lunes, 20 de agosto de 2012

¿Ya ve la llave?

En 1971 recibí una carta de esa preciosidad rubia que es la señorita Eleanor Sullivan, directora de la Ellery Queen’s Mystery Magazine (EQMM para abreviar) en que me preguntaba si aceptaría escribir un cuento corto de misterio para su revista. Y yo acepté con júbilo, claro, porque pensé que si me pedían uno no podrían tener la crueldad de rechazarlo una vez escrito, y eso significaba que podía escribir tranquilamente el tipo de relato que a mí me gusta: un relato muy cerebral.

Hasta aquí, no sólo bien, sino excelente: a un autor ¡le piden que escriba un relato!

Pero…
Empecé a barajar posibles argumentos con bastante ansiedad, pues quería que la trama fuera razonable y Agatha Christie había agotado ella solita casi todos los trucos.

Pues entonces, paciencia y barajar. Y mientras, a seguir la vida.

Mientras las ruedas giraban lentamente en los recovecos de mi cerebro, fui por casualidad de visita a casa del actor David Ford (que actuó tanto en la versión de Broadway como en la de Hollywood de 1976 [entiendo que es una errata por 1776]). Tiene el apartamento lleno de objetos curiosos de lo más interesante y me dijo que estaba convencido de que una vez alguien se había llevado una cosa de su apartamento, pero que no podía tener la seguridad porque nunca logró averiguar si le faltaba algo.

Desde luego, hay amistades de lo más curioso, y uno, claro, reacciona como hay que reaccionar… y más.

Me eché a reír, y todas las ruedas de mi cabeza, dando un suspiro conjunto de alivio, dejaron de girar. ¡Ya lo tenía!

El resultado fue el primer relato del volumen Cuentos de los Viudos Negros, titulado (en la edición de EQMM y que se ha mantenido) La risita adquisitiva. Se publicó en el número de enero de 1972, es decir, hace cuarenta años y medio, y supuso el inicio de una fecunda dedicación de Isaac Asimov al género de misterio (al menos, yo tengo tres libros con casos de los Viudos Negros).

Como puede verse, en cosas de la inspiración, ésta surge en cualquier sitio, y sólo depende, en realidad y como siempre se ha dicho, de continuar trabajando… en un segundo nivel de ‘visibilidad’.

Pero eso no debe impedir que la observación siempre funcione, incluso a través de una cerradura, como en la portada del libro, para así, tal vez, encontrar en ella una llave, o sea, una key, o sea, una clave… para el relato.

Créditos:
Portada (de Ángel Uriarte) y extracto de la Introducción (de Isaac Asimov), según traducción de Pilar Agramunt, de Cuentos de los Viudos Negros, de Isaac Asimov, tomados de la edición de Alianza Editorial, realizada en 1990, como número 1.466 de la colección El Libro de Bolsillo.

5 comentarios:

  1. Al final, el rato fue más largo de lo previsto, pero aquí estoy.

    En realidad, no es falta de inspiración lo que tengo, me expresé mal (o fui a lo fácil). Quizá tenga, de hecho, demasiada inspiración e imaginación (tengo anotadas un buen puñado de historias que se me han ido ocurriendo, como dices ahí arriba, tras escuchar un comentario, ver algo curioso, leer alguna frase que te enciende la luz de la imaginación...). Lo que no tengo es ganas de ponerme a dar forma a esas ideas. Escribir es una tarea que requiere mucho esfuerzo, pero cuando al fin consigues ver sobre el papel, claro y nítido, e incluso a veces ingenioso, divertido y hasta retorcido pero genialmente vivo, lo que al principio sólo eran sombras en tu mente, se olvida todo lo que ha costado llegar hasta allí y sólo se siente un inmeso placer, una enorme felicidad. Y ahora no logro alcanzar ese estado porque me aburro antes siquiera de haberlo intentado.

    No obstante, y puesto que te interesaste por el sistema que utilizo (véase de nuevo el enlace de arriba) para escribir mis historias, voy a enviarte una que ya conoces... un poco: se trata de una de las historias del Atrápame ya publicadas en el blog, pero alargada de mil a 13.000 palabras. Así podrás, comparando una y otra, hacerte una idea de cómo trabajo: la historia está escrita, aunque aún falta pulir el texto. Verás mis anotaciones y auto-avisos, frases en negrita cuando no sé decidirme por una u otra opción, párrafos marcados con colores... (¡esto no lo ha visto ni MGae!, así que tienes un primicia entre tus manos, jajaja).

    Verás también cómo lo he hecho para pasar de mil a 13.000 palabras... y encontrarás un personaje nuevo..., un curioso doctor que te mostrará que tus Platos... no caen en sacor roto nunca.

    Y, finalmente, una aclaración: no me gusta cómo se resuelve el crimen. La casualidad no es la respuesta, de acuerdo con Chesterton, pero si la elimino en este caso, mi ingenioso doctor parlanchin pierde su papel estelar en la historia (porque, entre tú y yo) lo que más me gusta de ella es precisamente él: el doctor y su curiosa cháchara... ;-)

    Que la disfrutes (pese a los tropezones que encontrarás durante la lectura porque, recuerda: la historia está escrita, pero el texto no está acabado).


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  2. Estos cuentos de Asimov no los tengo, pero recuerdo una película de hace ya 25 años con un título parecido El caso de la viuda negra, que no estaba nada mal.
    Un saludo

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  3. S.Cid:
    Muchas gracias por la primicia.
    La leeré olvidándome del «Encuentre las 12.000 diferencias» ;-)
    Sobre la presencia del doctor y la resolución, y sin haberlo leído aún, ¿qué tal una relectura de El escarabajo de oro de Poe?
    La disfrutaré, seguro, y con tropezones, como el gazpacho, más.

    caraguevo:
    Sí la película no estaba nada mal.
    ¡Ah, que te refieres a Theresa Russell!

    Un saludo a ambos.

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  4. No sabía que hubieraq 3 libros. Yo me quedé en el segundo. Fue una época que me hinchaba a comprar libros de acertijos con el fin de tener una super mente. A raíz de ver lo rápido que se me olvida todo, creo que no funcionaron como yo esperaba.

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  5. Hola, Unknown, bienvenido.
    Salieron muy seguidos (son los números 1.466, 1.469 y 1.493 del antiguo El Libro de bolsillo), pero con el cambio de estructura en la colección, no me enteré si Alianza llegó a publicar algún otro volumen.
    Ahora, mientras te contesto, he comprobado que no, aunque en 1991 Plaza&Janés sacó "Los enigmas de los viudos negros", pero tal vez incluya muchos de los ya publicados por Alianza.
    Sobre lo que dices, no es que se te olviden las cosas, sino que no vale la pena recordarlas, ¿no?
    Si te interesa, en este otro blog hay un enlace a una entrevista con un enigma final geométrico.
    Un saludo, y gracias por pasarte (y comentar) por aquí. Hasta otra.

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