miércoles, 3 de marzo de 2010

Somos como todo el mundo,… todos

En su momento, publiqué una anotación sobre el recuerdo del Holocausto. En ella comentaba el robo del letrero que coronaba la entrada al campo de concentración de Auschwitz. Acompaño la imagen de la noticia publicada el día 19 de diciembre último en ABC.

Al final del cuerpo de la noticia se dice que “(el letrero) debe volver a su lugar para que, generación tras generación, el mundo recuerde que cuando la maldad y el horror se materializan en forma de totalitarismo, no conoce límites.

Un mes más tarde, publiqué otra anotación donde comentaba situaciones y hechos que venían a demostrar que el mundo ha decidido olvidar “la maldad y el horror”, y que en esta generación ya no es inhabitual (por no calificarlo de otra manera) la presencia de individuos que recuerdan lo sucedido, pero con nostalgia.

Uno de los libros que me traje de Berlín con motivo de mi reciente viaje, adquirido en el Jüdisches Museum, es Shoá – Enciclopedia del Holocausto, cuya portada adjunto, y en la que, como fondo, figura el cínico lema, en este caso, el del portón de Dachau.

Está claro que individuos como los nefastos protagonistas de las noticias de que me hacía eco en mi anotación de hace una semana son incapaces de aprender nada bueno leyendo dicha Enciclopedia, la cual, desgracidamente, aun con 584 páginas, solo da una mínima idea de lo que supuso el Holocausto.

No deja de tener una cierta frialdad la sucesiva enumeración de datos que es lo que implica una Enciclopedia. Pero es el frío del abismo.

Una pequeña aproximación a lo que ello supuso la podemos tener recordando todo aquello de lo que, en este mes de marzo recién iniciado, se cumple un aniversario:

1933:
- establecimiento del primer campo de concentración bajo el régimen nazi en Alemania, el de Dachau.
- dos meses después de llegar al poder el gobierno nazi, se empiezan a promulgar las primeras leyes antijudías, cumlminando con la Ley para la Restauración del Servicio Público Profesional, “la cual legalizaba el despido de empleados públicos ‘no-arios’, y también constituyó un precedente para la exclusión de judíos de otros cargos”.
- el Reichstag alemán cede su poder y autoridad al gobierno nazi.
- el día 31 llega el primer grupo de prisioneros al campo de concentración de Oranienburg, el cual “se hizo rápidamente famoso por los tratos extremadamente duros que sufrían los prisioneros”.
1938:
- invasión de Austria por las tropas del Reich nazi (día 11), posterior anexión (Anschluss), y clausura de las organizaciones judías y arresto de sus dirigentes.
1939:
- invasión de Checoslovaquia por las tropas del Reich nazi.
1940:
- establecimiento de Gusen, campo satélite de Mauthausen, “para compensar el crecimiento descomunal de éste”.
1941:
- Himmler ordena la construcción de la segunda sección de Auschwitz, conocida como Bikernau, propiamente ya, campo de exterminio.
- se establece un gheto en la parte sur de Cracovia, rodeado por un muro y una cerca de alambre de púa el día 20. “Los judíos que quedaban en la ciudad fueron confinados dentro de él, junto con varios miles provenientes de comunidades cercanas”.
1942:
- comienzan a llegar diariamente los trenes de prisioneros a Auschwitz (algunos días, varios trenes)
- el día 19 los nazis inician una operación de terror en el gheto de Cracovia, con la deportación a Auschwitz de medio centenar de los más destacasdos intelectuales del gheto.
1943:
- deportación de unos 2.000 trabajadores del gheto de Cracovia al campo de Plaszow, y posterior liquidación del gheto (días 13 y 14), asesinando en él a unas 700 personas y deportando a las restantes 2.300 a Auschwitz (en el verano de 1942 aún vivían en el gheto unas 12.000 personas)
- se interrumpen las deportaciones al campo de exterminio de Chelmno (primer campo en el que se utilizó de modo industrial el gas para exterminar a los prisioneros) “ya que todos los judíos en el Wathergau, con excepción de aquellos que aún quedaban en el gheto de Lodz, habían sido exterminados. El campo fue desmantelado”
1945:
- fallecen de tifus en Bergen-Belsen las hermanas Margot y Ana Frank.

Sin embargo, todo esto no es nada frente al testimonio de aquellos que lo sufrieron, como, por ejemplo, Primo Levi y Liana Millu.

Del libro de Primo Levi recojo dos textos, según traducción de Albert Fuentes:

Uno es el principio del artículo “Deportados. Aniversario”, publicado en abril de 1955, con motivo de cumplirse los diez años de la Liberación:
Pasados diez años desde la liberación de los Lager, resulta triste y significativo tener que constatar que, al menos en lo que concierne a Italia, el asunto de los campos de exterminio, lejos de haberse convertido en historia, se encamina al más completo olvido.
(…)
Es delicado, hoy, hablar de los Lager. Uno corre el riesgo de ser acusado de victimismo, o de amor gratuito por lo macabro, en la mejor de la hipótesis; en la peor, de mentir simple y llanamente, o quizá de atentar contra el pudor.
¿Puede justificarse este silencio? ¿Debemos tolerarlo los supervivientes? ¿Deben tolerarlo aquellos que, fulminados por el espanto y el rechazo, asistieron, entre golpes, insultos y gritos inhumanos, a la marcha de los vagones precintados, y, años más tarde, al regreso de los poquísimos supervivientes, quebrantados en cuerpo y espíritu? ¿Es justo que se considere cumplido el deber de prestar testimonio, deber que hasta hace poco se percibía como una necesidad y como una obligación inaplazable?
Sólo puede darse una respuesta. No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos, ¿quién hablará? No por cierto los culpables y sus cómplices. Si faltase nuestro testimonio, en un futuro no lejano las proezas de la bestialidad nazi, por su propia enormidad, podrían quedar relegadas al mundo de las leyendas. Hablar, por tanto, es preciso.
Y sin embargo prevalece el silencio.


