Cualquier día, pues, nos
desayunaremos con la noticia de que por fin se ha conseguido un sistema por el
que desplazar objetos sólo (casi) con la voluntad.
Y el caso es que ese
sistema ya se nos explicó hace unos dos mil años:
“Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a
este monte: ‘Desplázate de aquí allá’, y se desplazará, y nada os será
imposible.»”
Aunque para ello, como en
estos experimentos actuales, sea necesaria la Luz:
“Jesús les habló otra vez diciendo:
«Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará
en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»”
Créditos:
Extractos del Evangelio según San Mateo (17, 20) y del
Evangelio según San Juan (8, 12), tomados
de la Nueva Biblia de Jerusalén,
revisada y aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer.
Fotografía de los rayos
de Sol tras una nube, en Valencia, en junio de 2009, del autor.
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