domingo, 30 de octubre de 2011

Alit lectio: Lo que nos contó un genio

Leonardo de Vinci, según sus contemporáneos, era un personaje discutible y, de hecho, discutido.
(…)
A pesar de su envidia, sus rivales se veían obligados a estar de acuerdo en un punto: Leonardo era un narrador maravilloso, que cautivaba a su auditorio con la elegancia de su palabra y la originalidad de sus cuentos.
Cuando hablaba de ciencia, dejaba con la boca abierta a los sabios; cuando disputaba de filosofía, convencía a los filósofos; y cuando improvisaba fábulas o leyendas, se ganaba el favor y la admiración de las cortes. Siempre y en todas partes era el centro de atracción, y no decepcionaba jamás a su auditorio, gracias a su extraordinaria riqueza de invención. Hoy diríamos que disponía de una provisión inagotable de historietas y de chistes; pero hoy estamos en el siglo de los motores, no del arte.


Este aspecto, bastante desconocido o, al menos, poco prodigado, de Leonardo de Vinci como narrador es el objeto de la recopilación de Bruno Nardini que publicó, con licencia de Ediciones Nauta, Círculo de Lectores hace casi cuarenta años.

La verdad es que más allá de saber que lo tenía, yo no recordaba nada del libro, por lo que, cuando hace un tiempo lo reencontré, quise, más que releerlo, leerlo.

Fábulas y leyendas tienen siempre, para Leonardo, un estímulo y un fin moral.

Sobre este aspecto, se corre siempre el peligro de no elegir correctamente la imagen y el ejemplo para ilustrar el fin moral que se propone: si hay que explicarlo, es que, en mi opinión, la narración no está bien conseguida. Y este problema es el que encuentro en algunas fábulas y leyendas de Leonardo de Vinci. De hecho, la misma editorial (Ediciones Nauta) parece reconocerlo así cuando en una nota final dice:
En algunas de las "Fábulas y Leyendas", el autor termina la narración repentinamente, en ocasiones dejando incluso en suspenso la acción, como transfiriendo a cada cual la interpretación de su significado.
El editor ha creído conveniente definir explícitamente algunas de estas interpretaciones, dado el público juvenil a que va dirigida la obra. Estas adiciones al texto original se han incluido sólo donde se han considerado imprescindibles o susceptibles de sustancial aprovechamiento.


Otra cuestión es cuál sea la cosmovisión, diríamos, que pudiera inspirar estos relatos:
El único y constante personaje de estas fábulas y leyendas es la naturaleza: el agua, el aire, la piedra, las plantas y los animales tienen una vida, un pensamiento, una palabra. El hombre, en cambio, aparece y actúa como un instrumento ignorante del destino, cuya acción, ciega e irreparable, destruye muchas veces a vencedores y vencidos.

No obstante todo esto, es cierto que el abanico desplegado en estas fábulas y leyendas muestra lo amplio de la imaginación de Leonardo de Vinci, aplicada en este caso a la narrativa breve y, también, a la pedagogía.

Resulta, pues, interesante y útil leer estas naraciones de Leonardo de Vinci, e incluso, con espíritu crítico, llevarle la contraria. Sin ningún problema. Seguro que lo aceptará de buen grado, era inteligente y un genio, ¿no?

Nota:
Si alguien está interesado, no se admiten excusas y aquí, en Iberlibro, hay un muestrario.

Créditos:
Extractos de Leonardo narrador, introducción de Bruno Nardini a su antología Fábulas y Leyendas de Leonardo de Vinci, según traducción de María Teresa León y Rafael Alberti, e ilustradas por Adriana Saviozzi Mazza, en edición de Círculo de Lectores, por cortesía de Ediciones Nauta, en 1973.
Extracto de la nota final de Ediciones Nauta a su edición original y recogida en la antedicha edición.
Portada del libro en cuestión.

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