martes, 4 de agosto de 2009

Listas de libros listos... para leer

Un cuatro de agosto de 2006 compraba cuatro libros en el local que la librería París-Valencia tiene en la plaza de Alfonso el Magnánimo, más conocida como el Parterre (aunque éste es propiamente, el jardín central de la plaza), aquí en Valencia, claro.

Hacía ya muchos años que tanto esa librería como el local en concreto, se habían convertido en mi proveedor oficial de libros, y casi único; sin embargo, con la compra de este día se iniciaba un procedimiento nuevo. Aunque su origen se sitúa a finales del junio inmediato anterior.

Y es que el 27 de junio les había facilitado una lista de libros como encargo. Hasta aquí, nada de particular, ¿no? El matiz es que dicha lista se componía de dos bloques: en uno, los libros eran los clásicos de encargo, y su cantidad varía de una lista a otra según me dé; en el otro, siempre cinco libros, eran ellos los que elegían qué dos o tres libros me iba a llevar. Además, de su propia iniciativa, había que añadir un libro adicional.

Es decir, que con este ‘juego’ entre libreras y cliente, llevamos ya tres años, y los que espero seguir rondando.

El resultado hasta la fecha, es el siguiente:
listas presentadas: 32, es decir, una media de una lista cada cinco semanas.
total de libros implicados: 302
total de libros comprados: 168
total de libros pendientes: unos 55

Por vergüenza torera, no pongo la estadística de libros leídos (además de porque no la llevo más que desde hace poco)

La pregunta clave, en todo esto, es ¿Y dónde @#!*%& pongo ahora los libros?

Para satisfacer la curiosidad general, los libros en cuestión fueron:





de los cuáles, el primero, lo empezaré mañana, para celebrar el cumpleaños; los dos pares llevarán su turno, y el tercero lo leí en su momento, y lo mismo lo comento algún día. Ya puestos…

¡Ah, por cierto! Mañana me pasaré otra vez, para saludar, ver si hay algo para recoger,... y dejar una nueva lista.

4 comentarios:

  1. La historia es curiosa, Posodo..., muy, muy curiosa. Mira que he estado en librerías, mira que en algunas de ellas soy como de la casa, pero... eso de las listas me ha dejado de lo más sorprendida.

    La parte final es la que no me sorprende... Eso de comprar libros, leerlos, comentarlos, saborearlos, sonreírlos, disfrutarlos, mirarlos y, en fin, todos esos "-arlos" que se puedan añadir, está muy bien. ¡Pero! (sí, siempre hay un "pero"), pero..., ay, ¿dónde colocarlos?

    Todavía tengo libros almacenados en casa de mis padres porque me da miedo llevármelos. ¿Miedo? Sí, sí, miedo..., porque... cuando se haya acabado el espacio de mis estanterías, ¿qué hago? He estudiado la casa desde todos los ángulos... y como no meta más "billys" en la cocina... :-)

    Saludos.

    S. Cid

    ResponderEliminar
  2. Mira, una ocurrencia, y ya hemos celebrado su tercer cumpleaños.
    Y el problema no es sólo dónde colocarlos, sino cómo hacerlo para luego encontrarlos de manera inmediata, y que no haya que reubicarlos cada cierto tiempo porque el criterio anterior ya no da más de sí.
    Y para su colocación, salvo en un caso concreto, hay más alternativas: están las casas de los hermanos ;-)

    ResponderEliminar
  3. Lo de los hermanos puede ser una solución..., pero no en mi caso: todos ellos buenos lectores, son mayores que yo, por lo que sus bibliotecas superan la mía. De modo que por ahí poco (espacio) tengo que rascar ;-)

    Saludos.

    S. Cid

    ResponderEliminar
  4. Es que hay que meditar mucho lo de las listas, no se pueden hacer las listas a tontas y a locas porque... ya no serían listas.
    El libro "Honathan Strange y el señor Norrell" lo leí cuando lo publicó Círculo de Lectores y me entretuvo y no lo digo por las 807 páginas.

    ResponderEliminar