En su momento comenté sobre el tema de las listas de libros que dejaba encargadas, y que, como resultado de la primera, adquirí Operación Chaplin, de Emilio Campmany, en edición de Algaida de 2003.
En la contraportada, se anuncia esta primera novela de Emilio Campmany de la siguiente manera:
“En Madrid, en la primavera de 1995, un grupo terrorista prepara un atentado contra el líder de la oposición. Pero éste suceso –de una envergadura sólo comparable al asesinato de Carrero Blanco, más de veinte años antes– no es más que el último cabo de una enrevesada madeja, donde confluyen los oscuros intereses de la propia organización terrorista, el nerviosismo de un sector de los servicios secretos españoles y una investigación periodística en apariencia irrelevante”.
La obra, finalmente, acaba como sigue:
“«El terrorismo de ETA situó ayer en el centro de Madrid su desafío. El líder del Partido Popular, José María Aznar –al que avalan ocho millones de votos en su camino hacia la presidencia del gobierno– sufrió solo un ligero corte en la mejilla, pero los cuarenta kilos de amonal y otros tantos de tornillería que destrozaron su coche blindado buscaban arrebatarle la vida. Se salvó porque el comando Madrid utilizó en esta ocasión un sistema poco preciso y se precipitó un segundo…» Nada en ellos se se decía de una Operación Diablo o de una Operación Chaplin. Gaspar leía a la vez que pensaba en por qué su artículo tuvo que acabar en el cesto de los papeles. (…) «De esto, por el momento, ni una palabra». Gaspar hizo bascular su butaca hacia atrás y miró al techo, hacia las rejillas que protegían los tubos de neón. «Quizá un día pueda saberse toda la verdad que hay encerrada en ese segundo». Abandonó la meditación y tomó los originales que tenía encima de su escritorio.”
Unos meses después de escribirse la novela, hace seis años exactos, sí se produjo un atentado “de una envergadura sólo comparable al asesinato de Carrero Blanco”, y sobre el cual, son muchos los que opinan que «De esto, por el momento, ni una palabra», mientras que otros están luchando para que «Quizá un día pueda saberse toda la verdad que hay encerrada en ese segundo».
Descansen en paz.
En la contraportada, se anuncia esta primera novela de Emilio Campmany de la siguiente manera:
“En Madrid, en la primavera de 1995, un grupo terrorista prepara un atentado contra el líder de la oposición. Pero éste suceso –de una envergadura sólo comparable al asesinato de Carrero Blanco, más de veinte años antes– no es más que el último cabo de una enrevesada madeja, donde confluyen los oscuros intereses de la propia organización terrorista, el nerviosismo de un sector de los servicios secretos españoles y una investigación periodística en apariencia irrelevante”.
La obra, finalmente, acaba como sigue:
“«El terrorismo de ETA situó ayer en el centro de Madrid su desafío. El líder del Partido Popular, José María Aznar –al que avalan ocho millones de votos en su camino hacia la presidencia del gobierno– sufrió solo un ligero corte en la mejilla, pero los cuarenta kilos de amonal y otros tantos de tornillería que destrozaron su coche blindado buscaban arrebatarle la vida. Se salvó porque el comando Madrid utilizó en esta ocasión un sistema poco preciso y se precipitó un segundo…» Nada en ellos se se decía de una Operación Diablo o de una Operación Chaplin. Gaspar leía a la vez que pensaba en por qué su artículo tuvo que acabar en el cesto de los papeles. (…) «De esto, por el momento, ni una palabra». Gaspar hizo bascular su butaca hacia atrás y miró al techo, hacia las rejillas que protegían los tubos de neón. «Quizá un día pueda saberse toda la verdad que hay encerrada en ese segundo». Abandonó la meditación y tomó los originales que tenía encima de su escritorio.”
Unos meses después de escribirse la novela, hace seis años exactos, sí se produjo un atentado “de una envergadura sólo comparable al asesinato de Carrero Blanco”, y sobre el cual, son muchos los que opinan que «De esto, por el momento, ni una palabra», mientras que otros están luchando para que «Quizá un día pueda saberse toda la verdad que hay encerrada en ese segundo».
Descansen en paz.
Ojalá puedan hacerlo, aunque me temo que más de uno se estará revolviendo en su tumba viendo lo que han hecho... con la investigación y el juicio del atentado que les costó la vida. En fin...
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