sábado, 9 de octubre de 2010

Prisioneros de sus palabras

Hace mucho, mucho tiempo, en una muy, muy lejana España, Fernando Lázaro Carreter tenía una sección, pequeñita, no necesitaba, entonces, mucho más, en ABC, titulada El dardo en la palabra, que posteriormente dio origen a uno o varios libros recopilatorios (todo esto, salvo error u omisión). Como se desprendía del título, la sección ponía de relieve el uso incorrecto de la lengua española, básicamente, en los medios de comunicación de la época, algo que entonces, el cometer incorrecciones, digo, estaba muy mal visto y era causa de gran vergüenza para quien lo perpetraba. Como ejemplo de las publicadas, sólo recuerdo ahora, precisamente, una que no era de un medio de comunicación: trataba sobre canciones y la sintaxis deteriorada por mor de ajustar la letra a un ritmo musical, y finalizaba reconociendo que no había encontrado ningún fallo en el estribillo de la canción interpretada por Massiel, titulada La, la, la.

Este mismo propósito es el que anima la sección llevada por Sagrario Fernández Pino, titulada Palabras al aire, dentro del programa general de Es la noche de César, de César Vidal, en ((esRadio.

Hoy publica Libertad Digital una metedura de pata ortográfica en la página de internet del Ministerio de Asuntos Exteriores. Esta noticia me viene bien para publicar a mi vez una anotación que llevaba rumiando un tiempo, precisamente acerca de la cada vez menor precisión y estilo en los medios de comunicación.

Hace poco más de un mes, el periódico Las Provincias titulaba, en relación con unos trabajos recién ejecutados en la zona de entrada de la línea de AVE a Valencia: “Dos vallas metálicas en el puente de Giorgeta alertarán de accidentes”.

Si uno se queda en el titular, lo inmediato es pensar: «¿Para qué quieres alertar de un accidente, si ya ha ocurrido? Porque si no ha ocurrido, no hay ‘accidente’» Luego, si lees el cuerpo de la noticia, te encuentras con que : “las estructuras servirán para alertar a los trenes de la caída de cualquier objeto, ya sea grande o pequeño”. Dejando la técnica a un lado, ahora sí parece tener algo más de lógica… sin entrar en el mejor o peor acierto de la construcción sintáctica ateniéndonos a los significados de las palabras y expresiones, según el diccionario.

Siguiendo con el mismo periódico, noticia más reciente: el día de la huelga, según un titular (que luego no se trasladaba a la noticia enlazada), “los sindicalistas bloquean el centro de Valencia con cargas policiales”. ¡El colmo! ¡Los pájaros disparando contra las escopetas!, que diría Federico Jiménez Losantos.

Pero ya que hemos empezado con Libertad Digital, nos quedaremos en este grupo mediático. Vamos con la ‘división’ de radio, ((esRadio.

El mismo día de la ‘alerta’ podíamos leer que “esRadio acapara cuatro nominaciones a los premios de la Academia de la Radio”.

Las acepciones de la palabra ‘acapar’ nos hablan, en relación con la cantidad, de “en cantidad superior a la normal”, “en todo o en gran parte”, y “en cantidad suficiente para dar la ley al mercado”. Teniendo en cuenta que existen trece categorías de premios, cada una con tres programas propuestos al mismo, y una última con seis programas propuestos, supone un total de 45 ‘nominaciones’. Cuatro de 45 no considero que sea ‘acaparar’.

Pero bueno, estaban esos días de principios de septiembre muy contentos por cumplir un año, y entra en lo humano este pequeño exceso.

Tres días después, ya en Libertad Digital. Si entrar en el objeto de la noticia, ni en otras posibles lecturas, me limitaré a una cuestión ‘ortográfica’. En el titular y cuerpo de la noticia, siempre se escribe con mayúscula el libro musulmán, y en minúscula, el libro cristiano. Sí, ya sé que una cosa es «un libro de la Biblia» y otra «una biblia», por eso no entro en otras lecturas.

Hasta aquí, comento textos, es decir, que ha habido opción a una lectura de y reflexión sobre lo escrito. Cuando se está hablando es más difícil ajustar la precisión sintáctica, sobre todo si se ignora; sin embargo, si, por el contrario, se conoce, en mi opinión, a quien habla le debe ‘chirriar’ lo que él mismo esté diciendo, o al menos, a mí eso me pasa. Yo lo resuelvo parándome, como buscando qué palabra decir, y rehago por completo la frase. Los que trabajan en la radio, se suponen que deben tener más tablas para ello, y sin embargo…

Por ejemplo, es increíble la total falta de uso de la conjunción ‘e’, tan total, que incluso se le ha contagiado a César Vidal (y no se lo he oído ni una, ni dos, ni tres veces solamente).

Ya para acabar, y siguiendo con él, el pasado miércoles, si no recuerdo mal, le oí algo que aunaba las letras y los números: “al menos, al menos… varios años”, en un magistral ejemplo de precisión aproximada.

Y sobre la vocalización de los locutores, presentadores, contertulios, o en general, quien se pone ante un micrófono, mejor no hablar. Yo es que cuando me enfado… no vocalizo bien.

Créditos:
Fotografía de una de las vallas nuevas en el Puente de Giorgeta, en Valencia, en septiembre de 2010, del hijo del autor.
Pantallazos de diversas noticias publicadas en internet por Las Provincias, ((esRadio y Libertad Digital.

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