

El espectáculo, desde luego, es original, atractivo e interesante. Ritmo no puede decirse que le falte, ni en la ejecución de los diversos números musicales, ni en el desarrollo del propio espectáculo, ya que saben combinar oportunamente los momentos en que hacen participar al público, con lo que esa más de una hora (teóricamente, ochenta minutos), se pasan en un suspiro, dejando en el espectador ganas de más (parcialmente satisfechas con un par de bises).

La participación del público acompañó bien el espectáculo, especialmente en el habitual número en el que hay que llevar el ritmo con palmas, en que a pesar de todos los ensayos e intrucciones previos, siempre se escapa algunas (o bastantes) palmas fuera de la partitura. Incluso se pidió la colaboración mediante el canto, aunque la letra era sencilla, a fuer de rítmica: 'Kitín-Kitán' (aun así, hubo cantos, y... cantes). Estos fallos permitieron algunas chanzas en el sentido de que ya les habían avisado, cuando estuvieron en Castellón y Alicante, que en Valencia les resultaría difícil enseñar al público.
Personalmente, lo de “levantarse y ponerse a bailar” no es algo que resulte sencillo aplicárseme, pero al menos sí llevé (o intenté) llevar el ritmo con las palmas y voces.
En resumen, un espectáculo digno de ver tanto en su ejecución como en su curiosidad, entre la que no es menor, el uso de la arena como instrumento musical, bien por el sonido al caer, bien por el producido al deslizar los pies sobre ella.
Créditos:
Texto e imagen promocional del espectáculo, tomada del librillo de programación del Teatro El Musical, para esta séptima temporada.
Entrada/invitación para el espectáculo La vida es ritmo.
Prospecto publicitario del espectáculo La vida es ritmo.
Fotografía de la fachada del Teatro El Musical, octubre de 2010, del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario