“Todo
el mundo habla, todo el mundo quiere hablar de la torre Eiffel, porque en
efecto es el gran acontecimiento de la Exposición que se abre. Deseosos pues de
hablar á nuestros lectores de ese coloso de metal, hemos tenido la idea de
dirigirnos al ilustre ingeniero é interrogarle sobre su obra magna.
M.
Eiffel nos ha recibido en su despacho con toda la benevolencia y sencillez que
constituyen el fondo de su carácter. (…)
-
¡Oh! Exclamó sonriendo, ¡para una nonada quisierais que escribiera un artículo!
No, no escribiré nada. Pero voy á entregaros una conferencia que dí sobre la
torre de trescientos metros. Fuera de esto, si queréis, hablemos.
«Tenéis
interés en saber exactamente los orígenes de la empresa. Escuchad: hace mucho
tiempo que la idea de un edificio de elevación extraordinaria trabaja las
imaginaciones, sobre todo, en Inglaterra y en América; pero no está todo en
concebir un proyecto gigantesco: nada más fácil; lo difícil es hacerlo posible
y ejecutarlo.
»He
aquí pues cómo pasaron las cosas. En 1885, mis ingenieros y yo habíamos tenido
que hacer grandes estudios sobre los altos pilares ó machones metálicos que
sostienen viaductos de ferrocarril, como el de Garabit, por ejemplo. La
experiencia nos condujo á pensar que se podría dar á estos pilares mucha más
altura que la acostumbrada (…) De la solución de este problema, nació
precisamente la idea de la torre de hierro, cuyo ante-proyecto prepararon dos
colaboradores míos, MM. Nouguier y Koechlin, ingenieros de mi casa, y por el
arquitecto M. Sauvestre.
(…)
»De
algunos meses á esta parte se publican á menudo cuadros comparativos de los
monumentos más altos del mundo. No se trata de nada menos que de erigir una
torre casi dos veces más alta que el más elevado de todos. Recuérdese que las
torres de Nuestra Señora sólo alcanzan una altura de 66
metros ; (…) que la cúpula de los Inválidos, el edificio más alto de
París, tiene exactamente 105 metros . (…) la gran pirámide de Egipto no levanta su vértice á más de 146. (…) Queda el famoso obelisco de
fábrica, construído en Wáshington, hace algunos años, á costa de los mayores
esfuerzos, el cual mide 169 metros . Cierto es que la obra
de fábrica no podría subir más arriba; pero la construcción de hierro tiene el
derecho y hasta el deber de levantar más sus ambiciones. No diré que todo venía
á ser fácil con el metal; pero no tengo ya necesidad de afirmar que todo venía
á ser posible.
»(…)
Consideraciones administrativas no permitían construir la torre en terreno del
Estado.
»¿Por
qué, se nos decía, por qué no buscáis un emplazamiento fuera del recinto de la
Exposición?
»La
razón era muy sencilla. Echábase en olvido que la Exposición era precisamente
la ocasión ó motivo y la razón de ser de la torre; que sin la Exposición es
probable que no se hubiera edificado, y que debía contribuir á la atracción de
gentes, al mismo tiempo que dar un beneficio. La cuestión de emplazamiento
dentro del recinto del Campo de Marte se imponía pues absolutamente. (…)
»No
quisiera entrar aquí en muchos detalles técnicos; pero bien es menester que el
ingeniero hable como ingeniero. Sabed pues que (…)
»(…)
En lo concerniente al paso de la electricidad atmosférica se hace en cada pilar
por dos tubos de conducción de hierro colado de 0m50 de diámetro, inmergidos
por debajo del nivel del manto acuífero, por 18
metros de longitud y retorcidos verticalmente á su extremo hasta el
nivel del suelo, donde se ponen en comunicación con la parte metálica de la
torre.
