Es un lugar común hablar de la tradición agraria de Valencia: los naranjos, la huerta de la vega circundante, el Tribunal de las Aguas,… son elementos que reiteradamente recuerdan este aspecto de la ciudad y, en general, la región, dando una información claramente errónea de las mismas.
Es un hecho que la palabra ‘industria’ no está, en el saber popular del resto de España, asociada con Valencia. En el mejor de los casos, alguien se acuerda de la factoria de FORD en Almusafes; también es verdad que en Navidad, desde Onil (ahora en China, antes, en Alicante), las muñecas de Famosa se dirigen al portal; hubo quienes se acordaron en su día de la IV Planta Siderúrgica, en Sagunto, pero fue para cerrarla, decisión ejemplo de una política económica proteccionista… de Asturias y Vasconia, claro, no del conjunto de España.
Un regalo que me dejaron los Reyes Magos en su última visita ha sido el libro Valencia industrial: Las fundiciones, editado en 2001 por el Ayuntamiento de Valencia como tercer volumen de su colección “Imatges”.
En las breves presentaciones que protocolariamente abren la obra se insiste en los “tópicos que son, a su vez, fugaces destellos de verdad, pero también de errores cometidos a fuerza de simplificación. El de la Valencia agraria es uno de ellos, por mucho que haya resistido la prueba del tiempo y de la historia. Pero hay otra historia, la que se pretende mostrar en este libro que nos habla de la Valencia industrial forjada en los cruciales años finales del siglo XIX, y de las fundiciones que,a partir de entonces, surgen en la ciudad”. No es por llevarle la contraria a Dª Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, y cuya firma cierra la presentación de cuyo inicio forman parte el texto transcrito, pero en la Sección “Membretes de las fundiciones” figura una factura de “La Valenciana. Grandes talleres y fundición de metales” donde puede leerse “Casa fundada en 1810”, es decir, en plena Guerra de la Independencia.
Sin embargo sí es cierto que a finales del XIX había una importante presencia de fundiciones en Valencia, y entre ellas, constituida un 6 de mayo de 1880, ”La Maquinista Valenciana”, cuya razón social era “Climent-Alcalá”, respondiendo a los nombres de los dos socios: Francisco Climent y Miguel Alcalá, aunque tiempo más tarde Francisco Climent quedó como propietario único.
La fábrica se ubicó en un solar del entonces denominado “Ensanche de San Vicente de la Roqueta”, uno más de los configurados tras el derribo de las murallas de la Ciudad en 1865. En concreto, la dirección formal era en los números 12 y 14 de la calle Buenavista.
Aunque en la actualidad no existe ninguna calle con este nombre en Valencia, la calle sigue existiendo, y no solo la calle, como luego mostraremos. No recuerdo cómo llegué a identificar con bastante probabilidad qué calle era la antigua Buenavista, que finalmente pude confirmar gracias a cierta documentación a nombre de Enrique Climent, hijo de Francisco Climent. No obstante, la localización exacta de la fábrica no dejó de ser una suposición, ya que la numeración de la calle había sufrido algún que otro cambio.
Sin embargo, gracias a este libro, y a un plano en él recogido, he podido confirmar que todas las suposiciones eran ciertas.
De hecho, esta empresa ya es conocida en estas páginas, pues fue la que fundió la estatua del Rey Don Jaime I, erigida en la actual Plaza de Alfonso el Magnánimo, o Parterre.
En la foto del archivo de la familia, que figura en el libro, se puede ver el “Momento de salida por la puerta principal de La Maquinista de la estatua del Rey D. Jaime, tirada por un rulo de vapor”, lo que sucedió en 1890 como ya sabemos por la anotación reseñada (aunque en este pie figure 1891).
Si nos fijamos en la foto podemos apreciar que el edificio de la fábrica no es el único en la calle, hay un edificio de cinco plantas a la derecha de la foto. Ese edificio todavía existe, como puede apreciarse por la foto que acompaño, junto con el plano que definitivamente ayuda a situar dónde estaba la fábrica.
