“Cómo empieza una música, cómo termina: es la misma pregunta decisiva
que uno se hace acerca de una pieza literaria, igual un poema de unos pocos
versos que una novela de mil o dos mil páginas. El comienzo no es solo el
principio de algo sino el tránsito del espacio en blanco a las palabras, del
silencio al sonido, un principio del mundo; el final es el tránsito a la
extinción, y además nunca es un final, no al menos en una gran obra, de música
o de literatura: termina el relato, pero la historia no dicha continúa; se
acaba la música, pero queda la resonancia, su apagamiento gradual. Recién
terminada la lectura, la actitud instintiva es la de quedarse parado, no
emprender de momento ninguna otra cosa. Cuando termina la música, estaría bien
que no sonaran tan pronto los aplausos, que quedara un espacio de silencio: me
gusta cuando después de la última nota el director tarda en bajar la batuta o
la mano, y el tiempo queda suspendido en el silencio.”
Créditos:
Párrafo inicial del
artículo Mundos paralelos, de Antonio
Muñoz Molina, publicado en el número 148, de febrero de 2013, de la revista
literaria Mercurio, dedicado a Música y literatura.
Fotografía de Director de orquesta, escultura de Lucas
Carrión Vázquez, Karrvaz, existente
en el Tramo XIV del Jardín del Turia, enfrente del Palau de les Artes, en
Valencia, de febrero de 2013, del autor.
Hoy leo aquí, por primera vez, sobre esa pausa al final de un libro ¡qué momento cuando se produce!... Me gusta mucho esta entrada Posodo.
ResponderEliminarAyer leía que el silencio no es la falta de sonido, sino la ausencia de ruido. Para esos finales que no son finales.
Un saludo.
URUMO, precisamente es lo que me llamó la atención del párrafo de Antonio Muñoz Molina, y por lo que lo he traído aquí. Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarSobre el ruido, estoy a ver si consigo documentación para una anotación al respecto.
Un saludo.