domingo, 4 de agosto de 2013

Un recuerdo de las vacas

El viaje fue rápido y agradable. Yo lo empleé en conocer mejor a mis dos acompañantes y en jugar con el spaniel del doctor Mortimer. En el curso de pocas horas, la tierra parda se hizo rojiza, el ladrillo se transformó en piedra y aparecieron vacas bermejas pastando en campos y en cercados donde la exuberante hierba y la frondosidad de la vegetación delataban un clima más fértil aunque también más húmedo. El joven Baskerville miraba ansioso por la ventanilla y lanzó exclamaciones de júbilo al reconocer los rasgos familiares del paisaje de Devon.
- He recorrido buena parte del mundo desde que salí de aquí, doctor Watson –dijo –, pero no he encontrado lugar alguno que se pueda comparar con estas tierras.
- No conozco ninguna persona de Devonshire que no ponga su condado por las nubes –subrayé.


Puedo asegurar que las vacas, bermejas incluso, estaban en el prado del fondo, aunque por rapidez del tren o lentitud mía con la cámara, hice tarde para que salieran en el encuadre.

El caso, pues, es que nos hemos quedado sin vacas.

Créditos:
Extracto del capítulo 6 La mansión de los Baskerville, de la obra El perro de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle, según traducción de Esther Tusquets, tomado de de la edición de noviembre de 2011 de Nórdica Libros, en su colección Ilustrados (pág. 58), de la biblioteca del autor.
Fotografía de campos de Devon, desde el tren de Exmouth a Exeter, hace quince días, del autor.

1 comentario:

  1. Espero que lo hayáis pasado muy bien... Con o sin vacas bermejas...

    Un saludo.

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