“Al decir de los sacerdotes, ante la gran escasez de dinero en circulación
que hubo durante su reinado, se promulgó en Egipto una ley, en virtud de la
cual uno sólo podía recibir un préstamo dando como garantía el cadáver de su
padre; y a esta ley se agregó, además, esta otra: quien facilitaba el préstamo
se convertía, de paso, en dueño de toda la cámara mortuoria del contrayente; y
si el que ofrecía la susodicha garantía no quería devolver el préstamo, sufría
la siguiente sanción: el deudor en cuestión no podía, a su muerte, recibir
sepultura en la tumba paterna hipotecada ni en ninguna otra, y tampoco podía
enterrar a ningún otro miembro de su familia que hubiese fallecido.”
Heródoto se refiere al reinado
del faraón Asiquis, si bien “no se conoce
a ningún faraón con este nombre. Quizá se trate de Shepseskaf (¿o Aseskaf?), que terminó la pirámide de Micerino y la de sus esposas. Si así
fuera, se trataría del último rey de la IV dinastía (hacia 2560 a .C.)”.
Como podemos ver, el tema
de las hipotecas ya era importante hace casi 4.500 años.
Menos mal que hace cinco
años, el Gobierno socialista presidido por Rodríguez Zapatero, decidió resolver
el incipiente problema de los desahucios creando juzgados específicos para…
acelerarlos.
Créditos:
Extracto del Libro II Euterpe, de la Historia de Heródoto, según traducción de Carlos Schrader, tomado
de la edición realizada en la colección Biblioteca
Gredos, por RBA Coleccionables,
distribuida para su venta en kioscos en 2006 (volumen I, pág. 427).
Extracto de la nota 480 de Carlos
Schrader, en dicha edición.
Imágenes de noticias publicadas en ABC el
11 de octubre, y en El Mundo, el 29 de septiembre, ambas de 2007, remaquetadas,
de la hemeroteca del autor.
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