Aun cuando en el conjunto de la Cristiandad la festividad de San Vicente Ferrer se celebra el día 5 de abril, en su tierra, o sea, Valencia, se celebra en otra fecha distinta, precisamente, para poder celebrarla.
La paradoja se explica fácilmente viendo que, en la gran mayoría de las ocasiones, el día 5 de abril coincide con la Cuaresma o, incluso, con la Semana Santa, lo cual dificultaba la celebración del primer Santo valenciano, y Santo Patrón de la Ciudad, con la ‘orgullosa’ solemnidad.
Por ello, se solicitó, y el Papa en su día autorizó, que se celebrara con posterioridad a la Pascua de Resurrección, en concreto, el segundo lunes de Pascua. O sea, este año, hoy.
San Vicente Ferrer fue un fraile de la Orden de Predicadores, es decir, dominico, famoso en su época por su arrebatadora oratoria, y activo participante en varios de los principales conflictos de su época como fueron la cuestión dinástica en la sucesión a la Corona de Aragón (resuelta mediante el Compromiso de Caspe), y el Cisma de Occidente, visible en el ‘destierro de Avignon’.
Con motivo de su publicación en 2004, compré el libro «Timete Deum». El Anticristo y el final de la historia según San Vicente Ferrer, obra de fray Sebastián Fuster Perelló, o.p. (es decir, orden de predicadores, en minúsculas, no como S.J.), editada por el Ayuntamiento de Valencia, en su colección Sant Vicent Ferrer.
Alfonso Esponera Cerdán (también o.p.), director de la colección, dice en su introducción a la obra:
“Vicente Ferrer predicó del anticristo y de la final Edad del Espíritu. Pero todo ello no fue con la frecuencia con la que lo señalan algunos autores del pasado. Siempre lo hizo dentro del planteamiento de la necesidad de reforma de la sociedad cristiana y, sobre todo, de conversión individual expresada mediante la recepción de los sacramentos y el retorno a la vida cristiana. Los «tiempos nuevos» anunciados por su predicación ya estaban llegando –de una manera menos espectacular aunque más eficaz– no por la destrucción del cosmos, sino por la conversión de las conciencias.
En otras palabras, Vicente Ferrer no fue un visionario inspirador de predicación turbulenta, sino un teólogo inspirador de una reforma de gran alcance.”
Curiosamente, en cierta contradicción con esto, el título del libro toma sólo la primera parte del lema de San Vicente Ferrer, es decir, “Timete Deum” (“Temed a Dios”), por lo que no está de más recordar la segunda parte, o sea, “et date Illi honorem”.
Démosle, pues, honores a Dios, mientras trabajamos en la “reforma de la sociedad cristiana (…) por la conversión de las conciencias.”
Créditos:
Portada del libro «Timete Deum». El Anticristo y el final de la historia según San Vicente Ferrer, y transcripción tomada de la introducción del mismo.
Fotos de la placa-relieve que titula la Plaza de San Vicente Ferrer (colocada en abril de 1931), de octubre de 2009, y del mosaico de azulejos en la fachada exterior junto a la Casa Natalicia del Santo, en la calle del Mar, de noviembre de 2008, ambas en Valencia, y del autor.
La paradoja se explica fácilmente viendo que, en la gran mayoría de las ocasiones, el día 5 de abril coincide con la Cuaresma o, incluso, con la Semana Santa, lo cual dificultaba la celebración del primer Santo valenciano, y Santo Patrón de la Ciudad, con la ‘orgullosa’ solemnidad.
Por ello, se solicitó, y el Papa en su día autorizó, que se celebrara con posterioridad a la Pascua de Resurrección, en concreto, el segundo lunes de Pascua. O sea, este año, hoy.
San Vicente Ferrer fue un fraile de la Orden de Predicadores, es decir, dominico, famoso en su época por su arrebatadora oratoria, y activo participante en varios de los principales conflictos de su época como fueron la cuestión dinástica en la sucesión a la Corona de Aragón (resuelta mediante el Compromiso de Caspe), y el Cisma de Occidente, visible en el ‘destierro de Avignon’.
Con motivo de su publicación en 2004, compré el libro «Timete Deum». El Anticristo y el final de la historia según San Vicente Ferrer, obra de fray Sebastián Fuster Perelló, o.p. (es decir, orden de predicadores, en minúsculas, no como S.J.), editada por el Ayuntamiento de Valencia, en su colección Sant Vicent Ferrer.
Alfonso Esponera Cerdán (también o.p.), director de la colección, dice en su introducción a la obra:
“Vicente Ferrer predicó del anticristo y de la final Edad del Espíritu. Pero todo ello no fue con la frecuencia con la que lo señalan algunos autores del pasado. Siempre lo hizo dentro del planteamiento de la necesidad de reforma de la sociedad cristiana y, sobre todo, de conversión individual expresada mediante la recepción de los sacramentos y el retorno a la vida cristiana. Los «tiempos nuevos» anunciados por su predicación ya estaban llegando –de una manera menos espectacular aunque más eficaz– no por la destrucción del cosmos, sino por la conversión de las conciencias.
En otras palabras, Vicente Ferrer no fue un visionario inspirador de predicación turbulenta, sino un teólogo inspirador de una reforma de gran alcance.”
Curiosamente, en cierta contradicción con esto, el título del libro toma sólo la primera parte del lema de San Vicente Ferrer, es decir, “Timete Deum” (“Temed a Dios”), por lo que no está de más recordar la segunda parte, o sea, “et date Illi honorem”.
Démosle, pues, honores a Dios, mientras trabajamos en la “reforma de la sociedad cristiana (…) por la conversión de las conciencias.”
Créditos:
Portada del libro «Timete Deum». El Anticristo y el final de la historia según San Vicente Ferrer, y transcripción tomada de la introducción del mismo.
Fotos de la placa-relieve que titula la Plaza de San Vicente Ferrer (colocada en abril de 1931), de octubre de 2009, y del mosaico de azulejos en la fachada exterior junto a la Casa Natalicia del Santo, en la calle del Mar, de noviembre de 2008, ambas en Valencia, y del autor.
Mi parroquia se llama así, precisamente: de San Vicente Ferrer y junto al altar hay un cuadro de azulejos exactamente igual al que acompaña tu anotación.
ResponderEliminarOí que en Murcia no es muy querido este santo (creo que en Lorca, pero me aseguraré), porque puso verde a la ciudad o algo así... Me lo contaron pero no lo recuerdo.
No hace falta irse 'tan' lejos. De la misma Valencia dicen que salió limpiándose el polvo del calzado para no llevarse de aquí ni eso.
ResponderEliminarCarácter, desde luego, no le faltaba.
La iconografía de San Vicente Ferrer es bastante estándar por decirlo de alguna manera, aunque también puede ser que se trate precisamente de una copia, ya que el mosaico no es 'cualquiera', sino el que figura precisamente en su casa natalicia.
Un saludo.