miércoles, 14 de diciembre de 2011

Llevando la contraria a los clásicos… flexibles

Hay una fábula de Esopo, titulada La encina y la caña que habla sobre lo beneficioso que resulta ser flexible ante “los que son más fuertes”, mostrándolo en que la caña, cediendo antre un “fortísimo viento”, “consiguió librarse de ser arrancada de raíz, mientras que la encina, por resistirse, fue arrancada de cuajo”.
La Fontaine, en su fábula del mismo título, nos muestra tras un diálogo entre encina y caña, más literariamente, idéntico resultado:

Apenas dijo estas palabras, de los confines del horizonte acude furibundo el más terrible huracán que engendró el septentrión. El árbol resiste, la caña se inclina; el viento redobla sus esfuerzos, y tanto porfía, que al fin arranca de cuajo la Encina que elevaba la frente al cielo y hundía sus pies en los dominios del Tártaro.
Babrio, otro fabulador griego (sobre el siglo III d.C.) nos muestra nuevamente el distinto fin de una encina y, en este caso, unos juncos (aunque también figura la caña en el título de la fábula), con la misma conclusión: “la fábula nos revela que nos hay que luchar contra los poderosos, sino ceder”.
Sin embargo, en la reformulación de Babrio hay una variación:
A una encina de raíz arrancó el viento en la montaña y dio con ella en el río. Y éste le arrastraba entre sus remolinos en su enormidad de árbol plantado por hombres de otras generaciones.
Variación que me da pie para contraformular la fábula:
«Y la encina, flotando sobre las aguas y remolinos, en su enormidad de árbol, permitió que un hombre arrastrado como ella por el viento contra las aguas turbulentas del río, se agarrara al tronco, y se salvara de resultar ahogado.»
Créditos:
Transcripciones de La encina y la caña, fábula de Esopo, según traducción de Pedro Bádenas de la Peña, publicada por Gredos en 1982, y reeditada por RBA en el volumen titulado Fábulas, como número 8 de su colección Biblioteca Gredos, en 2006.
Ilustración de Gustavo Doré, mostrando la encina caída, y párrafo final de la fábula, según traducción de don Teodoro Llorente, tomados de Fábulas de La Fontaine, edición facsimilar de Atlas Ediciones en 2007 de la de Montaner y Simón, Editores de 1887.
Transcripciones de La encina y la caña, fábula de Babrio, según traducción de Javbier López Facal, tomadas de la misma obra que las de la fábula de Esopo.

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