»Ya
veis con qué cuidado, hasta en los menores detalles, se han puesto en obra
todos los refinamientos científicos, sin que se haya descuidado ninguna medida
de prudencia. Ahora bien, este inmenso trabajo preliminar se hizo en cinco
meses (del 28 de enero al 30 de junio de 1887). (…) No quedaba ya sino proceder
al montaje de la obra de metal.
»Al principio del trabajo, naturalmente, todo iba sin gran dificultad: el montaje se hacía sin más aparatos que vigas de cabria. Estas vigas que alcanzaban hasta
»Pero
cuando la obra superó los 15 metros de altura, el empleo de
las vigas de cabria dejó de ser ventajoso, y fué preciso recurrir á ingenios mecánicos
más perfeccionados y á grúas especiales. Así se llegó normalmente á una altura
de 30 metros , con un peso de piezas
montadas de 1.450.000 kilogramos . Para continuar el
montaje, se levantaron (…)
»Habiendo
llegado las pilas á 55 metros de altura era llegada la
hora de poner en su lugar la primera serie de vigas horizontales destinadas á
unirlas en su parte superior. ¿Queréis saber la altura de estas vigas? 7
metros 50. ¿Queréis conocer su peso? 70.000 kilogramos . Están inclinadas según
el plano de las caras ó lados de la torre. ¡Cuán delicada viene á ser la
operación del montaje en tales condiciones! (…)
»(…)
En julio de 1888, los cuatro pilares estaban unidos por vigas á una altura de 118 metros ; por cierto que el 14 de julio se hicieron fuegos ratifícales
á este nivel. Ocho meses después, el 31 de marzo de 1889, enarbolaban la
bandera nuestros operarios á 300 metros por encima de la linterna, donde estaban las salas
de los visitantes y el faro. No quedaba ya más que terminar el arreglo
interior.
»No
he podido daros más que una ligera noción de los medios empleados, y más ligera
aún de las dificultades. Tendría mil cosas que deciros de los amarrajes del pie
de la torre, por ejemplo, y de todos los recursos que aseguran, de la manera más cierta, el
equilibrio y la estabilidad del monumento.Bajo el punto de vista del trabajo de
construcción, he aquí un detalle que tiene su elocuencia: el peso total del
hierro empleado en la obra es de siete millones y trescientos mil kilogramos,
sin contar el de los cimientos ni la maquinaria de los ascensores.
(…)
»Y á
juzgar por el interés que inspira á estas horas así en Francia como en el
extranjero, hay razón para creer que no habrán sido estériles mis esfuerzos,
pues podremos dar a conocer al mundo que Francia sigue á la cabeza del progreso
y que ha sido la primera en realizar una empresa muchas veces intentada ó
soñada. El hombre ha procurado siempre levantar edificios de grande altura para
manifestar su poder; pero reconoció muy pronto que el yugo de la pesadez lo
paralizaba. Sólo por los progresos de la ciencia y del arte del ingeniero y por
los de la industria metalúrgica que distinguen el término de nuestro siglo,
hemos podido superar en esta vía á las generaciones antiguas con la construcción
de esta torre, que será una de las características de la industria moderna,
puesto que ella sola la ha hecho posible.»
Así
nos ha hablado M. Eiffel, y creemos que nuestros lectores nos agradecerán que
nos hayamos limitado á transcribir sus palabras. Hemos hecho lo posible por no
desvirtuarlas y no creemos haber faltado á nuestro buen deseo.”
Y aquí creemos que ésta es una buena
forma de celebrar que hace 180 años naciera Alexandre Gustave Eiffel.
Créditos:
Extractos del capítulo titulado La torre Eiffel, de la obra Revista de la Exposición Universal de París en 1889, de autores varios, con F.G. Dumas como Director y L. de Fourcaud
como Redactor-Jefe, según traducción sin acreditar, tomados de la edición de la
Revista realizada por Montaner y Simón, Editores, en Barcelona, en 1889 (pp.
45-52).
Imágenes de ilustraciones que figuran en
el desarrollo del capítulo en cuestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario