lunes, 15 de marzo de 2010

La responsabilidad de la libertad

Creo que únicamente una soledad existe en el mundo más grande que la del jefe militar o la del jefe del Estado, y es la soledad del poeta. Porque, ¿quién podría aconsejarlo en esa incesante sucesión de elecciones que es un poema? Es en este sentido que la responsabilidad significa libertad. Cuantas más decisiones se vea uno obligado a tomar por sí mismo, tanto mayor será la conciencia que tenga de su libertad para elegir. Afirmo que sólo bajo el peso de la responsabilidad adquirimos conciencia cabal de nuestro propio espíritu y que ningún peligro más grave puedo concebir para el mío que el de verlo reflejar la preocupación de ser aprobado por hombre alguno, aunque se tratase de un Catón o de un Bruto. Es mi deber llegar a la decisión como si ella no pudiera ser objeto de comentarios, como si no me viese nadie.
Y, sin embargo, soy un político: debo representar la farsa de la más rendida deferencia a la opinión de los demás. El político es un hombre que simula estar sometido a la universal necesidad de estima, pero no puede simularlo con eficacia, a menos de estar en realidad libre de ella. Tal es la hipocresía fundamental de los políticos, y el triunfo definitivo del caudillo va acompañado por el terror que despierta en los otros hombres la sospecha –que no llega a convertirse nunca en certidumbre– de que su jefe sea indiferente a su aprobación: indiferente e hipócrita. ¿Cómo –se dicen– es posible que no exista en el espíritu de este hombre ese nido de víboras aposentado en el nuestro, y que es a la vez nuestra fortuna y nuestro deleite: la sed de alabanzas, la necesidad de autojustificación, la afirmación del yo, la crueldad y la envidia?


De la obra ya conocida en estas páginas, Los idus de marzo de Thorton Wilder, según traducción de María Antonia Oyuela, en edición de 1974 de Emecé Editores en la colección El libro de bolsillo de Alianza Editorial (pág. 45).

El texto transcrito forma parte del diario epistolar de Julio César a Lucio Mamilio Turrino (veterano compañero suyo en diversas campañas), fechable sobre el día 9 de septiembre del año 45 a.C.

En la reseña que figura en la contraportada del ejemplar se dice: “La estructuración de estos testimonios históricamente falsos pero literariamente coherentes y verosímiles se realiza mediante un montaje de extraordinaria eficacia narrativa”. La novela está “escrita con ironía y escepticismo pero animada por el propósito de mostrar, sobre el trasfondo de uno de los más importantes virajes en la evolución de la civilización occidental, la capacidad de los hombres tanto para el heroísmo, la generosidad y la virtud como para el egoísmo, la traición y la deslealtad.

Como puede verse, resulta tremendamente actual esta Roma de hace 2.055 años. Y da algunas claves importantes; por ejemplo, la vinculación entre responsabilidad y libertad: tal vez estos claros fomentos que a través de la educación, se están haciendo de la falta de responsabilidad, cuando no manifiesta irresponsabilidad, no deje de ser una estrategia para acabar con la libertad.

Aunque sea precisamente en esta fecha del idus de marzo de este año (como el año pasado), Julio César no deja de permanecer vivo.

Actualización: En el tiempo que he tardado en publicar esta anotación, ha coincidido una interesante anotación de S.Cid sobre la soledad y la soledumbre que, como el resto de su diario/blog recomiendo.
(De nada)

1 comentario:

  1. Pues yo hace tan sólo unos días que acabé la lectura de esta novela..., a la cual no he sacado el jugo que hubiera sido menester, por lo bien que está escrita, pensada y estructurada. Me ha pillado, para mi desgracia, en mala época.

    Y..., sí, responsabilidad y libertad van tan unidas... Fui verdaderamente consciente de ello por primera vez cuando, después de aprobada la Selectividad, me hallé ante el formulario ante la disyuntiva de qué carrera elegir. "¡Dios mío -pensé- qué de ventajas tiene ser niño!". Ahora, como tenemos una generación ni-ni (¿no la llaman así?), poco hay que decir sobre libertad y responsabilidad.

    En cuanto a las palabras que escribes sobre mi entrada..., bueno, gracias. Aunque..., no sé si ese "de nada" tuyo es para que yo te dé las gracias... o para que te las den los lectores de tu diario a los que recomiendas el mío..., por la maravillosa reflexión sobre la soledad y la soledumbre con la que se van a deleitar... ;-)

    Saludos

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