jueves, 25 de agosto de 2011

Coleccionando historia… al vuelo

Hace unos catorce meses, contestanto a una pregunta suya, anticipé a S.Cid que publicaría una anotación sobre cierto tema. Pues bien, ya ha llegado el día.

El origen de todo estaba en las trazas de color rojo que asoman por la derecha de la fotografía con que ilustro mi perfil en este diario: en efecto, se trata de los extremos de las alas derechas del Fokker Dr. I Dreidecker, lógicamente en su versión de juguete, modelo de avión conocido, únicamente, por ser el que pilotaba, al final de su vida, Manfred von Richthofen, más conocido como el Barón Rojo por el color con que identificaba su avión.

Este avioncito, así como el otro que aparece en la foto, y dos más, es decir, una escuadrilla de cuatro aparatos, forma parte de una colección de quiosco de aviones históricos. Creo recordar que acompañaba al aparato un fascículo (obviamente no se trataba de su manual de instrucciones), aunque ahora no sé por qué rincón de la casa se encontrarán.

Naturalmente, el primero que salió a la venta fue el Fokker Dr. I para excitar el celo coleccionista de la gente, cosa que, parcialmente, se consiguió en mi caso. Otro que conseguí fue el Autogiro de La Cierva, y de los otros dos ahora no recuerdo el fabricante.

El caso es que me iba a plantar en cuanto saliera el Plus Ultra, y sucedió algo parecido, pero al revés: fué él quien me dio plantón. Al quiosco dejaron de llegarle nuevos ejemplares de la colección.

Al poco, sabiendo cómo se las gastan en estas colecciones, llamé al teléfono de la editorial para preguntar. Y me contestaron, muy amablemente, y muy extrañados, que se trataba de una colección de hacía unos años que ya no se distribuía, por lo que no entendían cómo habían llegado esos ejemplares al quiosco.

Les dije que el quiosco no era ‘cualquiera’ sino el de uno de los centros de El Corte Inglés, aquí en Valencia, con lo que su extrañeza aumentó, si bien ello no supuso ningún incremento en la nula esperanza que me había dado acerca de conseguir el Plus Ultra. De este modo, devolví la razón a Hércules, y repuse el Non en el lema.

Y hasta aquí la anécdota. Tal vez fuera mejor así, porque uno empieza con una pieza de una colección, sigue con otra, y al final uno ya no sabe cómo acaba: si como algunos lectores de Libertad Digital, o si como cierto personaje de una novela.

¡Ah, que no se me olvide! Ya han empezado a llegar las nuevas colecciones de quiosco de esta temporada: aparte de libros (hay una de policíacos), hay, de momento, de abanicos (cara al invierno, claro), y la maqueta de un Citroën 2CV Charleston.

Créditos:
Fotografía de la maqueta de un Fokker Dr. I en el aeropuerto de Tegel, Berlín, en enero de 2010, del autor.
Fotografía de los aviones históricos de colección que tengo.

10 comentarios:

  1. Bueno..., 14 meses no son nada...

    Pues tu anotación me ha dado una idea para una mía. Sí, uno de estos días yo también voy a enseñar mis juguetes.

    Aunque entre ellos no encontrarás el avión del Barón Rojo, y mira que hace tiempo que lo persigo. En fin..., ya caerá.

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  2. Aterrizará; caerá, no: un avión güeno, aterriza.

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  3. Pero el Fokker de von Richthofen sí cayó, ¿no?

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  4. Sí, tienes razón: derribado fue. Pero caer..., cayó. Que no me apeo del burro, Posodo. El Fokker caerá algún día ;-)

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  5. Ah, por cierto, que me olvidé en las otras ocasiones que pasé por aquí: ¿así que no conseguiste el Plus Ultra? Jejejeje...

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  6. Vale, cayó.

    Sí, de momento, según parece, está Plus Ultra de mis posibilidades.

    Y ya callo.

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  7. No tan Plus Ultra como tú crees... ;-) Y yo también callo.

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  8. "Ya ya callo"
    "Y yo también callo"
    ¿Pero no habíais dicho que el que "calló" era el Fokker?

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  9. Es que... se tiene que notar... que semos de MadriD,... y tras los callos... el cocido... de La Bola, claro.
    (léase con el pertinente acento local).

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