La otra ópera del programa estrenado el pasado jueves, es Caballería rusticana, de Pietro Mascagni, con libreto de Giovanni Targioni-Tozzetti y Guido Menasci.
Al igual que en el caso de La vida breve, la trama está impregnada de celos. Bueno, de celos, y de engaño, traición, honra, venganza,…
Aunque quizá lo más triste de la obra sean los celos de… la obra misma. Mascagni presentó la obra a un concurso que se había convocado para óperas de un acto, lo ganó, la ópera se representó el 17 de mayo de 1890, fue un gran éxito… y Mascagni nunca más volvió a tener éxito similar alguno.
La obra se desarrolla en un pueblo de Sicilia, y se inicia con Santuzza en escena, mientras suena la orquesta, y en seguida, fuera de escena, se oye a Turiddu, su amante, cantando líricamente las excelencias de una mujer. Al finalizar, la orquesta retoma la intensidad musical y dramática, en medio de la desesperación de Santuzza, pues la mujer alabada no es ella, sino Lola.
Todo el desarrollo de la obra es consecuencia de esos celos que tiene Santuzza, actuando, como detonante de la lógica tragedia final, el desprecio que en un determinado momento le muestra Turiddu, siendo por ello maldecido por Santuzza.
La producción presentada es la que preparó el Teatro Real de Madrid hace tres años, también con Giancarlo del Monaco, donde solo hay dos colores: el blanco de la escena y el negro del vestuario, lo que verdaderamente impresiona.
El momento musical más conocido de la obra es el Intermezzo, por lo que los enlaces que voy a poner tienen otros motivos, entre ellos, por supuesto, el, digamos, sentimental.
Por un lado, se trata de la alabanza de Lola que, como hemos dicho, se oye cantar a Turiddu al principio de la obra. En primer lugar, tenemos un enlace que realiza una comparación entre Plácido Domingo y el gran Mario del Monaco (efectivamente, padre de Giancarlo del Monaco); y en segundo lugar, otro español, éste, naturalmente, desconocido en general, y de los valencianos en particular, a pesar de ser de aquí y tener incluso una calle dedicada con su nombre artístico: Antonio Cortis.
Por otro lado, se trata del aria “Voi lo sapete”, con la que Santuzza le cuenta todos sus temores a Mamma Lucia, madre de Turiddu. Canta, en un recital, Maria Callas.
Como era de justicia, al finalizar la representación los esfuerzos fueron recompensados con sentidos aplausos, incluyendo a Lorin Maazel y Giancarlo del Monaco entre los intérpretes (aunque ‘de paisano’).
¡Ah, que se me olvidó el otro día! Finalizando la última bajada del telón, se pudo oír tal vez lo más gratificador del ensayo general: las voces de la gran alegría de todos los que estaban en el escenario.
Nota: tal vez alguien se haya dado cuenta de que no ‘todo’ el vestuario de los intérpretes era negro, pero de eso hablaremos en otro momento.
Créditos:
Escenografía en el Teatro Costanzi de Roma, y foto de Pietro Mascagni (en el centro, sentado) junto con los principales intérpretes y el director, ambas del día del estreno. Tomadas de Mascagni-Cavalleria rusticana. Leoncavallo-I pagliacci, en edición de 2007 de RBA Coleccionables, como número 10 de la colección Grandes óperas. Deutsche Grammophon.
Fotos de diversos momentos del saludo final, del autor.
Actualización (30 de marzo):
Hoy se publica en el periódico Levante, aunque bajo la firma de G. García-Alcalde otra reseña sobre el estreno, donde sí hace mayor referencia a Caballería rusticana.
Al igual que en el caso de La vida breve, la trama está impregnada de celos. Bueno, de celos, y de engaño, traición, honra, venganza,…
Aunque quizá lo más triste de la obra sean los celos de… la obra misma. Mascagni presentó la obra a un concurso que se había convocado para óperas de un acto, lo ganó, la ópera se representó el 17 de mayo de 1890, fue un gran éxito… y Mascagni nunca más volvió a tener éxito similar alguno.
La obra se desarrolla en un pueblo de Sicilia, y se inicia con Santuzza en escena, mientras suena la orquesta, y en seguida, fuera de escena, se oye a Turiddu, su amante, cantando líricamente las excelencias de una mujer. Al finalizar, la orquesta retoma la intensidad musical y dramática, en medio de la desesperación de Santuzza, pues la mujer alabada no es ella, sino Lola.
Todo el desarrollo de la obra es consecuencia de esos celos que tiene Santuzza, actuando, como detonante de la lógica tragedia final, el desprecio que en un determinado momento le muestra Turiddu, siendo por ello maldecido por Santuzza.
La producción presentada es la que preparó el Teatro Real de Madrid hace tres años, también con Giancarlo del Monaco, donde solo hay dos colores: el blanco de la escena y el negro del vestuario, lo que verdaderamente impresiona.
El momento musical más conocido de la obra es el Intermezzo, por lo que los enlaces que voy a poner tienen otros motivos, entre ellos, por supuesto, el, digamos, sentimental.
Por un lado, se trata de la alabanza de Lola que, como hemos dicho, se oye cantar a Turiddu al principio de la obra. En primer lugar, tenemos un enlace que realiza una comparación entre Plácido Domingo y el gran Mario del Monaco (efectivamente, padre de Giancarlo del Monaco); y en segundo lugar, otro español, éste, naturalmente, desconocido en general, y de los valencianos en particular, a pesar de ser de aquí y tener incluso una calle dedicada con su nombre artístico: Antonio Cortis.
Por otro lado, se trata del aria “Voi lo sapete”, con la que Santuzza le cuenta todos sus temores a Mamma Lucia, madre de Turiddu. Canta, en un recital, Maria Callas.
Como era de justicia, al finalizar la representación los esfuerzos fueron recompensados con sentidos aplausos, incluyendo a Lorin Maazel y Giancarlo del Monaco entre los intérpretes (aunque ‘de paisano’).
¡Ah, que se me olvidó el otro día! Finalizando la última bajada del telón, se pudo oír tal vez lo más gratificador del ensayo general: las voces de la gran alegría de todos los que estaban en el escenario.
Nota: tal vez alguien se haya dado cuenta de que no ‘todo’ el vestuario de los intérpretes era negro, pero de eso hablaremos en otro momento.
Créditos:
Escenografía en el Teatro Costanzi de Roma, y foto de Pietro Mascagni (en el centro, sentado) junto con los principales intérpretes y el director, ambas del día del estreno. Tomadas de Mascagni-Cavalleria rusticana. Leoncavallo-I pagliacci, en edición de 2007 de RBA Coleccionables, como número 10 de la colección Grandes óperas. Deutsche Grammophon.
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Actualización (30 de marzo):
Hoy se publica en el periódico Levante, aunque bajo la firma de G. García-Alcalde otra reseña sobre el estreno, donde sí hace mayor referencia a Caballería rusticana.
Hola¡
ResponderEliminarPermiteme presentarme soy tatiana administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu página y está genial, me encantaría contar con tu blog en mi sitio web y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
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tatiana.
Gracias, tatiana.
ResponderEliminarYa sabes cómo funciona internet donde hay libertad y respeto: no se pueden poner puertas al campo.
Si te gusta, obra con total libertad y respeto.
Un saludo.