Y el otro es el final del artículo “Aquel tren con destino a Auschwitz”, publicado a mediados de 1979:
Esta es la experiencia de la que salí, y que me ha marcado profundamente; su símbolo es el tatuaje que todavía llevo en el antebrazo; mi nombre de cuando no tenía nombre, el número 174517. Me ha marcado, pero no me ha quitado el deseo de vivir; es más, me lo ha acrecentado, porque ha conferido un objetivo a mi vida, el de dar testimonio, a fin de que nada semejante ocurra de nuevo. Y éste es el objetivo que persiguen mis libros.

Estas obras ya las comentaré cuando, en vez de hojearlas, las lea, pero de momento, teniendo estremecedoramente presente lo que me comentó hace poco una persona (“En Europa ya se puede volver a morir por ser judío”), podemos finalizar con una evidencia, pronunciada por uno de los protagonistas de El camino del Norte, novela que estoy leyendo actualmente:

Pero si no decís que sos judío, nadie se da cuenta, somos como todo el mundo. Y es que somos de verdad como todo el mundo.

6 comentarios:

  1. Con respecto al Holocausto, se ataca por dos frentes: uno en plan necio, como el fulano ese que preside Irán y a quien no se le cae la cara de vergüenza al afirmar que tal genocidio no ocurrió; y por otro lado no es tanto el silencio del holocausto (que también) sino un cierto tufillo a justificación, en plan: vale, estuvo un poquito mal cargarse a tantos judíos, pero... algo habrían hecho.

    Así, no es extraño que en ciertas partes siga siendo arriesgado ser judío. Y puedo comprender que lo sea en los países musulmanes, al fin y al cabo muchos de ellos son tan fanáticos como para tener como deporte nacional la caza del judío. Lo que ya no me cabe en la cabeza es que suceda en plena Europa. Eso no lo entiendo, ni lo comprenderé jammás, salvo que se explique por el hecho de que aquí algunos son tan fanáticos, sectarios y cortos de entendederas como lo son los hijos de Alá.

    Hace poco que leí "El camino del Norte" y me gustó mucho. Ahora estoy liadilla con otras lecturas, pero puede que más adelante pruebe con otra novela de Vázquez-Rial. Me gustó bastante este autor.

    Saludos.

    S. Cid

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  2. Pues sí. Parece que ésa debe de ser la explicación, y es lo que me incitó a publicar la anotación.
    Sobre "El camino del Norte" ya comentaré algo, pero adelanto que lo he comprado y leído precisamente por comentarios vuestros.

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  3. Posodo me deja maravillado tu forma de plantear las cosas. Creo que fue Adorno el que dijo eso de que después de este genocidio no podría haber más poesia en la tierra.
    Cada vez nos olvidamos de las cosas verdaderamente importantes, con lo que eso supone.

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  4. Me trajiste a la mente algo que escribió Boerne hace ya unos años:

    "Algunos me reprochan ser judío, algunos me alaban por eso, algunos me lo perdonan, pero todos me lo recuerdan"

    Un saludo

    PD: Sobre literatura referida a la Shoá, hay libros muy interesantes:
    "La noche", de Elie Wiesel, "Nueve maletas", de Béla Zsolt, "Crónica del gueto de Varsovia", "El diario de Praga", de Petr Ginz y muchos otros. Todos ellos sentidos testimonios de los supervivientes; hombres y mujeres que se convirtieron en cementerios vivientes para los muertos sin sepultura porque, los nazis pudieron exterminar a millones pero fueron incapaces de borrar sus nombres.
    Shabat Shalom.

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  5. Bate: espero que ese maravillar sea positivamente.
    Guido: sí, ese continuo recordar=echar en cara, es lo preocupante.
    Gracias por las recomendaciones. La trilogía de Wiesel la tengo en lista de compra, y sobre el gheto de Varsovia tengo, con el mismo título de "Crónica del gueto de Varsovia", editado por Alba, pero de Emanuel Ringelblum, quien veo ahora que falleció también en marzo, el día 7, de 1944 en la prisión de Pawiak. Descanse en paz.

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  6. Sí, al que yo me refería es el mismo que tú citas; el de Emanuel Ringleblum, editado por Alba.
    De Elie Wiesel, tengo incluso un libro firmado por él ("La ciudad de la fortuna") y hoy, curiosamente, fisgando en la librería La Tarde (c/Ruiz), me encontré con un ejemplar de "El testamento de un poeta judío asesinado". No lo compré, porque tengo un ejemplar desde el año 1998. Como curiosidad, te comento (no sé si lo sabes o no) que estuvo postulado para ser presidente de Israel.

    Un saludo

    PD: Espero que te guste "El camino del Norte". Tiene unos diálogos magníficos.
    PD: Estos días ando releyendo, entre otras cosas, "Dora Bruder", de Patrick Modiano. Te lo recomiendo.

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