sábado, 3 de abril de 2010

Un tropiezo, y una caída... con consecuencias

En aquellos planes de estudio ‘antiguos’ se nos decía que la Historia (en la civilización occidental) se divide en varias Edades, y en concreto la Edad Media finalizaba, o la Edad Moderna comenzaba, con el descubrimiento de América (versión española) o con la caída de Constantinopla (versión general).

Aunque este hecho fue el que marcó la civilización europea, hubo una ocasión anterior en que también Constantinopla fue tomada, aunque no resulta comparable, pues se trató de algo propio de la época medieval europea.

En efecto, en 1204 se produjo la toma de Constantinopla por parte de… los cruzados, en concreto, los de la cuarta Cruzada. Los motivos, o tal vez mejor dicho, la excusa: una deuda del emperador con la República de Venecia por unas naves cuyo servicio no fue debidamente pagado.

En nuestro viaje a Venecia en septiembre de 2009, pudimos apreciar dos “recuerdos” de aquello en la Basílica de San Marcos.

Uno de ellos es un icono de la Virgen, con el nombre de la Madonna de Nicopeia. Se encuentra en una de las capillas, y en su época iba al frente del ejército bizantino cuando éste se dirigía a la batalla.


El segundo “recuerdo” se convirtió a su vez en “recuerdo” de Venecia por Napoleón, pues se lo llevó en su día, hasta que fue devuelto (sólo a Venecia) en 1831. Se trata del grupo escultórico de cuatro caballos cuya réplica es la que se encuentra en la galeria que se abre sobre la Piazza de San Marcos, mientras que el grupo original se encuentra en una sala del museo de la Basílica.

Casi 250 años más tarde, la República de Venecia hubiera podido tener algún recuerdo más, esta vez defendiendo la ciudad de Constantinopla, en vez de atacarla Sin embargo, no fue así.

Hoy he comenzado a leer El ángel sombrío, de Mika Waltari, cuya trama se sitúa en Constantinopla, narrando los cinco últimos meses hasta su caída en poder de los otomanos. En la introducción de Jacinto Antón se puede leer, precisamente, que:
El 3 de abril de 1453, el inmenso ejército reunido por el joven sultán Mohamed II, puso sitio a Constantinopla, denominada codiciosamente por los turcos kizil elma, «la manzana roja»

La novela tiene la forma de un diario, y su autor, Giovanni Angelos (quien da nombre al título original de la obra, Johannes Angelos) escribe enn su anotación correspondiente al 20 de diciembre de 1452:
No confío en el apoyo que la Cristiandad pueda prestarnos. Mohamed actúa de modo más rápido que aquélla.

Y es que, efectivamente, para cuando Venecia, por ejemplo, decidió ayudar a Constantinopla, era ya el mes de abril, el sitio estaba cerrado, y, en resumen, ya era tarde.

La cita se sitúa en 1452, la novela se escribió justo quinientos años más tarde, y sin embargo, qué actual resulta.

Créditos:
Fotos de la Madonna de Nicopeia y de la réplica de la cuádriga, de la Basílica de San Marcos de Venecia, en septiembre de 2009, del autor.
Portada de El ángel sombrío, de Mika Waltari, en edición de Círculo de Lectores, de 1995.

Actualización:
Tres días después de la caída de Constantinopla, dedicados al saqueo y pillaje, Mohamed II dicta el final de éstos, y entra en Santa Sofía, donde alaba a Alá, como se refleja en la historia gráfica publicada en su día en la revista Trinca.

Con fecha del 5 de abril bate publica una anotación al hilo de los sucesos provocados el pasado Miércoles Santo, 31 de marzo, por un grupo de turistas austriacos musulmanes en la Catedral de Córdoba.

Por cierto, la novela de Mika Waltari finaliza de esta manera:
«Muchos fugitivos han regresado a Constantinopla y el sultán prometió su especial favor a aquellos griegos que pudieran demostrar que eran de noble cuna. Pero la verdad es que a todos éstos los decapitó sin tardanza. Sólo se mostró piadoso con los pobres, permitiendo que cada uno trabajara en su oficio y para la reconstrucción del reino. Asimismo, fue clemente con los geógrafos, historiadores y técnicos del emperador, y los tomó a su servicio. Pero de los filósofos no dejó uno solo para muestra.»

3 comentarios:

  1. ¡Bravo Posodo!
    No sé por donde empezar. Comenzemos diciendo que me gusta Mika Waltari. Leí hace poco Sinuhé el egípcio, ¿es de él,no?
    Ya no me acuerdo. soy una persona propensa al parkinson, no es broma, lo digo en serio.
    Me gustaría leer lo que tú estás leyendo ahora, ya la encontraré.

    Esto que escribes me ha emocionado: "Uno de ellos es un icono de la Virgen, con el nombre de la Madonna de Nicopeia. Se encuentra en una de las capillas, y en su época iba al frente del ejército bizantino cuando éste se dirigía a la batalla."

    Gracias por el enlace a mi blog.
    Gracias por escribir de estas cosas.

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  2. Efectivamente, muy buena anotación, Posodo, y, efectivamente, Bate, tu parkinson no se hizo presente, Sinuhé el egipcio es de Mika Waltari y también la única (creo, porque me suena otra más cuyo título no recuerdo) obra de este autor que he leído (¿recuerdas el sicomoro, Bate?).

    Una vez más mi pesimismo se hace pantente y creo que, de nuevo, la cristiandad llegará tarde en esta ocasión. Bueno..., si es que para la ocasión queda algo de cristiandad, claro.

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  3. Finalicé la novela a mediados de semana.
    Ya veremos cómo voy volcando las diversas anotaciones, apra que no se incremente el pesimismo que se observa ;-)
    Gracias a ambos por las visitas, los comentarios... y los piropos, pero el mérito es de Mika Waltari.

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