“En
ese sentido, es evidente que Libia está rodeada de agua por todas partes, salvo
por el lado que confina con Asia; que nosotros sepamos, el rey de Egipto Neco
fue el primero que lo demostró, ya que, tras interrumpir la excavación del
canal que, desde el Nilo, se dirigía hacia el golfo arábigo, envió en unos navíos
a ciertos fenicios, con la orden de que, a su regreso, atravesaran las Columnas
de Heracles hasta alcanzar el mar del norte y llegar de esta manera a Egipto. Los
fenicios, pues, partieron del mar Eritreo y navegaron por el mar del sur. Y
cuando llegaba el final del otoño, atracaban en el lugar de Libia en que, en el
curso de su travesía, a la sazón se encontraran, sembraban la tierra y
aguardaban hasta la siega. Y, una vez recogida la cosecha, reemprendían la
navegación, de manera que, cuando habían transcurrido dos años, en el tercer
año de travesía doblaron las Columnas de Heracles y arribaron a Egipto. Y
contaban –cosa que, a mi juicio, no es digna de crédito, aunque puede que lo
sea para otra persona– que, al contornear Libia, habían tenido el sol a mano
derecha.
Así
fue como se conoció por vez primera el contorno de Libia; y posteriormente han
sido los cartagineses quienes lo han confirmado.”
“El
primer viaje de circunnavegación a África (que suponía un trayecto de cerca de 25.000
km) tuvo, pues, lugar durante el reinado de Nekao (609-594
a.C.), segundo faraón de la dinastía saíta. De hecho, todos los
datos que cita el historiador son muy verosímiles: la elección de marineros
fenicios para la empresa, hombres muy avezados en el arte de navegar y astutos
comerciantes que guardaban celosamente en secreto sus rutas marítimas. El
viaje, teniendo en cuenta los vientos y las corrientes, pudo partir del mar Rojo
en noviembre, para llegar en primavera al canal de Mozambique. Los
expedicionarios alcanzarían en junio el sur de África, donde se detendrían para
sembrar y esperar la cosecha de noviembre. Acto seguido, partirían con vientos
y corrientes favorables para llegar en marzo al golfo de Biafra, y en junio a
la costa de Liberia, deteniéndose por segunda vez en noviembre en la costa
occidental de Marruecos para sembrar y cosechar en junio. Finalmente, los
fenicios pasarían por el estrecho de Gibraltar y regresarían a Egipto antes de
que se cumplieran los tres años desde su partida.”
Está claro que las afirmaciones de Heródoto
podían sonar un tanto fantasiosas, más aún cuando él mismo dudaba de una de
ellas (la de tener el sol a mano derecha yendo de Este a Oeste). Sin embargo,
esta misma circunstancia, que en el hemisferio boreal es falsa, y de ahí la
incredulidad de Heródoto, es plenamente cierta en el hemisferio austral, por lo
que pasaría a ser la prueba de que el viaje realmente sí fue realizado.
Pero, tal vez por lo fantasioso,
tal vez por la falta de otra documentación (al tratarse, posiblemente, de un
secreto de estado), la descripción geográfica cayó en el olvido, de modo que unos
siglos más tarde que el relato de Heródoto, Ptolomeo reflejaba el sur de África
(la Libia del relato), discurriendo hacia oriente, encerrando entre ella y Asia
el océano Índico (el mar del sur del relato).
Tal día como hoy, pero de 1497, Vasco de Gama llegaba hasta el río del Infante, límite de la expedición de Bartolomé Díaz
en 1488, ligeramente superados hacia el este el Cabo de Buena Esperanza y el
Cabo de las Agujas (verdadero extremo meridional de África), ya, por tanto,
remontando hacia el norte la costa oriental africana.
Vasco de Gama consiguió continuar el
viaje desde este punto (donde Bartolomé Díaz tuvo que iniciar el regreso hacia
Portugal), y alcanzó, finalmente, las costas de la India medio año más tarde,
con lo que se demostraba que África, al contrario de lo que mostraban los
mapamundis de Ptolomeo, estaba rodeada de agua por todas partes, menos por el
istmo de Suez.
Vamos, lo que un milenio antes ya había
escrito Heródoto.
Lo curioso del caso es que, a pesar de la
cercanía histórica entre Europa y la India, el primer viaje marítimo,
circunnavegando África, que estableció una ruta operativa, que se dice ahora, llegara
a la India en mayo de 1498, es decir, cerca de seis años después de que Colón
descubriera América.
Y es que, leyendo, se descubre cada cosa…
Créditos:
Extracto del Libro IV Melpómene, de la Historia de Heródoto, según traducción de Carlos Schrader, tomado
de la edición realizada en la colección Biblioteca
Gredos, por RBA Coleccionables,
distribuida para su venta en kioscos en 2006 (volumen II, pp. 319-320).
Extracto de la nota 183 de Carlos Schrader,
en dicha edición.
Imagen del Mapamundi de Ptolomeo, en una edición realizada en Ulm en 1482, tomada
de la noticia publicada en ABC el 25
de agosto de 2007 dando cuenta del robo del mismo, de la hemeroteca del autor.