Salvo en una
ocasión, estos días pasados en Londres hemos desayunado en un local de la
cadena Prêt-à-Manger, en la estación de metro de Earl’s Court.
La sorpresa,
no ya agradable, sino totalmente inesperada, fue que ofrecían una botellita de
zumo de naranja (entre otras frutas), y que el zumo… tenía pulpa. No era un líquido
del color adecuado, y poco más: en la etiqueta hablaban de zumo, sin
mencionar esa palabra mágica de ‘concentrado’.
Tal vez fuera
por eso que anduviéramos lo que anduvimos, sin especiales problemas.
Eso sí, cuesta
una libra con sesenta la botellita.
Nota:
Lo divertido es que me constipé la tarde
del día siguiente al regreso, ya en Valencia.
Créditos:
Fotografías de
la botellita llena (junto con el vaso del café con leche), y vacía, donde se
aprecia los restos de pulpa, de estos pasados días, del autor.
Imagen de la
servilleta del local.
Y por eso, por el catarro, ¿estás tardando tanto en escribir sobre la dimisión de Esperanza Aguirre?
ResponderEliminarVenga, que me come la impaciencia.
Pon la impaciencia a dieta. Será lo mejor.
ResponderEliminarJe, je, je,...
Y las naranjas, de Sevilla, no?
ResponderEliminarYo sí diré algo sobre la dimisión de Esperanza Aguirre, S.Cid. Creo que esta mujer, la única persona en España preparada intelectual y políticamente para meter en verea a esta panda de mamones y enderezar convenientemente este desaguisado estaba hasta los yebeneses de aguantar a tanto mariano y tantos soplapollas acomplejados.
Que tal Posodo?
ResponderEliminarDichosos los ojos que te leen, Bate.
ResponderEliminarBienvenido... de nuevo.
Un abrazo.