“El hombre que hace una promesa acuerda una cita consigo mismo en algún
lugar o fecha lejanos. El peligro está en que no acuda a la cita. Y en los
tiempos modernos este terror a uno mismo, a la debilidad y mutabilidad propias,
ha crecido peligrosamente y es el verdadero fundamento de la objeción a
cualquier tipo de promesa. Un hombre moderno se abstiene de jurar que contará
las hojas de uno de cada tres árboles que encuentre en Holland Walk no porque
hacerlo sea estúpido (hace cosas mucho más estúpidas que esa), sino porque
posee la profunda convicción de que, antes de haber llegado a la hoja número
trescientos veintinueve del primer árbol, estará demasiado cansado del asunto y
querrá volver a casa a tomar el té. Dicho de otro modo, tememos que para
entonces se haya convertido, en el sentido más común pero espantosamente
significativo de la expresión, en otro hombre. Y es este horrible cuento de hadas de un hombre que continuamente se
convierte en otros hombres el alma misma de la decadencia.”
(Y encima, sólo se cumple
lo que no depende de los políticos.)
Créditos:
Extracto del capítulo, de
El acusado, de Gilbert Keith
Chesterton, según traducción de Victoria León Varela, publicado por Espuela de
Plata en 2011, de la biblioteca del autor (pág. 64)
(Por cierto, El acusado, en el original, The defendant, se publicó en de 1901, y
así estamos aún.)
Viñeta de Ricardo, en El Mundo, de la hemeroteca del autor,
cuando ya se anunciaba las elecciones generales de 2008, aunque publicada aún
en 2007, en noviembre,… el día 20.
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