En resumen, la calle actualmente está dedicada al Matemático Marzal, del que, si me acuerdo, hablaremos en su momento, y en estas fechas se encuentra muy frecuentada ya que en el encuentro definido por dicha calle y la de Convento de Jerusalén (entonces, sólo Jerusalén), se erige una de las fallas de la Sección Especial.
Al igual que los visitantes a la falla ignoran que transitan junto a lugares con cierta historia, muchos de aquellos que acuden a la Plaza del Ayuntamiento estos días a la mascletá de las dos de la tarde, pasan cerca de un producto de dicha fábrica, todavía visible y funcionando.
Se trata de la tapa de alcantarilla de la fotografía, que permanece en su sitio a pesar de que la calle ha sufrido una cierta reurbanización. Esto puede comprobarse porque el pavimento que rodea la tapa es distinto del que existía cuando hice la foto que constituyó una de las preguntas de concurso en este diario (las colillas también son distintas).
En su momento hubo una respuesta, pero no resultó acertada. Es cierto que para poder apreciar la tapa hay que acertar con el momento en que no haya motos aparcadas encima de ella, aunque se encuentra en una acera. Como no es cuestión de alargar la espera, diremos que se encuentra en la calle Barcas, casi en la misma Plaza del Ayuntamiento, pues está delante de la puerta del nº 2, edificio Época.
Sobre el nombre de la calle, también hablaremos en su día. Y de a qué se puede deber este desconocimiento de la industria en Valencia, pues también.
Créditos:
Datos e imágenes del artículo “’La Maquinista Valenciana’ de Francisco Climent: Empresas y Familia en la Valencia de finales del siglo XIX”, de Carmen García Monterris, Mireia Ferrer Álvarez y Susana Climent Viguer, en el libro reseñado.
Fotografías del autor:
caja de Famosa, en un comercio de Venecia, en septiembre de 2009
edificios en la c/ Matemático Marzal, en enero de 2009
tapa de alcantarilla, en marzo de 2010
Es un hecho que la palabra ‘industria’ no está, en el saber popular del resto de España, asociada con Valencia. En el mejor de los casos, alguien se acuerda de la factoria de FORD en Almusafes; también es verdad que en Navidad, desde Onil (ahora en China, antes, en Alicante), las muñecas de Famosa se dirigen al portal; hubo quienes se acordaron en su día de la IV Planta Siderúrgica, en Sagunto, pero fue para cerrarla, decisión ejemplo de una política económica proteccionista… de Asturias y Vasconia, claro, no del conjunto de España.
Un regalo que me dejaron los Reyes Magos en su última visita ha sido el libro Valencia industrial: Las fundiciones, editado en 2001 por el Ayuntamiento de Valencia como tercer volumen de su colección “Imatges”.
En las breves presentaciones que protocolariamente abren la obra se insiste en los “tópicos que son, a su vez, fugaces destellos de verdad, pero también de errores cometidos a fuerza de simplificación. El de la Valencia agraria es uno de ellos, por mucho que haya resistido la prueba del tiempo y de la historia. Pero hay otra historia, la que se pretende mostrar en este libro que nos habla de la Valencia industrial forjada en los cruciales años finales del siglo XIX, y de las fundiciones que,a partir de entonces, surgen en la ciudad”. No es por llevarle la contraria a Dª Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, y cuya firma cierra la presentación de cuyo inicio forman parte el texto transcrito, pero en la Sección “Membretes de las fundiciones” figura una factura de “La Valenciana. Grandes talleres y fundición de metales” donde puede leerse “Casa fundada en 1810”, es decir, en plena Guerra de la Independencia.
Sin embargo sí es cierto que a finales del XIX había una importante presencia de fundiciones en Valencia, y entre ellas, constituida un 6 de mayo de 1880, ”La Maquinista Valenciana”, cuya razón social era “Climent-Alcalá”, respondiendo a los nombres de los dos socios: Francisco Climent y Miguel Alcalá, aunque tiempo más tarde Francisco Climent quedó como propietario único.
