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Sin embargo, lo ejemplar, o edificante de la historia, viene tras su muerte, en la ceremonia de su funeral y entierro en Viena.
Siguiendo un protocolo centenario, el cortejo llegó ante la iglesia de los Capuchinos, donde un monje lo recibió con una sencilla pregunta:
“¿Quién quiere entrar?”
La respuesta, naturalmente, no podía ser tan breve:
“Zita, Emperatriz de Austria, coronada Reina de Hungría, Reina de Bohemia, de Dalmacia, Croacia, Eslovenia, Galitzia,…” y etcétera y etcétera.
La contestación a ello, fue breve y tajante:
“No la conozco”
A una nueva llamada ante la puerta, el monje repitió la pregunta. La respuesta fue más breve que antes:
“Zita, su majestad, Emperatriz y Reina”
pero no por ello, cambió el monje su “No la conozco”
Finalmente, una tercera llamada, una tercera pregunta, y una tercera respuesta:
“Zita, una mortal y pecadora persona” [título de esta anotación]
“Puede pasar”, y el monje abrió las puertas.
Entre los cuáles, como vemos, también se encuentran los que en algún momento de su vida terrenal fueron poderosos.
Elevemos una oración por sus almas, y roguemos ser dignos de aprender de ello, y obrar en consecuencia.
Nota: al intentar documentarme un poco, me he encontrado con una página de apoyo a su beatificación, y me entero de que su esposo, el Emperador Carlos ya ha sido declarado Beato, por el Papa Juan Pablo II, cuyo nombre de pila (Karol) es precisamente en honor al entonces Emperador de sus padres.
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Fotografía de los emperadores Carlos y Zita, tomada de la página relativa al proceso de beatificación de la Emperatriz Zita.
Portada de Great Stories from History for Every Day of the Year, de W.B. Marsh y Bruce Carrick, según la edición de 2007 de Fall River Press.
Foto del tapiz de la Virgen, en Valencia, en la festividad de mayo de 2007 del autor.
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