
Tras varios intentos infructuosos para hacerse, incluso a buenas, con el molino (para derribarlo, claro), anunció al molinero propietario que había perdido una buena oportunidad de prosperar, pues a partir de ese momento expropiaría directamente el molino, sin ninguna indemnización.
Sin embargo, el molinero pleiteó, consiguiendo una resolución judicial favorable: y es que una cosa es que el monarca sea absoluto, y otra muy distinta, que se salte la ley cuando le de su ‘real’ gana (bueno, al menos, en Prusia).
Esta situación es recordada mediante una placa en la fachada de los antiguos Tribunales de Berlín, Altes Kammergericht, en la Lindenstrasse, en Kreuzberg.
Lo que no sé es por qué la frase, en la placa, está en francés, pues no creo que viniera el mismo Voltaire a escribirla.
A veces, recordar estas cosas del pasado, sean, como digo, leyenda o historia, viene bien. Lo que sí hay que tener en cuenta es que se trata de cosas del pasado. Ahora, la ‘sociedad civil’ parece que está en otras cosas, y por salud mental, no hay que insistir en exceso en las noticias.
Nota: buscando, he encontrado que todavía quedan jueces… en Buenos Aires.
Corolario: Por esas cosas de la justicia histórica, los antiguos Tribunales son ahora la entrada al Jüdisches Museum.
Actualización: quien dice jueces, dice fiscales.
Créditos:
Concierto de flauta por Federico el Grande en Sanssouici, cuadro de Adolf von Menzel, tomado de la Wikipedia.
Fotos de Altes Kammergericht (general y placa), en Berlín, enero de 2010, del autor.
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