Dícese de mucha gente que no sabe en qué día vive. A todos nos ha pasado, en nuestra época de estudiante, encontrarnos en ese estado en el que sólo sabíamos del día de la semana en que estábamos, primero, para saber si había que ir o no a clase, y segundo, en caso afirmativo, para saber de qué asignaturas iban a ser las clases. Casos sé de gente que sólo se daba cuenta real del día del mes en el momento en que ponía la fecha en las hojas en que tomaba apuntes, y así, afortunadamente, percatarse de que era el cumpleaños de un familiar cercano. Ahora, con los nuevos planteamientos en la enseñanza, se han acabado todas estas ventajas del calendario.
De todas formas, no siempre resultó tan sencillo.
Ya he comentado en estas páginas parte de la historia de la reforma gregoriana del calendario. En su momento, no comenté algo, que hago ahora.
Uno de los motivos que impulsaron los numerosos intentos que hubo de revisión del calendario juliano fue el desajuste de las fechas de la Pascua de Resurrección. Vinculada ésta con el equinoccio de primavera, el desajuste de fechas pasaba por fijar el día del equinoccio. En su momento, incluso el rey de España (por entonces Felipe II), intercedió por que fuera el 21 de marzo, fecha en la que caía allá cuando el Concilio de Nicea del año 325.
Como ya dijimos, la reforma tuvo lugar en 1582, en el orbe católico, dando el salto del 4 al 15 de octubre. Estos diez días era la diferencia entre el antedicho 21 de marzo y el día en que realmente había tenido lugar el equinoccio, es decir, el día 11.
Sin embargo, no fue el único salto que hubo como consecuencia de la bula “Inter gravissimas”.
El otro salto es menos impactante: llegó el 31 de diciembre de 1582, y tras esa noche, amaneció el 1 de enero de 1583.
Y es que en su día, para diferenciarse del calendario romano (que desde 158 a.C. establecía que el año se iniciaba el 1 de enero), la Iglesia Cristiana estableció el inicio del año coincidiendo con la festividad de la Anunciación, es decir, el 25 de marzo.
Por tanto, llega el momento de desear a todos mis lectores ¡un feliz Año Nuevo!
Y si alguien se ha perdido en todo esto, al menos que recuerde ajustar la hora este domingo por el cambio al horario de verano.
Créditos:
Información obtenida de la obra de E.G. Richards, Mapping Time. The Calendar and his History, editado por Oxford University Press.
Logo de Google con motivo del año nuevo 2009
De todas formas, no siempre resultó tan sencillo.
Ya he comentado en estas páginas parte de la historia de la reforma gregoriana del calendario. En su momento, no comenté algo, que hago ahora.
Uno de los motivos que impulsaron los numerosos intentos que hubo de revisión del calendario juliano fue el desajuste de las fechas de la Pascua de Resurrección. Vinculada ésta con el equinoccio de primavera, el desajuste de fechas pasaba por fijar el día del equinoccio. En su momento, incluso el rey de España (por entonces Felipe II), intercedió por que fuera el 21 de marzo, fecha en la que caía allá cuando el Concilio de Nicea del año 325.
Como ya dijimos, la reforma tuvo lugar en 1582, en el orbe católico, dando el salto del 4 al 15 de octubre. Estos diez días era la diferencia entre el antedicho 21 de marzo y el día en que realmente había tenido lugar el equinoccio, es decir, el día 11.
Sin embargo, no fue el único salto que hubo como consecuencia de la bula “Inter gravissimas”.
El otro salto es menos impactante: llegó el 31 de diciembre de 1582, y tras esa noche, amaneció el 1 de enero de 1583.
Y es que en su día, para diferenciarse del calendario romano (que desde 158 a.C. establecía que el año se iniciaba el 1 de enero), la Iglesia Cristiana estableció el inicio del año coincidiendo con la festividad de la Anunciación, es decir, el 25 de marzo.
Por tanto, llega el momento de desear a todos mis lectores ¡un feliz Año Nuevo!
Y si alguien se ha perdido en todo esto, al menos que recuerde ajustar la hora este domingo por el cambio al horario de verano.
Créditos:
Información obtenida de la obra de E.G. Richards, Mapping Time. The Calendar and his History, editado por Oxford University Press.
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En España ha habido otro cambio en el calendario desde la llegada de Zapatero.
ResponderEliminarCon Zapatero hay dos maneras de medir el tiempo, una hacia delante, muy lenta, que es el tiempo que lo llevamos padeciendo, parece que fue hace mucho, muchísimo, pero sólo llevamos 6 años.
La otra manera es hacia atrás, mucho más rápida, y es el tiempo que queda, que es poco y pasa muy rápido. Tal es la velocidad con la que se está cargando la nación, perdón, el estado plurinacional, que dentro de poco ya no quedará nada y todo se habrá terminado.
Pues mira, no sabía yo lo del inicio del año coincidiendo con el día de la Anunciación. Y eso... ¿cuándo dices que ocurrió? En cualquier caso, y aunque ya han pasado sus diez días desde aquel 25de marzo (que fue mal día para mí, por cierto), gracias por la felicitación que también se te desea a ti.
ResponderEliminarPD: muy acertado el comentario de Caragüevo. Lo del paso del tiempo con ZP más que lento es un estado en punto muerto ante el cual parece abrirse toda una eternidad, con los de Ezquerra Republicana y el PSC, eso sí, haciendo de las suyas ante la sonrisa anuente zapateril.
Igualmente Posodo!!
ResponderEliminarY feliz Pascua de Resurresión.