miércoles, 23 de junio de 2010

¿Por qué siempre deciden que lo que nos conviene es que nos maten?

En The Christian Almanac (obra ya conocida en estas páginas) me entero de que el aniversario destacado del día es la publicación en 1789 de An Essay of the Principle of Population, obra de Thomas Malthus.

Los autores se limitan a reproducir pasajes de su obra para calificar sus planteamientos, y en una traducción aproximada, tenemos:
Todos los niños nacidos, más allá de los que se requirirían para mantener la población en un nivel deseado, deben necesariamente perecer, a menos que se les haga sitio por la muerte de personas adultas… Por tanto… tendríamos que facilitar, en vez de esforzarnos loca y vanamente por impedirlo, las operaciones de la naturaleza que producen su mortalidad; y si nos aterroriza la demasiado frecuente visita de la horrible forma del hambre, deberíamos alentar las otras formas de destrucción, obligando a la naturaleza a utilizarlas. En vez de recomendar la limpieza a los pobres, deberíamos alentar hábitos contrarios. En nuestras ciudades deberíamos hacer las calles más estrechas, acumular más gente en las casas, y recortar el período de retorno de las plagas. En el campo, deberíamos construir nuestos pueblos cerca de aguas estancadas, y especialmente alentar los establecimientos en todos los pantanos y lugares insalubles. Pero sobre todo, deberíamos reprobar los remedios específicos contra las enfermedades y sus estragos; y disuadir a aquellos benevolentes, pero muy equivocados, que piensan que están haciendo un servicio a la humanidad con proyectos para la total eliminación de las enfermedades.

Los autores finalizan la reseña, tras este extracto, comentando sobre cómo se aplican en la actualidad estos principios excesivamente ‘sinceros’: “his disciples felt than the subtler and ‘more’ scientific approaches of education, contraception, sterilization, and abortion were more practical and acceptable ways to ease the pressures of the supposed overpopulation”.

En efecto, son más “aceptables”, y constituyen varios de los métodos defendidos por los ecologistas o similares.

Sin ir más lejos, no es decartable que en Leganés haya habido una especie de “Círculo Neomalthusiano Aplicado”, con intento de abrir sucursales incluso en Luxemburgo.

Por otro lado, el verano pasado, con la excusa de la nueva gripe, me enteré (no sé cómo) de la denuncia del planteamiento de un tal Ezekiel Emanuel en el sentido de que “las personas entre los 13 y 40 años deben tener prioridad porque sus vidas tienen más valor; los viejos ya dieron lo suyo, y los muy jóvenes, todavía no se ha invertido mucho en ellos”.

Claro que ya esa primavera hubo quien directamente propuso acabar con la población suficiente para el bien del planeta, y como eso no parece que tenga el apoyo de los afectados, el siguiente paso en esta evolución es la constitución de un gobierno mundial (elegido entre los que sí saben del tema, y por ellos mismos, no por la población, así en general) para gestionar el problema.

Uno de los criterios de aplicación de los neomaltusianos es el de la incompetencia mental. Es evidente que, aunque ellos se consideran muy competentes, no aprenden de la Historia y de barbaridades similares (por no entrar en otros calificativos, tales como criminales, miserables and so on).

Créditos:
Retrato de Thomas Malthus tomado de la Wikipedia.

3 comentarios:

  1. Ha habido, hay y habrá mucho descerebrado suelto. Sus ideas son repugnantes y abominables pero lo terrorífico es que algunos de ellos tengan poder y las lleguen a aplicar, como hemos podido lamentar a lo largo dela Historia.

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  2. Lo que cuentas aquí..., pone los pelos de punta. En algún momento, a medida que leía, tenía la sensación de que estabas contando el argumento de una novela de ciencia ficción. Lo que da miedo es que..., visto lo visto, una empieza a pensar que no es todo tan descabellado y que, quién sabe, quizá lo que hoy parece ficción acabe siendo realidad.

    Mientras tanto, y para ir ensayando, ahí tienen sus Montes cargándose viejos en Urgencias; y sus Bibianas cargándose a los jovencísimos en el propio vientre de sus madres...

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  3. He terminado de leer El Pacto de los asesinos. La protagonista comenta que para qué novelar nada pudiendo contar la verdad.
    Tal vez sea que la verdad es demasiado insoportable, y una novela (y más si es de ciencia ficción) es imaginación, y en todo caso 'nunca llegarán a atreverse a tanto'.
    Pues han llegado. Pero el común de la gente sigue sin enterarse, ni de que han llegado, ni de que, tarde o temprano, se verá afectado.
    Gracias a ambos (volveremos al tema en futuras anotaciones).

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