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Tal vez fuera
por eso que anduviéramos lo que anduvimos, sin especiales problemas.
Eso sí, cuesta
una libra con sesenta la botellita.
Nota:
Lo divertido es que me constipé la tarde
del día siguiente al regreso, ya en Valencia.
Créditos:
Fotografías de
la botellita llena (junto con el vaso del café con leche), y vacía, donde se
aprecia los restos de pulpa, de estos pasados días, del autor.
Imagen de la
servilleta del local.
Y por eso, por el catarro, ¿estás tardando tanto en escribir sobre la dimisión de Esperanza Aguirre?
ResponderEliminarVenga, que me come la impaciencia.
Pon la impaciencia a dieta. Será lo mejor.
ResponderEliminarJe, je, je,...
Y las naranjas, de Sevilla, no?
ResponderEliminarYo sí diré algo sobre la dimisión de Esperanza Aguirre, S.Cid. Creo que esta mujer, la única persona en España preparada intelectual y políticamente para meter en verea a esta panda de mamones y enderezar convenientemente este desaguisado estaba hasta los yebeneses de aguantar a tanto mariano y tantos soplapollas acomplejados.
Que tal Posodo?
ResponderEliminarDichosos los ojos que te leen, Bate.
ResponderEliminarBienvenido... de nuevo.
Un abrazo.