos lugares) a ver si hay suerte y lo tiene a mano para darme título y autor.

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