“Pensó
Yahvé: «(…) Confundamos su lenguaje, de modo que no se entiendan entre sí.» Y
desde aquel punto los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra, y dejaron
de edificar la ciudad. Por eso se la llamó Babel, porque allí embrolló Yahvé el
lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Yahvé por toda la faz de
la tierra.”
Luego, con el tiempo, aparecieron los
traductores, e incluso la gente se decidió a aprender idiomas.
Bueno, un poco.
Créditos:
Extracto del Génesis (11, 6-9), tomado de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y aumentada, editada en 1998
por Desclée De Brouwer, de la biblioteca del autor.
Fotografía de un cartel
en un comercio de Fráncfort del Meno, en enero de 2014, del autor.
Ja, ja... ¡Qué bueno! Esperemos que lo hablen mejor que lo escriben...
ResponderEliminarAbrazos (que se entienden en todos los idiomas).