Hace cosa de un mes, se
publicó la noticia de que se había conseguido éxito en un experimento científico
británico-checo para atraer objetos haciendo uso de la luz. En este caso, el éxito
parece residir, además, en que fueron varias las partículas que habían sido ‘ordenadas’
de este modo, pues el «rayo tractor» ya había sido experimentado sobre partículas
microscópicas en ocasiones anteriores, por ejemplo, en Australia y en Nueva York.
Cualquier día, pues, nos
desayunaremos con la noticia de que por fin se ha conseguido un sistema por el
que desplazar objetos sólo (casi) con la voluntad.
Y el caso es que ese
sistema ya se nos explicó hace unos dos mil años:
“Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a
este monte: ‘Desplázate de aquí allá’, y se desplazará, y nada os será
imposible.»”
Aunque para ello, como en
estos experimentos actuales, sea necesaria la Luz:
“Jesús les habló otra vez diciendo:
«Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará
en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»”
Créditos:
Extractos del Evangelio según San Mateo (17, 20) y del
Evangelio según San Juan (8, 12), tomados
de la Nueva Biblia de Jerusalén,
revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.
Fotografía de los rayos
de Sol tras una nube, en Valencia, en junio de 2009, del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario