El Viernes de Dolores de 2007 (es decir, ayer se cumplieron tres años) estábamos mi hermano y yo en Milán, con el único objetivo de apreciar en directo La última cena, o Cenacolo, obra de Leonardo da Vinci.
La obra, como casi todo el mundo sabe, es un fresco, realizado sobre una pared del refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie, que sobrevivió milagrosamente a la II Guerra Mundial, pues prácticamente ése fue el único muro que quedó en pie del convento.
Lo fundamental de la obra, como últimamente se han dedicado a olvidar, es que representa el momento crucial en el que Jesucristo instaura el sacramento de la Eucaristía. Lo cual tuvo lugar en la noche del primer Jueves Santo de la Historia.
Como suele pasar, tenemos que irnos lejos para ver aquello que nos recuerda lo importante. Y no me refiero a la asistencia, en cualquier lugar, a una sencilla misa (que también).
Hasta la fecha, nada permite descartar, más bien al contrario, que exista un “testigo” de dicha cena muy cerca de nuestras casas, en particular, de las que se encuentran en Valencia.
Y es que en la Catedral de Valencia, como ya se comentó aquí al hilo de un Congreso, se encuentra el Santo Cáliz, que referido como Grial, forma parte más de la leyenda que de la historia.
Sin embargo, está aquí… y apenas se le hace caso.
Créditos:
Detalle de La última Cena de Leonardo da Vinci, de un folleto de la Pinacoteca de Brera, de Milán.
Foto de Santa Maria delle Grazie, en Milán, de marzo de 2007, del autor.
Foto de la Capilla del Santo Cáliz, en la Catedral de Valencia, en agosto de 2007, del autor.
La obra, como casi todo el mundo sabe, es un fresco, realizado sobre una pared del refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie, que sobrevivió milagrosamente a la II Guerra Mundial, pues prácticamente ése fue el único muro que quedó en pie del convento.
Lo fundamental de la obra, como últimamente se han dedicado a olvidar, es que representa el momento crucial en el que Jesucristo instaura el sacramento de la Eucaristía. Lo cual tuvo lugar en la noche del primer Jueves Santo de la Historia.
Como suele pasar, tenemos que irnos lejos para ver aquello que nos recuerda lo importante. Y no me refiero a la asistencia, en cualquier lugar, a una sencilla misa (que también).
Hasta la fecha, nada permite descartar, más bien al contrario, que exista un “testigo” de dicha cena muy cerca de nuestras casas, en particular, de las que se encuentran en Valencia.
Y es que en la Catedral de Valencia, como ya se comentó aquí al hilo de un Congreso, se encuentra el Santo Cáliz, que referido como Grial, forma parte más de la leyenda que de la historia.
Sin embargo, está aquí… y apenas se le hace caso.
Créditos:
Detalle de La última Cena de Leonardo da Vinci, de un folleto de la Pinacoteca de Brera, de Milán.
Foto de Santa Maria delle Grazie, en Milán, de marzo de 2007, del autor.
Foto de la Capilla del Santo Cáliz, en la Catedral de Valencia, en agosto de 2007, del autor.
En pocos lugares he sentido la presencia de la Eucaristía tan cercana como las veces que he visitado esa coqueta, mística, misteriosa y sobrenatural Capilla del Santo Cáliz, en la Catedral de Valencia. Hay algo que sobrecoge el alma entre esos muros.
ResponderEliminarBueno..., e Indiana Jones sin saberlo... ;-)
ResponderEliminarSimpáticos comentarios que huelen a incienso y desparraman esa historia infantil pero tan apasionante, que se ha llevado vidas humanas por millones.
ResponderEliminarGracias por su visita y por su molestia al comentar la anotación.
ResponderEliminarEn efecto, se trata de una Historia apasionante que ha llegado a millones de vidas humanas.
Un saludo.
Simpático ignaro, los comentarios ni desparraman ni huelen, eso lo hace las compresitas que te pones en el culito cuando te haces popó debido a tu imparable y diarreica empanada mental.
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