“Una
vez bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y
vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y venía sobre él.”
En su día, en estas páginas se conmemoró
la efemérides del bautismo de Beethoven, pues, en realidad, es la fecha que está
documentada, suponiéndose que habría nacido el día anterior, por la costumbre
en aquella época. Esta situación curiosa, vista desde estos días de ahora, en
realidad no es tal, pues durante muchos siglos, los únicos registros que
realmente se llevaban eran los parroquiales de los bautismos (y bodas y
fallecimientos), donde podía reflejarse, o no, la fecha real del nacimiento de
la criatura.
Ahora, gracias al registro civil, ya no
es tan imprescindible el registro parroquial, con el resultado de que el otro día,
el Papa Francisco tuviera que plantearnos unos deberes:
“Buscad
cada uno hoy en casa la fecha de vuestro bautismo. ¿Lo haréis?”
El problema es que, como en casa (con
todas las mudanzas que haya habido o dejado de haber) no se encuentre, no sé si
los archivos parroquiales estarán suficientemente disponibles.
Pero bueno, ya tenemos deberes.
Créditos:
El título de la anotación
es la parte intermedia del versículo 17, del capítulo 3 del Evangelium secundum
Matthaeum, tomado de la Biblia Vulgata, en edición de Colunga-Turrado, publicada por
Biblioteca de Autores Cristianos (duodécima edición, de 2005), de la biblioteca
del autor.
Extracto del Evangelio según San Mateo (3, 16),
tomado de la Nueva Biblia de Jerusalén,
revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer, de la biblioteca
del autor.
Fotografía del Bautismo de Jesús, en la
Catedral de Exeter, en julio de 2013, del autor.
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