Ya comenté la sorpresa que tuvimos el día de las últimas elecciones al Parlamento Europeo cuando nos encontramos con que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF) abría bastante más tarde de su hora habitual. A pesar de la cercanía del famoso reloj, no era cuestión de esperar en la puerta hasta que abrieran, por lo que cambiamos el orden de la agenda.
Cuando volvimos a la calle de Alcalá, ya abierta la Academia al público, lo ajustado del horario nos obligó a ver sólo la exposición temporal Settecento Veneziano, ya que concluía precisamente ese día.
La exposición no era muy amplia, ni en número de obras, ni en el espacio dedicado a ella. No sé si fue más una sensación consecuencia de esto último, que una realidad: me llamó la atención la elevada afluencia de público a la exposición. También pudo ser que se tratara del último día y de que la entrada fuera gratuita.
Las obras expuestas, básicamente, eran las esperadas o similares en el estilo. El problema fue que éramos muchos. La Academia organizaba visitas guiadas para grupos de hasta 15 personas: eso seguro que era otra cosa, pero tendrá que ser en otra ocasión.
La visita al Museo para ver la colección permanente quedó, pues, para, también, otro viaje.
Cuando volvimos a la calle de Alcalá, ya abierta la Academia al público, lo ajustado del horario nos obligó a ver sólo la exposición temporal Settecento Veneziano, ya que concluía precisamente ese día.
La exposición no era muy amplia, ni en número de obras, ni en el espacio dedicado a ella. No sé si fue más una sensación consecuencia de esto último, que una realidad: me llamó la atención la elevada afluencia de público a la exposición. También pudo ser que se tratara del último día y de que la entrada fuera gratuita.
Las obras expuestas, básicamente, eran las esperadas o similares en el estilo. El problema fue que éramos muchos. La Academia organizaba visitas guiadas para grupos de hasta 15 personas: eso seguro que era otra cosa, pero tendrá que ser en otra ocasión.
La visita al Museo para ver la colección permanente quedó, pues, para, también, otro viaje.
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