La fábrica se ubicó en un solar del entonces denominado “Ensanche de San Vicente de la Roqueta”, uno más de los configurados tras el derribo de las murallas de la Ciudad en 1865. En concreto, la dirección formal era en los números 12 y 14 de la calle Buenavista.
Aunque en la actualidad no existe ninguna calle con este nombre en Valencia, la calle sigue existiendo, y no solo la calle, como luego mostraremos. No recuerdo cómo llegué a identificar con bastante probabilidad qué calle era la antigua Buenavista, que finalmente pude confirmar gracias a cierta documentación a nombre de Enrique Climent, hijo de Francisco Climent. No obstante, la localización exacta de la fábrica no dejó de ser una suposición, ya que la numeración de la calle había sufrido algún que otro cambio.
Sin embargo, gracias a este libro, y a un plano en él recogido, he podido confirmar que todas las suposiciones eran ciertas.
De hecho, esta empresa ya es conocida en estas páginas, pues fue la que fundió la estatua del Rey Don Jaime I, erigida en la actual Plaza de Alfonso el Magnánimo, o Parterre.
En la foto del archivo de la familia, que figura en el libro, se puede ver el “Momento de salida por la puerta principal de La Maquinista de la estatua del Rey D. Jaime, tirada por un rulo de vapor”, lo que sucedió en 1890 como ya sabemos por la anotación reseñada (aunque en este pie figure 1891).
Si nos fijamos en la foto podemos apreciar que el edificio de la fábrica no es el único en la calle, hay un edificio de cinco plantas a la derecha de la foto. Ese edificio todavía existe, como puede apreciarse por la foto que acompaño, junto con el plano que definitivamente ayuda a situar dónde estaba la fábrica.
En resumen, la calle actualmente está dedicada al Matemático Marzal, del que, si me acuerdo, hablaremos en su momento, y en estas fechas se encuentra muy frecuentada ya que en el encuentro definido por dicha calle y la de Convento de Jerusalén (entonces, sólo Jerusalén), se erige una de las fallas de la Sección Especial.
Al igual que los visitantes a la falla ignoran que transitan junto a lugares con cierta historia, muchos de aquellos que acuden a la Plaza del Ayuntamiento estos días a la mascletá de las dos de la tarde, pasan cerca de un producto de dicha fábrica, todavía visible y funcionando.
Se trata de la tapa de alcantarilla de la fotografía, que permanece en su sitio a pesar de que la calle ha sufrido una cierta reurbanización. Esto puede comprobarse porque el pavimento que rodea la tapa es distinto del que existía cuando hice la foto que constituyó una de las preguntas de concurso en este diario (las colillas también son distintas).
En su momento hubo una respuesta, pero no resultó acertada. Es cierto que para poder apreciar la tapa hay que acertar con el momento en que no haya motos aparcadas encima de ella, aunque se encuentra en una acera. Como no es cuestión de alargar la espera, diremos que se encuentra en la calle Barcas, casi en la misma Plaza del Ayuntamiento, pues está delante de la puerta del nº 2, edificio Época.
Sobre el nombre de la calle, también hablaremos en su día. Y de a qué se puede deber este desconocimiento de la industria en Valencia, pues también.
Créditos:
Datos e imágenes del artículo “’La Maquinista Valenciana’ de Francisco Climent: Empresas y Familia en la Valencia de finales del siglo XIX”, de Carmen García Monterris, Mireia Ferrer Álvarez y Susana Climent Viguer, en el libro reseñado.
Fotografías del autor:
caja de Famosa, en un comercio de Venecia, en septiembre de 2009
edificios en la c/ Matemático Marzal, en enero de 2009
tapa de alcantarilla, en marzo de 2010
Se te han olvidado los zapatos de Elda...
ResponderEliminarBueno, veo que se me acumula el trabajo. Casi dos meses sin servir nada en los platos y en unos pocos días nos das el atracón... ¿O es que yo he andado lenta estos días? Quizá sea eso. En fin..., trataré de ponerme al ídem.
Saludos.