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En la misma crónica
se nos ilustró, por si no teníamos bastante por aquí, acerca del “ingenio humorístico” de un tal Bermejo, por
aquel entonces ministro español de Justicia: “tuvo una intervención jocosa en la que propuso «añadir no sólo el
derecho a la vida, que todos respetamos, sino también el debate sobre las células
madre, los accidentes de tráfico o los laborales»”. Yo, desde luego, no
calificaría una intervención en estos términos sobre este tema como “jocosa”.
La crónica la
firmaba Enrique Serbeto, y fue publicada, lamentablemente, en ABC.
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Lo que se
discutía era la celebración de una Jornada Europea contra la Pena de Muerte, y
lo que exponía el Gobierno polaco era que no se concretaba claramente qué se
entendía por ‘Pena de Muerte’, y, más en general, que esa Jornada no incluía el
derecho a la vida, en línea con la posición de su partido de que tan pena de
muerte es la dictada por un Tribunal como la decidida por particulares en casos
de aborto y eutanasia.
Las noticias
hablaron sobre que 26 países no pudieron convencer a los polacos, cuando en
realidad, lo que se ve que sucedió es que hubo 26 países que no quisieron
reconocer la realidad del aborto y la eutanasia.
El tiempo acabó
reconociendo que los polacos tenían razón: en la propia línea de las leyes
sobre aborto y eutanasia, Europa encontró
una fisura, y para evitar la necesidad de la unanimidad, la Jornada la convocó
el Consejo de Europa... y se celebró.
Créditos:
Titulares de ABC y El Mundo tomados de sus ediciones impresas de fecha 19 de
septiembre de 2007, y extractos de las crónicas referidas.
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