Según la Real Academia Española, una pavesa da idea de una debilidad.
Sin embargo, como sabe todo el mundo que tenga cierta experiencia al respecto, una pavesa puede resultar peligrosa si, antes de consumirse, tiene opción de transmitir su calor a algo, cualquier cosa que pueda prender por encontrarse en un estado que la predisponga a ello.
Hace 76 años hubo un incendio cuyas llamas destruyeron un edificio, y cuyas pavesas consiguieron prender, y generar un incendio que poco a poco se fue extendiendo, para acabar destruyendo un país y medio continente.
El 27 de febrero, ya entrada la noche, se detectó un incendio en un edificio de Berlín. En poco tiempo, el edificio entero acabó siendo pasto de las llamas. El edificio en cuestión era el Reichstag, la sede del parlamento alemán, y el desconcierto que hubo en los primeros momentos sobre su origen (aunque sí se detuvo a una persona in franganti), sirvió como excusa para la lucha política del partido nacional socialista contra el partido comunista.
Las acusaciones de los primeros contra los segundos consiguieron cuajar, con la emisión, justo el día siguiente, de un decreto que suspendía numerosos derechos políticos, llegándose a impedir la participación de varios partidos en las elecciones que estaban convocadas para cinco días después.
En esas elecciones el Partido Nacional Socialista conseguía el 44% de los votos, y una presencia tal en el Parlamento que el 23 de marzo se aprobaba una ley mediante la que se concedía en la práctica poderes dictatoriales al líder del Partido Nacional Socialista y Canciller de Alemania, Adolf Hitler.
Trece años después, en el discurso del que acabamos de hacer una anotación, se recordaba:
“La última vez, lo vi venir y grité para que lo supieran mis propios compatriotas y el mundo entero, pero nadie me hizo caso. Hasta el año 1933, o tal vez incluso 1935, se podría haber salvado a Alemania del espantoso destino que le ha sobrevenido y todos nos habríamos librado de los sufrimientos que Hitler desató sobre la humanidad.”
Pues eso, recordemos no sólo lo que pasó, sino las actitudes que provocaron/consintieron/toleraron lo que pasó, y no olvidemos que, entre otras situaciones, el recuerdo de lo recién sucedido, y la voluntad de evitarlo como fuera, tuvo sus consecuencias en parte de la misma Alemania en 1948, en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en 1968, como ejemplos más visibles y cercanos (Corea, por el contrario, resultó más lejano... y distinto [de hecho, volvió a entrar en acción nuestra ya conocido USS Missouri])
Sin embargo, como sabe todo el mundo que tenga cierta experiencia al respecto, una pavesa puede resultar peligrosa si, antes de consumirse, tiene opción de transmitir su calor a algo, cualquier cosa que pueda prender por encontrarse en un estado que la predisponga a ello.
Hace 76 años hubo un incendio cuyas llamas destruyeron un edificio, y cuyas pavesas consiguieron prender, y generar un incendio que poco a poco se fue extendiendo, para acabar destruyendo un país y medio continente.
El 27 de febrero, ya entrada la noche, se detectó un incendio en un edificio de Berlín. En poco tiempo, el edificio entero acabó siendo pasto de las llamas. El edificio en cuestión era el Reichstag, la sede del parlamento alemán, y el desconcierto que hubo en los primeros momentos sobre su origen (aunque sí se detuvo a una persona in franganti), sirvió como excusa para la lucha política del partido nacional socialista contra el partido comunista.
Las acusaciones de los primeros contra los segundos consiguieron cuajar, con la emisión, justo el día siguiente, de un decreto que suspendía numerosos derechos políticos, llegándose a impedir la participación de varios partidos en las elecciones que estaban convocadas para cinco días después.
En esas elecciones el Partido Nacional Socialista conseguía el 44% de los votos, y una presencia tal en el Parlamento que el 23 de marzo se aprobaba una ley mediante la que se concedía en la práctica poderes dictatoriales al líder del Partido Nacional Socialista y Canciller de Alemania, Adolf Hitler.
Trece años después, en el discurso del que acabamos de hacer una anotación, se recordaba:
“La última vez, lo vi venir y grité para que lo supieran mis propios compatriotas y el mundo entero, pero nadie me hizo caso. Hasta el año 1933, o tal vez incluso 1935, se podría haber salvado a Alemania del espantoso destino que le ha sobrevenido y todos nos habríamos librado de los sufrimientos que Hitler desató sobre la humanidad.”
Pues eso, recordemos no sólo lo que pasó, sino las actitudes que provocaron/consintieron/toleraron lo que pasó, y no olvidemos que, entre otras situaciones, el recuerdo de lo recién sucedido, y la voluntad de evitarlo como fuera, tuvo sus consecuencias en parte de la misma Alemania en 1948, en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en 1968, como ejemplos más visibles y cercanos (Corea, por el contrario, resultó más lejano... y distinto [de hecho, volvió a entrar en acción nuestra ya conocido USS Missouri])
No hay comentarios:
Publicar un comentario