“El
problema de Lenin era que creía que se podían conseguir cosas mediante la
coerción, el terror y el asesinato. «Dictadura -y apréndase esto de una vez
para siempre- significa poder ilimitado basado en la fuerza, no en la ley» (enero
de 1918). «Es una gran equivocación creer que la NEP [Nueva Política Económica] pondrá fin al terror. Volveremos al terror
y al terror económico» (marzo de 1922).Y así sucesivamente; hay docenas de declaraciones
parecidas. Lenin, durante su primer día de mandato, prefirió no enterarse
cuando el Segundo Congreso de los Sóviets abolió la pena de muerte. [Nota
al pie: Restablecida por el gobierno
provisional de Kerenski para castigar las deserciones del frente. Los bolcheviques
habían hecho campaña anteriormente con la consigna «Abajo la pena capital,
restablecida por Kerenski».] «Bobadas
-decía Lenin-: ¿cómo se puede hacer una revolución sin ejecuciones?» Pensar de
otro modo era «debilidad intolerable», «ilusión pacifista», etc. Hacía falta la
pena capital o no sería una revolución «de verdad», como la francesa (pero no
como la inglesa, la de Estados Unidos ni, desde luego, la rusa de febrero de
1917). Lenin quería ejecuciones; tenía el corazón puesto en las ejecuciones. Y
las tuvo. Se ha sugerido la posibilidad de que en el período 1917-1924 muriera
más gente a manos de la policía política que en todos los frentes de la guerra
civil.
Dicho
escuetamente: con Lenin, el «valor de la vida humana se vino abajo», en palabras
de Alain Brossat. Y así quedó zanjado el asunto durante treinta y cinco años.”
Tal día como hoy, unos conmemoran el
nonagésimo aniversario del fallecimiento de Vladimir Ilich Uliánov, Lenin.
Otros, en cambio, aunque su régimen continuara, celebramos el fin de su inicio.
(Lo más triste es que, hoy en día, el “valor de la vida humana” sigue en manos
de la “política”.)
Créditos:
Extracto de la sección Diez tesis sobre Ilich (en concreto, se
trata de la resis X), en la primera parte, El
hundimiento del valor de la vida humana, de Koba el Temible. La risa y los Veinte Millones, obra de 2002 de
Martin Amis, según traducción de 2004 de Antonio-Prometeo Moya, para la edición
de la obra publicada por Anagrama con el número 577 de su colección Panorama de Narrativas (pp. 42-43), de
la biblioteca del autor.
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